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políticos al habla / OPINIÓN

2019, el año que vivimos peligrosamente

9/01/2019 - 

Nos adentramos en año electoral, en el que llueven propuestas, las fake news se multiplican, y los desencuentros se exageran, con el fin de motivar el voto hacia unos u otros. Pero este año será diferente. Será mucho peor. Me explico.

De una parte, la batalla por ocupar el espacio ideológico de la ultraderecha emergente en Latinoamérica, USA y Europa, ha supuesto un altavoz a posturas que banalizan la violencia de género, abogan por la prohibición del aborto en todos los casos, propugnan una abierta xenofobia y racismo, e incluso la homofobia negándoles el derecho a formar una familia. Y todo ello bajo el manto de una bandera inmensa que todo lo justifica y ha de tapar sus vergüenzas.

Por supuesto, la venta de estas ideas viene acompañada de cifras falsas que han de circular por mensajes de WhatsApp y Facebook a toda velocidad, con una rápida expansión, generando no poca confusión. Toni Cantó, destacado militante de Ciudadanos, ha sido un claro ejemplo de ello, pues llegó a afirmar que la mayoría de denuncias de violencia de género eran falsas, o a burlarse de campañas privadas pensando que eran de Compromís, y así un largo y triste etcétera de falsedades. O manifestaciones de desprecio u odio al adversario político que ha alcanzado su cenit con el PP, que ha llegado a tuitear estas navidades un video que desea la muerte del presidente Pedro Sánchez, así sin más.

Al mismo tiempo se alimenta el descrédito de la política como instrumento de cambio social y especialmente se desvirtúa el trabajo político propositivo, para generar distancia con el votante: o me votas a mí, que vengo a salvar la patria, o mejor no votes porque no vale la pena.

El patriotismo de bandera tiene ahora varios competidores, y una enorme coartada como es la situación en Cataluña, a la que éstos no pretenden ofrecer solución política alguna pues se les acabaría el chollo y la gente empezaría a descubrir qué esconden bajo esa inmensa bandera (¿una sede pagada con dinero en B en la calle Génova?; ¿cuentas en Suiza?; ¿un sistema de corrupción institucional?). Por ello es por lo que buscan siempre incrementar la tensión y repudian el diálogo, sin importarles las consecuencias, pues todo vale por un puñado de votos en el resto de España.

Bandera que también esconde un discurso de rechazo a todo aquel que no sea español, según sus reducidos parámetros. Pero, ¿qué es ser español? Al menos desde el S. XIX, existe un debate abierto acerca de la identidad española del que no pocos han querido sacar provecho. La idea de la patria abstracta sin compromisos tangibles con la mayoría social es demasiado atractiva para algunos, pues les permite esconder sus verdaderas intenciones, apelando al mundo de las emociones. Aprovechándose del miedo a lo diferente y a los cambios culturales y sociales, en la práctica pretenden ir menguando el Estado de Bienestar, con la paulatina desaparición de las políticas sociales, ya precarias a nivel estatal, y en consecuencia, fomentando la desigualdad social y la pobreza, siendo ya el tercer país más desigual de toda la UE, con 12 millones de personas en riesgo de exclusión social (Informe EAPN). Pero de ello no quieren hablar. Aterrizar en la gestión y en cómo hemos llegado ahí no interesa.

El diputado de Cs Toni Cantó en el Congreso

Así, la campaña que se avecina parece que estará plagada de banderas enormes, discursos sustentados en falsedades, alarmismos exagerados, y escasas propuestas concretas y alternativas a la gestión del gobierno del Botànic, que ha sabido recuperar los derechos sociales y dignificar la política valenciana.

Porque a nadie de la oposición le va a interesar hablar de la reducción de las cifras del desempleo, de las mejoras en la economía valenciana, del saneamiento paulatino de las cuentas públicas, de las mejoras en la educación pública con reducción de barracones e incremento del profesorado, el acceso a la cultura, de la puesta al día de la lista de espera de la dependencia y el pago de los atrasos, de la universalidad y recuperación de la sanidad pública y ayudas al copago farmacéutico... Ni de cómo hemos dejado atrás una etapa de dos décadas de corrupción y despilfarro.

Muy especialmente, le interesará pasar de puntillas a un partido como Ciudadanos, que no ha presentado en toda la legislatura ninguna propuesta destacable, seguramente porque carecen de idea alternativa alguna. Pero ¿qué importa si la bandera es bien grande? Y en ello están. De hecho se negaron a votar a favor de la recuperación del derecho civil valenciano y de la reforma del Estatuto Valenciano para mejorar las inversiones en nuestra Comunidad. Decisión que menosprecia los intereses del pueblo valenciano. Es más, nos sitúa en inferioridad de condiciones respecto del resto de Comunidades Autónomas que reciben inversiones de acuerdo a su peso poblacional y que disfrutan de la competencia en derecho civil ¿Por qué otros sí y nosotros no? Lo cierto es que no han pedido la derogación de estas previsiones en otras Comunidades Autónomas, pero niegan el avance de la nuestra. Entonces ¿qué intereses defienden? Los de los valencianos seguro que no.

¿Y el PP? también tienen un gran interés en que el debate se centre en pseudo-cuestiones identitarias, con el fin de que la gente olvide todos los daños causados por su nefasta gestión de los que aún nos estamos recuperando. Mientras se hable de banderas, ellos contentos.

Que cada uno ame los colores de la bandera que quiera, pero a la hora de elegir a nuestros gobernantes, no está de más aterrizar en la gestión y conocer exactamente qué pretenden hacer con nuestros impuestos y con nuestros derechos, para no llevarnos después extrañas sorpresas y disgustos cuando ya es demasiado tarde.

Isaura Navarro es diputada de Compromís en Les Corts


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