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al otro lado de la colina / OPINIÓN

2020, un negro año para olvidar

2/01/2021 - 

En esta fechas es tradición, y las buenas costumbres hay que mantenerlas, el hacer un resumen de lo acaecido durante el año finalizado, y en el que seguro me dejaré muchas cosas, espero que no sean muy muy importantes, que seguro que alguna lo será. El 2020 ha sido un año que se grabará en nuestras memorias como el año de la pandemia, hasta que llegue la próxima claro. 365 días en los que el coronavirus llenó de tal manera los titulares de la prensa con todo tipo de noticias, que sirvió como perfecta cortina de humo para tapar cualquier tipo de acción o iniciativa, ya fuesen nacionales o internacionales, que al abrigo del miedo los responsables han seguido manejando nuestras vidas de forma más cómoda.

Y aunque para el público en general de Occidente, y prácticamente del resto del mundo sólo existió el SARS-CoV-2 o covid-19, la geopolítica se movió y muy rápido fuera de nuestras fronteras. Un ejemplo claro y sencillo (aunque se simplista) es la misma denominación del maldito virus, que evidencia como la China de Xi Jinping se ha erigido en nuevo líder, o co-líder mundial con permiso (o mejor dicho dejación) de Occidente, pues se ha intentado evitar, a través de todas las guías, manuales o libros de estilo periodístico, que al microbio rodeado de glico proteínas spike se le llame -virus chino-, por diversos considerandos, pero no hay ninguna objeción en hablar de la agresividad y mayor transmisibilidad de la -cepa británica del virus-.

Esta definitiva emergencia de China como co-líder del mundo en este año, se ha visto reforzada por la pandemia, a nivel económicamente al menos, pues si todos los países estamos en clara recesión, la República Popular China está creciendo ahora mismo, y en el segundo trimestre de este año, el diferencial de crecimiento con España del PIB era de 30 puntos, en el tercer trimestre China tenia un crecimiento interanual del PIB en torno al 5 %, la zona Euro un -4,3% (España un -9 %). Y en este cuarto trimestre las cosas para Occidente están yendo bastante mal, tanto en cuanto la crisis sanitaria como la económica a diferencia de China.

Foto: EFE
Otro de los fenómenos que se han visto beneficiados, o por lo menos acelerada su implementación por la pandemia, ha sido la cuarta revolución industrial o 4.0, que simplificada ad limitum consiste en la hibridación entre el mundo virtual y digital. La contención, cuando no eliminación momentánea de las relaciones sociales físicas, consecuencia de confinamientos, estados de alarma y excepción, y toques de queda ha hecho, que las personas, seres sociales según Aristóteles, hayan buscado en las redes sociales de Internet la forma de mantener el contacto con sus familias, amigos y el resto de la sociedad.

También en ese entorno cibernético China está sacando ventaja, en concreto en la computación cuántica que permitirá desarrollar más rápidamente la Inteligencia Artificial (AI), y dar un gran salto en aspectos como la Criptografía, ámbito donde a mitad de año el gran dragón asiático hizo una exhibición con la conexión entre el satélite Micius con dos instalaciones terrestres en Delingha y Nanshan, alcanzando una velocidad  y eficiencia de 100.000 millones de veces superior a la fibra óptica. Esta misma semana se ha comunicado que investigadores de la Jet Propulsion Laboratory de la NASA han logrado una teletransportación cuántica a larga distancia, en lo que parece el inicio de la lucha por la supremacía cuántica, entre el líder del mundo libre los norteamericanos y la China comunista, a la par que la lucha por el 5G, dentro de la guerra comercial, está en su cenit.

Como ven las circunstancias nos llevan a hablar de la Trampa de Tucídides de como “fue el ascenso de Atenas y el temor que eso inculcó en Esparta lo que hizo que la guerra fuera inevitable” y como el presidente USA, el mayor showman político de todos los tiempos, Donald J. Trump entendió claro el desafío chino haciéndole frente, ahora hay que estar a la espera de como Joe Biden, el ¿cuasi? anciano nuevo presidente, va a actuar en esta sin par competencia. Esperemos que no actúe como Lucas Notaras, último Megaduque del Imperio Romano-Bizantino, casi casi contemporizando con su enemigo el sultán Mehmet II en su asedio a Constantinopla en 1453, pues no tuvo una visión de conjunto, y que fue más bien fratricida y sectaria, dado que afirmaba “prefiero ver el turbante musulmán en la ciudad que la mitra latina” (como símbolo de la católica Roma), y que recuerda mucho al posicionamiento de esa corriente occidental nihilista y anticlerical, y ya saben como acabó la cosa para los occidentales europeos frente al Oriente Otomano.

Ahora es turno de hablar del actor internacional revelación de los últimos tiempos el neo otomano Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía, que ha llevado a su país a estar en la cuerda floja con sus alianzas occidentales, tanto que ha sido sancionado por los USA en sus coqueteos con la Rusia de Vladimir V. Putin. El nuevo sultán está desarrollando una política exterior de forma casi totalmente autónoma, en lo que parece una carrera para recobrar el viejo esplendor Imperial de Istanbul, en base a su Doctrina de la “Patria Azul”.

Putin y Erdogan. Foto: EFE
La expansiva doctrina turca, tiene la curiosidad de que siendo propia de una potencia terrestre, lo que pretende es el control marítimo sobre los tres mares que la rodean, el Mediterraneo, el Egeo y el Negro, así como la influencia sobre los otros tres mares siguientes en distancia, el Rojo, el Caspio y el Arábigo en el que se incluye el golfo Pérsico, para asegurar el suministro energético, así como el establecimiento de bases militares y una activa Diplomacia de la Defensa en los países productores de hidrocarburos, recordando todo ello, en parte, por lo del dominio de los mares y el establecimiento de bases, a la doctrina de Alfred T. Mahan.

Esa doctrina de la “Patria Azul, que también se apoya en el programa naval MILGEM, le ha llevado a establecer bases militares y navales en Somalia, Sudán, Libia y Qatar, contando con el apoyo naval de Pakistan en los despliegue de su flota en el mar Arábigo y golfo Pérsico. Además no solo ha realizado todo esos despliegues de forma disuasoria como el desarrollado en el Emirato Árabe de Qatar cuando éste país sufrió el bloqueo el resto de las monarquías del Golfo, sino que ha realizado una activa política de intervenciones armadas como en Siria (donde se atrevió a derribar un avión de combate ruso), en Libia, o la última y muy exitosa en favor de Azerbaiyan en detrimento de Armenia, donde una lectura superficial nos llevaría a pensar que también de la posición estratégica de Rusia en la compleja región caucásica. Pero creo que no, el Kremlin no sólo no ha perdido presencia en ese nudo gordiano geopolítico, pues sigue manteniendo bases militares en Armenia, sino que ahora tiene tropas desplegadas de interposición en el territorio Azerí del Alto Karabaj, y además el conflicto ha servido de escarmiento para el gobierno armenio de Yerevan (y el resto de vecindario próximo) pues éste se había distanciado de los dictados de Moscú, tras la Revolución de Terciopelo de la primavera de 2018.

Y al citar a Moscú, es inevitable hablar a Vladimir Putin en un año decisivo para él, porque cuando se inicio el año su horizonte político tenía como fecha de caducidad el 2024, y ahora pudiera prorrogarse hasta 2036. El cambio se debe al referéndum de modificación constitucional celebrado justo a mitad de año (entre el 25 de junio y el 1 de julio) y aprobado por un 78,56 % de los votantes, que le permitirá volverse a presentar en las elecciones de 2024 y del 2030. Por eso es de entender la no muy activa presencia exterior de Rusia durante el año, en el primer semestre por estar centrado el Kremlin en las enmiendas constitucionales, y en el segundo semestre estar pendiente de la resolución de la crisis de Covid-19 y de los continuos bajos precios de los hidrocarburos (aunque tenga reservas financieras hasta el año 2024) con la consiguiente merma del Estado de Bienestar ruso, ambos factores pueden desgastar el liderazgo de Putin que por el momento no lo parece. Cuestiones estas que no han impedido su participación en diferentes conflictos como Libia, Siria y la ya citada participación en la solución de Nagorko Karabag, y como no, la gran puesta en escena de unidades militares sanitarias en Italia, pais de la OTAN, durante la primera ola del Coronavirus en marzo.

Italia (sobre todo) al igual que el resto de Europa estamos sufriendo de forma muy dura el envite del virus y las consiguientes crisis socioeconómicas, que tuvieron en la decisión de la Unión Europea, de julio del 2020, de crear un Fondo de Reconstrucción de 750.000 millones un rayo de esperanza, para que tanto la UE y sus países miembros puedan sobrevivir al tsunami de crisis que se nos está viniendo encima. Aunque, y ya no será lo mismo en Europa, lo que se acaba de acordar son las condiciones del divorcio entre Reino Unido (UK) y la UE, que a todos los efectos (quedaba algún fleco como Gibraltar) ya navegan por separado, y en este 2021 se empezaran a ver las consecuencias de la separación, a ambos lados del Canal de la Mancha. Otro de los acontecimientos que generaron muchas expectativas y titulares en Europa fueron las elecciones norteamericanas, con claros posicionamientos más o menos oficiales anti Trump, a excepción de UK.

Porque si hay un pais donde se han producido grandes convulsiones y cambios durante el 2020 fueron los Estados Unidos de America, que al inicio del año decidió la eliminación del Comandante de la fuerza de elite Quds de la Guardia Republicana iraní, el general Qasem Suleiman, aventurando un año un convulso año más allá de las fronteras USA, a la par que el pais persa derribaba en Teheran un avión civil ucraniano con 176 pasajeros. Y ocurrió todo lo contrario, en una clara acción de estrategia política por parte de las fuerzas anti Trump, la calle se caldeo hasta extremos incendiarios por parte de los movimientos Black Lives Matter y antifa, tras el triste fallecimiento de George Floyd, que combinado con la crisis del Covid-19, impidió que el presidente Trump renovase cargo en las elecciones de noviembre.

Pero fue allende sus fronteras donde Trump alcanzó sus mayores éxitos al final de su mandato en 2020, en concreto en la paz del Oriente Medio, primero con su plan non nato de Palestina, pero que dio posteriormente lugar a una serie de negociaciones que lograron lo impensable, el reconocimiento por parte de países musulmanes del Estado de Israel, a lo largo del año, en concreto fueron, Emiratos Arabes Unidos, Bahreiní, Sudan y Marruecos, los que establecieron relaciones diplomáticas oficiales con la nación judía. Ademas de negociar estos acuerdos, Israel ha tenido que luchar en el Ciberespacio, pero con consecuencias físicas (como ya les comenté) con su archienemigo Irán, que continua con su propósito de hacer desaparecer al pueblo bíblico de la Torá.

Hasta aquí los aspectos más visibles del 2020, dejó para una segunda parte, otros acontecimientos ocurridos en ese año, y posibles tendencias y augurios para el 2021. Les deseo lo mejor para este año que acaba de comenzar, y muchas gracias por seguir estando ahí, el que resiste gana !!!.

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