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CENTENARIO MUSICAL

100 años después: el Valencia ya tiene quien le cante (a ratos)

Con el pretexto del primer centenario, bandas valencianas como La Gran Esperanza Blanca tratan de dignificar un territorio inhóspito y dado a la irregularidad

31/01/2019 - 

VALÈNCIA. Había una época en la que uno no podía manifestar su afición por el fútbol sin ser apartado y seleccionado, de forma automática, para formar parte del gran rebaño que señalan los intelectualmente superiores cada fin de semana. De hecho, esa época continúa hoy con cierto protagonismo. Pocos son los intelectuales capaces de publicar sus inclinaciones futbolísticas sin que su prestigio se vea afectado; los que lo consiguen son, de hecho, aquellos que ubican su afición entre el saco de las pasiones ancestrales, en la estantería de los libros de antropología. Hay que reivindicar con mayor vehemencia la capacidad del ser humano para escuchar el Blonde On Blonde de Bob Dylan, leer La Náusea de Jean Paul Sartre y, al mismo tiempo -pero en instantes independientes, claro- discutirle al paisano el fuera de juego de la televisión.

Efectivamente, los grises. Esa gama de colores que no conoce de cátedras y todólogos con más 200k en Twitter. En ese vasto espectro cromático que existe entre el blanco y el negro existen una serie de posiciones que permiten, a la vez, disfrutar de un partido de fútbol -o de baloncesto, aunque éste tiene un halo mucho más respetable-, y, sin embargo, no acercarse a los juzgados para pedir un autógrafo al evasor balompédico de turno. Incluso, sí, uno puede utilizar el término balompédico sin perder un ápice de respetabilidad -quien la tuviere o tuviese-. Además, en el fondo y en la superficie hay cosas mucho peores, como lo de algún que otro escritor con la tauromaquia, por ejemplo.

Un estigma similar es el que cargan muchas bandas. Casi todas, de hecho. Muchas ni siquiera se lo plantean, es cierto; quién sabe si por la relación de conceptos antes expuesta. Pero las que cuentan con ello tienen en el apéndice futbolístico una especie de placer culpable -valga la castellanización del inglés guilty pleasure- que, a menudo, han de obviar para no tenerlo que justificar; con todo, efectivamente: no hay ninguna diferencia entre cantarle al amor o al sexo y hacerlo a un club deportivo o a un o una futbolista. Ninguna. Se parecen mucho, de hecho, porque las tres entroncan con lo intangible de las emociones.

La (última) Gran Esperanza Blanca

Algo está sucediendo en València a este respecto. Algo muy débil y harto coyuntural, es justo añadir; pero está sucediendo a su manera. El centenario del Valencia Club de Fútbol ha propiciado que, entre finales de 2018 y principios de 2019, algún grupo que otro le haya quitado el polvo a su cancionero futbolístico. Aunque es cierto que más de uno huele la sangre comercial del momento, otros como La Gran Esperanza Blanca han visto que, del cielo abierto, ha caído un balón que ha quedado en la línea de gol, listo para ser empujado con suavidad. ‘Volverán’ es una oda al espíritu de lucha -del que, por otro lado, hacen gala TODOS los equipos del planeta- y, al tiempo, un breve repaso a la historia del Valencia a partir de algunos de sus jugadores más emblemáticos: Kempes, Claramunt, Aimar, Puchades, Cubells.

Lo mejor de la propuesta de Cisco Fran y compañía es que le da una amplitud musical -y lírica- al tema que, siendo sinceros, lo dignifica. Uno escucha ‘Volverán’ (que tiene su versión en valenciano con Miquel Gil) y no puede evitar acordarse, salvando las distancias, del Bob Dylan de la primera mitad de la década de los 70; la valencianización de la producción, con Rafa Ureña al violín y Josep Juste a la dolçaina, invita a pensar en la aportación crucial de Donna Shea en el sonido de discos como Desire. La canción de La Gran Esperanza Blanca forma parte de un EP, Últimes Vesprades a Mestalla -en alusión a uno de los blogs referentes del valencianismo-, que cuenta además con el complemento de ‘Sarriá 71’. 

Kempes como origen de todo

Lejos del oportunismo -que habría que agradecer de igual manera-, lo de La Gran Esperanza Blanca con el Valencia CF es casi tan sonado como lo suyo con Dylan. Lejos queda aquella ‘Nostalgia de Bell Viille’, una especie de adaptación futbolística de canciones que, como la ‘Catfish’ de Bob Dylan -parte del repertorio en directo de Cisco Fran-, rinden tributo a deportistas populares.Algo más de un lustro ha pasado de aquel homenaje a la figura de Mario Alberto Kempes, uno de los futbolistas más mitificados de la historia del Valencia. ‘Nostalgia de Bell Ville’ era una balada emocionante, enmarcada de forma más evidente en los parámetros del rock norteamericano, sobre el primer partido del delantero argentino con la camiseta del club che en 1976: un Trofeo Naranja contra el CSK de Moscú. Creando cultura de club desde fuera del club.

La de Kempes es una figura recurrente. Otra banda valenciana, alejada del planteamiento de La Gran Esperanza Blanca, recordó la figura del ariete sudamericano de forma más tangencial. En el videoclip de ‘La Segunda Oportunidad’ (Fue Eléctrico, 2012), La Habitación Roja recordaba la figura del Matador; probablemente impulsado por Jorge Martí y Jordi Sapena, valencianistas reconocidos. Mientras los valencianos ya habían hecho un pronóstico de sospecha futbolística en Nuevos Tiempos (‘Nunca Ganaremos el Mundial’, 2005), existen otras referencias a Mario Alberto Kempes lejos de la Comunitat. Aunque no demasiado. Tachenko se acordaban del argentino en ‘1986’; probablemente el contexto sea más el de la final del Mundial de 1978.

Els Jóvens y cómo huir de la coyuntura

La de Tachenko se enmarca en la escueta lista de futbolistas del Valencia reverenciados por grupos de ascendencia nacional. Como la de Mendieta en ‘Un Buen Día’ de Los Planetas. Tan lejos de los fastos mediáticos, en València hemos de tirar del clásico “si quieres que algo se haga bien, hazlo tú mismo”. Si es que es un clásico. En cualquier caso, encaja a la perfección con el caso de Els Jóvens. El grupo valenciano, uno de los más deseados en 2018, incluyó en su debut una sobresaliente balada de fabulosa influencia regional sobre la historia del primer gol del exdelantero del Valencia, Paco Alcácer. ‘El Gol i la Mort’ pasó relativamente desapercibida en un disco que contaba con fuegos artificiales mucho más atractivos a primera vista; sin embargo, el romance dedicado a relatar al episodio del primer gol del canterano se sitúa en la zona alta de quienes tratan de dignificar los relatos futbolísticos en la música.

Muy lejos quedan ejemplos que, siendo hijos de lo coyuntural, tienen la fecha de caducidad bien marcada en el reverso del plástico. Es el caso de la canción elegida por el club para las celebraciones del centenario; la de Bombai recuerda, en exceso, a otros tributos, y deja escapar la oportunidad de facturar un producto que resista el paso de los tiempos y haga justicia a los 100 años de existencia del club. Algo similar le sucede a la canción de Tardor (‘És Això El Que Ens Fa Grans’), que abusa de una épica que resulta impostada y artificial desde el primer lugar común que dispara la letra de la canción.

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