VALÈNCIA. Veintidós actores se suben al escenario en su proyecto final de carrera. Es lo que suele hacer la Escuela del Actor: representar una obra en la que los alumnos ofrezcan al público todo lo que tienen. Pero este año lo hace con unas dimensiones mucho mayores a las habituales. En todo momento, sobre el escenario estarán los veintidós alumnos. No hay soliloquios, el protagonismo es compartido. La obra se llama Wonderwood y se podrá ver en el Teatre Micalet los días 2 y 3 de julio.
Cuenta la historia de un festival clandestino que organizan un grupo de jóvenes en un bosque. En un contexto histórico marcado por la represión, comienzan a dar rienda suelta a sus deseos y a su libertad personal, y entonces comienzan a ocurrir fenómenos insólitos. Se trata de una obra coral que ha implicado un gran esfuerzo físico por parte de los actores. Además de interpretación, integra danzas y lo que sus directores definen como “manipulación de objetos”.
La obra está dirigida por los directores y profesores de interpretación Ramón Rodenas y Guille Zabala. La producción ejecutiva corre a cargo del alumno de la Escuela del Actor Sergio M. Montes, quien también ha llevado la escenografía y ha actuado en la obra. El elenco se completa con los alumnos Iris Pérez, María Guerra, Lucía Naharro, Olga Martínez, Sergio M Montés, Isabel Verdejo, Nacho Osa, Carla Celda, Ismael Afif, Alberto Martín de Miguel, Nina Noguera, Ana Vila, Miguel Torrecilla, Fran de la Hoz, Gisela Ruiz, Vicente Ausina, Sandra Murgui, Jose Luis Carmona, Ainhoa Ortuño, David Colomer, Irene Gallardo y Gabriela Willis.
Creación colectiva
Los directores de Wonderwood explican que la obra ha sido creada de manera colectiva entre alumnos y profesores. “Partimos de preguntas que les hicimos en función de sus intereses, sus miedos y sus deseos. Planteamos debates y poco a poco fueron surgiendo materiales que usamos como parte de la dramaturgia. Luego hacemos una criba y lo ordenamos todo”, explica Rodenas. “Eso sí, en todo momento dejamos claro que nosotros somos los capitanes de barco”, añade.
Zabala opina que hacer una obra así supone un doble reto: “ya sería un reto de por sí, pero además de trabajar la dirección tienes que tratar de ser pedagógico. Ha sido un aprendizaje mutuo, tanto de los alumnos como de nosotros”.
Por su parte, el alumno y productor ejecutivo de la obra Sergio M. Montes explica que se ha visto en distintas tesituras en este proyecto final de carrera. Además de como productor, está trabajando como escenógrafo y como actor. “A veces la línea entre tantas cosas se hace demasiado fina. He tenido algún que otro problema, pero ha sido un aprendizaje enorme”. En un principio no le hacía especial ilusión llevar la producción de la obra, pero ahora dice que “ha descubierto un mundo que no descarta el día de mañana”.
Zabala considera que la obra tiene momentos “de mucha belleza. Lo que hacen los alumnos es genial, vale la pena”. Y lo más llamativo, según Rodenas, es “ver a 22 actores en escena en todo momento sin que haya ningún momento solista. Aunque la escena la lleve uno u otro, se apoyan entre ellos y se suman todo el tiempo”.
M. Montes también destaca que ahora que él y sus compañeros han terminado la carrera, se enfrentan “a un escenario de temor e incertidumbre”. Cuenta que cada uno escogerá un camino: la danza, el cine, quedarse en València, mudarse a Madrid… pero que la sensación generalizada es “la inseguridad”.
