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al otro lado de la colina / OPINIÓN

2018, rumbo a Terra Incognita

Tras resaltar a Trump, a la UE y al Terrorismo como protagonistas del 2017, vamos a tratar algunos de los posibles actores principales del ya presente 2018

13/01/2018 - 

Ya hemos comenzado un nuevo año y, en la siempre incierta y procelosa singladura internacional, me aventuraría a vislumbrar como podemos experimentar diferentes cambios de ciclo, tanto en el ámbito geopolítico como en el económico, tras analizar en artículos anteriores lo ocurrido en el 2017.

La aproximación inicial para este 2018, donde los ya citados protagonistas 2017, Donald Trump, UE y el terrorismo volverán seguro a dar de que hablar, partirá de otros dos actores: Vladimir Putin y el Gran Oriente Medio. Ya sabemos que hay muchos más elementos a tener en cuenta en el complejo mundo de las relaciones internacionales, para empezar unos 200 países con todos sus inputs/outputs, decenas de organizaciones internacionales (unas más serias que otras) y miles de ONGs que interactúan por todo el mundo ayudando a resolver problemas y dramas humanos, aunque otras veces más bien lo que hacen es enredar, pero esta es la servidumbre del periodismo, las pocas líneas de las que disponemos.

Empezaremos tratando las elecciones presidenciales de marzo en la Federación de Rusia, donde Putin tiene todas las de ganar y me parece que quizás no le haga falta una segunda vuelta en abril (pues de primeras obtendría ya un 50% de los votos) para proclamarse de nuevo como el Zar del primer cuarto del siglo XXI. El presidente ruso es ese líder fuerte (para algunos cuasi autócrata, aunque refrendado con votos) al que su pueblo, con esa mezcla de mitad europeos mitad asiáticos, macerado todo en el crisol del paneslavismo, tanto gusta de seguir, aparentemente.

Recordemos que cuando Vladimir Putin, antiguo agente del KGB (aquí parece que lo de la memoria histórica no llega), tomó las riendas de su país en el 2000, la crisis institucional y económica empujaba al otrora imperio zarista al rincón de la historia, pero parece que finalmente no fue así pues tras haber perdido la mitad de su población (no por una guerra sino por la segregación de la URSS en 15 repúblicas) y casi la cuarta parte de su territorio por el mismo motivo, y a pesar de los bajos precios de los hidrocarburos (fuente principal de las riquezas rusas), Putin ha sabido bandear las sucesivas crisis, y con su muleta/binomio Dmitri Medvédev, ha sabido en cierta forma recuperar parte del orgullo ruso en el contexto internacional (los conflictos de Siria con su apoyo a Bassar al-Assad y de Crimea anexionándola a Rusia le han ayudado bastante) uniéndolo a una cierta mejora de los niveles de vida, que le va a valer la enésima renovación en el liderazgo ruso.

Por otra parte, durante este 2018 veremos cómo evoluciona ese duopolio anti-USA formado por Rusia y China (de la que hablaremos en próximos artículos), pues recordemos que la última Estrategia de Seguridad Nacional norteamericana explica que “China y Rusia desafían el poder, la influencia y los intereses estadounidenses, y tratan de erosionar la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”, lo cual es mucho decir, y que por la parte rusa puede suponer algunas contrariedades y consecuencias. Una de estas ha podido ser la prohibición a Rusia por parte del COI de participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Pyengchang, tomada por ellos como una intimidación occidental. Otra consecuencia podría ser el agravamiento de la crisis con Ucrania o el incremento de las sanciones económicas o energéticas que dificulten la venta del gas ruso a Europa, y que por otra parte se incrementará al 40 % en 2035 según BP (actualmente es el 30% del consumo total). Rememoremos como ya ocurrió algo parecido con el non nato South Stream del mar Negro (parece que será sustituido por el Turkish Stream). Aunque parece que el gaseoducto ruso Nord Stream 2 ha encontrado en el gobierno noruego un aliado, pues la Aker Kvaerner Holding que le pertenece en un 30% va a participar en su construcción. En fin, todo un año para contrastar ese binomio y comprobar el despegue de la República Popular China hacia el liderazgo mundial, aliada a la gran resistencia y resiliencia de una Rusia que de nuevo va a ser empoderada por la subida de los precios del crudo (dos datos más: en 2017 la rusa Gazprom incrementó su producción de gas un 12,4% y el precio del barril Brent vuelve a rondar los 70$ cuando se acercó a los 40$ este año pasado).

En cuanto al segundo elemento a tener en cuenta para este 2018, el MENA (Middle East and North Africa) o Gran Oriente Medio, donde vamos a ver si el enfrentamiento entre sunníes y chiíes sigue con el avance y victorias paulatinas de estos últimos o los primeros, liderados por los sauditas, logran cambiar las tornas, dado el avance chií en el conflicto sirio del que ya tanto les he hablado. Por el momento en Arabia Saudí prosiguen los cambios auspiciados por el príncipe heredero Mohamed bin Salman, tras las purgas (aquí ya comentadas) del mes de noviembre. Hace una semana fueron detenidos casi otra docena de príncipes que realizaron una sentada-protesta en el palacio real Qasr al Hokm de Riad. En ese reposicionamiento saudita cabe destacar cómo se fue de compras a USA en el 2017 donde, tras la firma de un acuerdo bilateral, adquirió armamento por 110.000 millones de dólares. Para que comparen, ese año las inversiones totales presupuestadas en el Ministerio de Defensa español, no sólo en armamento, eran de 2.187 millones de euros. Las compras ascenderán a 350.000 millones de dólares en los siguientes 10 años. Los sauditas, ojo, comprarán sólo a los USA. Un auténtico rearme o escalada armamentística que se cierne en esa área (más todavía).

En marzo, dentro de este bloque suní, se produce un hito importante: las elecciones a la presidencia egipcia donde parece que revalidará su cargo el presidente Abdelfatah al Sisi, elegido en las elecciones de mayo de 2014, tras el derrocamiento del islamista Mohamed Morsi en julio de 2013, al no vislumbrarse ninguna alternativa realmente competitiva, a pesar de la crisis económica y la violencia sectaria y terrorista. Habrá que analizar, entre otros factores, los índices de abstención.

Por su parte, al otro lado de la colina, en Irán —líder de los chiíes— se han producido, justo en el cambio de año, una serie de revueltas, que además de las lamentables decenas de muertes acaecidas (HRW Human Rights Watch ha solicitado una investigación internacional de las mismas), se han producido una serie de curiosos posicionamientos internos y externos, y donde se cumple perfectamente la máxima del griego Esquilo “la verdad es la primera víctima de la guerra (o conflicto)”.

Para empezar, en cuanto la perspectiva interior parecía que eran unas revueltas progresistas contra la reaccionaria cúpula del régimen representada por el líder supremo Alí Jamenei; después eran simples protestas sociales por la falta de avances y expectativas socioeconómicas aprovechadas por agentes extranjeros, para pasar después a ser un pulso del moderado presidente Hasan Rohaní contra el líder supremo o viceversa; y para finalmente quedar en nada, muy lejos de aquellas revueltas de junio de 2009 con motivo de las elecciones presidenciales. De todas formas, esa es la gran debilidad de la gran nación persa: los desequilibrios socioeconómicos, la falta de perspectiva en la juventud y la desestructuración social. Respecto al punto de vista exterior, para el líder supremo iraní fue una conspiración de los enemigos de Irán: Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí (sin comentarios). Y si vimos a los USA claramente posicionados a favor del coraje del pueblo iraní por protestar, según las palabras de Nikki Haley embajadora americana ante la ONU, la posición de Europa —la UE— fue que dio la callada por respuesta apostando más por el bolsillo —la economía— que por la libertad de los iraníes a expresar su malestar.

Para finalizar este apartado del MENA, no podemos olvidar que estamos sobre la bomba demográfica de África, que aunque sea de relojería y explosiona en diferido, crea una serie de dramas humanos y riesgos a la seguridad de los que no nos podemos olvidar. Y es en un país en situación fallida, Libia, (por cierto, en el centro del huracán de los dramas de esa bomba demográfica) donde, de forma inexplicable por lo difícil, el secretario general adjunto de la ONU, Jeffrey Feltman, ha manifestado al primer ministro del Ejecutivo de unidad, Fayez Serraj, el compromiso de su jefe António Guterres —el secretario general— para la celebración en este 2018 de unas elecciones inclusivas (será para darle algo más de legitimidad de la que tiene, digo yo). Pero claro, el hombre fuerte del este de Libia, el general Jalifa Haftar, ya ha manifestado su contrariedad y ha afirmado que su país no está preparado para la democracia (ojo y de eso sabe, pues parece que tiene la nacionalidad norteamericana donde residió dos décadas) y que si esas elecciones se producen y son un fracaso sus fuerzas se harán con el control de todo el país. Y, fíjense, ya hay alguna fuente que afirma que uno de los candidatos favoritos para ganar esas elecciones sería Seif al-Islam Gadafi. Sí, sí; el mismísimo hijo del linchado Muamar el Gadafi.

Ya ven ustedes como vamos a tener un panorama para 2018 muy entretenido, donde los sobresaltos no van a faltar y donde la preparación y capacidad de nuestros líderes, y la fortaleza de nuestras instituciones, se van a poner otra vez a prueba en el terreno internacional.

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