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VALENCIA. Acabado el recuento electoral y cabe esperar que finalizada la dilatada campaña que hemos sufrido en los meses pasados, es hora de afrontar la dura realidad que impone la crisis económica. No va a ser fácil. La Generalitat Valenciana se encuentra en una situación financiera desesperada y la economía valenciana en medio de una grave crisis que pone en peligro el nivel de vida de gran número de familias valencianas. Felicitado el vencedor de la contienda, por otro lado previsto en todas las encuestas y por todos los analistas, es hora de preguntar qué acción de gobierno piensa desarrollar Francisco Camps para afrontar una situación que no admite más retrasos.

El crédito hace tiempo que está agotado para la Generalitat Valenciana en los mercados mayoristas. El espectacular pinchazo la pasada semana de la "emisión patriótica", a pesar de su atractiva rentabilidad, indica que la confianza de los ciudadanos también se ha acabado. El fiasco puede haber pasado desapercibido a muchos valencianos pero no a los inversores. Y menos a las agencias de rating, lo cual empeora todavía más las perspectivas de conseguir financiación a coste razonable en el próximo futuro.

Como consecuencia de todo ello, y de una nefasta gestión de las finanzas pública por parte de un conseller 'intermitente' y de un presidente ocupado y preocupado por su situación personal, los proveedores de la Administración autonómica no cobran. Y lo que es mucho peor, todavía no se han puesto en marcha unas medidas contra la crisis dignas de tal nombre cuando se han cumplido cuatro años de su inicio.

No cobran los proveedores que se quejan, como los de material sanitario, pero tampoco los que no se quejan, que son todos los que han contratado con cada una de las consellerias. Lo mismo sucede con la articulación de las medidas contra la crisis, donde el Plan Confianza está demostrando ser más publicidad que ayuda real y eficaz para la mejora de la competitividad. Los sindicatos callan pero sólo porque se les ha subvencionado en cuantía suficiente como para comprar su silencio.

En estas situación sólo hay recursos para los sueños del presidente, tipo gran premio Fórmula 1, pero no para mejorar la enseñanza, repleta todavía de aulas prefabricadas y carente de un plan de fomento de la Investigación como el que tienen la mayor parte de las CC AA, la sanidad -ahí está el desastre de la precipitada inauguración de La Fe-, ni las políticas de fomento de la competitividad o de promoción turística.

Frente a la tentación de seguir un año más echándole la culpa de todo a Rodríguez Zapatero, Francisco Camps, cualquiera que sea su situación procesal, debe empezar a gobernar de una vez, fijando prioridades y ofreciendo explicaciones a los valencianos de qué va a hacer y por qué. En caso contrario, pudiera darse la situación de encontrarse dentro de un año sin excusas para esta inacción que tan elevado coste está teniendo para las empresas y las familias.

Porque si las elecciones generales de 2012 dan como resultado un "gobierno amigo" en Madrid parece difícil que el Consell pueda mantener la cantinela de que toda la culpa es de otros. A pesar de que pueda ser un gobierno en el que no le faltarán enemigos como puso de relieve el tenso proceso interno de su nominación como candidato.

La economía valenciana se encuentra en una grave situación y la Generalitat cuenta con potentes competencias para paliarla. Acabada la interminable campaña electoral que hemos sufrido, es hora de dotarlas de medidas para conseguir en el más breve plazo posible que la coyuntura mejore. ¡Ya está bien de excusas!