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VALENCIA. Corre por Valencia una leyenda urbana que asegura que Mercadona está pagando las nóminas de los funcionarios porque la Generalitat no tiene dinero. El rumor, que es falso, cumple con todas las características propias de este tipo de cuentos, incluido el amigo de quien lo cuenta que ha visto una nómina de un maestro de escuela en la que figura como pagadora la cadena de supermercados. "Me la va a pasar y lo verás", me dijo una vez un conocido.

Les diría que me quedé esperándola, pero sería falso. Sabía que nunca llegaría ese documento. Como nunca les llegó a ustedes el video de Ricky Martin pese a que seguro que les dijeron mil veces que un amigo de su amigo lo tenía y se lo iba a pasar. Como me lo dijeron a mi. Y ahí estamos.

Las leyendas urbanas son un mundo apasionante. Crecen, se reproducen y se adecuan al entorno en el que se cuentan. Así, igual que hay miles de curvas donde aparecía la chica, el tiempo crea nuevas versiones de viejos cuentos. De hecho, en el caso del que les narraba al principio, la primera vez que me lo contaron no tenía a Mercadona como protagonista si no a El Corte Inglés.

No hace falta inventarse leyendas para explicar la compleja situación económica de la Generalitat Valenciana. Los números puros y duros son mucho más crueles que cualquier cuento y así se lo he contado en esta columna en más de una ocasión. Así que permítanme que me centre en la otra parte de la historia.

Porque lo que sí está sucediendo en los últimos meses, y esto no es ninguna leyenda, es que cada vez que en el mundo económico valenciano se especula con una operación empresarial de cierta envergadura o trascendencia social aparezca siempre el mismo nombre: Juan Roig.

¿Que hay que comprar el Valencia CF? Juan Roig ¿Que se busca un socio potente para el Banco de Valencia? Juan Roig ¿Que el propio banco vende su parte en Aguas de Valencia o que Bancaja y CAM ponen en el mercado Ribera Salud? Pues eso, Juan Roig.

Más allá de que, en efecto, Roig, más en concreto el fondo Atitlán, presidido por su yerno, Roberto Centeno, se ha convertido en un oasis en el desértico panorama inversor valenciano estudiando y pujando por algunos de estos negocios (el caso de Ribera Salud está confirmado), lo que llama la atención no es tanto la recurrencia del protagonista como la ausencia de otros.

Y es que, por si alguien tenía alguna duda de la importancia de contar con un sistema financiero propio, desde que Bancaja y CAM están en otros menesteres, parece que o la imaginación de los que buscan apoyo económico se ha reducido o que no hay otras alternativas, posibilidad esta última que me lleva a la pregunta de quién tiene dinero en Valencia.

No se trata de saber el nombre de los que atesoran mayores o menores fortunas en los bancos, si no de quién está dispuesto a ponerlas en funcionamiento para impulsar proyectos empresariales que le den vida al tejido productivo valenciano.

Soy consciente de que la incertidumbre es una losa demasiado pesada para que nadie emprenda aventuras alegremente. De hecho comparto plenamente una frase que (¡por fín!) escuché recientemente: "Dicen que en cada crisis hay una oportunidad. Pero yo en esta crisis solo he visto más crisis". La dijo hace unos días en Roma el consejero delegado de Air Nostrum, Carlos Bertomeu, un directivo que se anda poco por las ramas.

Pero, dicho esto, no me queda más remedio que recordar una máxima que han repetido muchos empresarios desde que comenzó este calvario con la explosión de la burbuja inmobiliaria. "La salida de la crisis la deben liderar los empresarios". Se la he escuchado a Francisco Pons, Vicente Boluda, José Vicente González... y, sí, a Juan Roig.

Valcapital, liderado por Arturo Llopis, Zriser, de Pablo Serratosa, Santángel o el ya mencionado Atitlán, son fondos valencianos que están activos. Estudian proyectos y, si son viables, invierten no solo capital si no también experiencia en gestión. Pero son la agradable y esperanzadora excepción. Debería haber más. A no ser que la respuesta a la pregunta que encabeza esta columna sea... la que ustedes se imaginan.

CAIXA DE GROS

Cambio de tercio. Les confieso que no acabo de entender muy bien de qué presume la Generalitat al anunciar, comunicado mediante, que el año que viene los valencianos (en concreto 3,9 millones de ciudadanos residentes aquí) se ahorrarán 1.708 millones de euros "con los beneficios y las medidas fiscales que serán de aplicación en 2012 en los tributos en los que participa la Generalitat, en los que se suma la nueva bonificación en el Impuesto sobre el Patrimonio".

No piensen que desconozco la política económica que predica el Partido Popular. Sé que en su discurso está la rebaja de impuestos como medida incentivadora del consumo y la inversión. Les diré que no la comparto, al menos tal y como la venden, pero eso no tiene mayor importancia.

Si la tiene, sin embargo, la contradicción que supone hacer gala de la renuncia a recaudar 1.708 millones de euros mientras se exigen más fondos al Gobierno central para compensar el desfase entre lo que gasta y lo que recibe la Generalitat. ¿Acaso ignoran de dónde saca el dinero el Gobierno central? Pues de los impuestos, como seguro ustedes sí saben.

Permítanme que les confiese que no me parece precisamente un ejercicio de corresponsabilidad en un momento como el actual.

CAIXA DE MENUT

Les dejo por esta semana con una reflexión que tuvo a bien compartir conmigo y con los lectores de ValenciaPlaza.com el consultor Juan López-Trigo. El headhunter más respetado por estos lares, lamentaba que las empresas españolas en general y valencianas en particular hayan optado por "aumentar su productividad por la vía de reducir las plantillas".

"Hacer lo mismo pero con menos gente", como resumía López-Trigo, parece una solución seguro necesaria pero tal vez cortoplacista. Es cierto que al redimensionar las plantillas se logra una mejora en el ratio empleado/producción. Y si bien eso permite volver a competir en precio, se antoja insuficiente para un futuro en el que, quizá, no haya que hacer "lo mismo".