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VALENCIA. Hace tiempo que me escribo con un tio que conocí por Internet. Él vive en Barcelona. No es mi tipo, pero me cae bien. Es delgadito, rubio, con carita finita, se depila... nada que ver con el estilo de hombre que me gusta. A mí me van más rudos, grandotes, peludos, cabezones, manos grandes, narizones... pero mira, con la edad voy abriendo el abanico. Cosas que pasan.

Una de las primeras veces que hablé con él me dijo que estaba nominado a un premio (no especificaré categoría) del FICEB.

-Perdona, ¿has dicho FICEB?
-Sí, ¿no conoces el festival?
-Festival Internacional de Cinema Eròtic de Barcelona, ¡claro que sé de qué festival me hablas! ¿Y a santo de qué te nominan a ti a algo?
-Ah, ¿no te he dicho que soy actor porno?

Pues no. Un pequeño detalle que se le había pasado decirme...

Es ingeniero informático de profesión, pero en su tiempo libre hace escenas porno para una productora catalana y con eso se paga la hipoteca. Me puse super nerviosa al leerlo. Actor porno... ¡qué fuerte!

Pues bien, el actor porno amateur me llama la semana pasada que estaba pasando unos días en Granada con un amigo y, como iban con las motos, habían decidido hacer una paradita en Valencia de camino a Barcelona, que llegarían el domingo a la hora de comer y después del café se pondrían en ruta otra vez.

Vale, no era mucho tiempo, pero tenía ganas de conocerlo. El domingo quedamos a comer, como él iba con su amigo motero yo quedé también con una amiga. Fuimos los cuatro a un local de Benimaclet.

La primera impresión fue buena. Es más alto de lo que me esperaba y me gustó mucho su olor. Se sentó a mi lado, mi amiga enfrente de mí y su amigo enfrente de él. Aún no habíamos llegado al café y ya estábamos en dos conversaciones diferentes, cada uno con quien tenía al lado. De repente el actor porno me coge la mano y me la pone en su pierna, un poco más arriba de la rodilla, pero muy poco, y... OH-MY-GOD! ¡Le toqué la punta de la polla! ¿Cómo cojones podía tener una bestia parda de ese calibre? ¡Joder, que le llega casi a la rodilla! 

Solté un grito y aparté la mano de la impresión. Fué inevitable. Mi amiga se quedó con cara de "no entiendo nada, ¿qué pasa?" pero su amigo parecía que lo había entendido perfectamente porque no paraba de reírse. "¿Ya has conocido a la anaconda? jajaja". Pues sí... y me iba el corazón a cien por hora!

Sí, mucho miedo, así que volví a poner la mano de donde la había quitado, para hacerme amiga de la anaconda. Mi cara debía ser un poema. Flipé muchísimo.

Después de comer nos despedimos con unos besitos húmedos y castos y se fueron hacia Barcelona. Este mes estoy de vacaciones y me ha invitado a ir unos días a su casa. Me da morbo y miedito a partes iguales. Me estoy haciendo la maleta. Me voy mañana. 

Por cierto, que no me he presentado... soy Lucrècia de Borja, me gustan los penes y algunos hombres también. Encantada. Y encantadora ;)