VALENCIA. "¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?". Con esta cuestión, la historiadora Linda Nochlin sacudió en 1971 una alfombra con mucho polvo acumulado. La incómoda pregunta puso el foco en la (poca) presencia femenina tanto en el arte contemporáneo como en su discurso histórico. Alejadas de los procesos de producción y eliminadas del relato oficial, las autoras se han convertido en algo casi anecdótico en las salas de los grandes museos de ámbito nacional y, también, regional. Para muestra, un botón. 5,19%. Ese es el porcentaje de piezas firmadas por mujeres en los principales museos de la Comunitat.
Herederas de una historia poco generosa con la mujer, las salas tratan de sumar autoras a su discurso, aunque su inclusión sigue siendo prácticamente nula. De entre las más de 630 piezas que se muestran en el Museo de Bellas Artes San Pío V, La chula (1925), de María Sorolla García, es la única firmada por una mujer de la exposición, pieza claramente marcada por la influencia de su padre, tanto en colorido como técnica. Por su parte, el museo de Bellas Artes Gravina de Alicante (MUBAG) cuenta con dos exposiciones permanentes centradas en autores masculinos. Por un lado, 'Emilio Valera en la colección de Diputación de Alicante', que suma 31 lienzos del autor, y, por otro, la muestra 'El siglo XIX en el MUBAG. De la formación a la plenitud de un artista', que cuenta con 57 piezas, todo lienzos menos dos esculturas, de artistas de la provincia de Alicante.
Tal y como ocurre en el San Pío V, la sección de pintura y escultura del Museo de Bellas Artes de Castellón, que suma un total de 285 piezas, sólo cuenta con una obra firmada por una mujer. Se trata de Columna Salomónica (2005), una pintura mixta y collage sobre lienzo creada por la castellonenese Beatriz Guttmann, fallecida en 2014. En el caso de las secciones de cerámica, que suma 800 obras, y de arqueología y etnología, con más de un millar y medio de piezas, se desconoce el sexo de sus creadores. Guttmann y Sorolla. Van dos.
"Eran pocas las mujeres que se dedicaban a la pintura, relegadas al papel de esposa y madre. Además, si lo hacían, no firmaban. Una parte importante de las obras anónimas deben estar realizadas por mujeres, pero para determinarlo hay que hacer un trabajo de atribución imposible", explica Áurea Ortíz, profesora de Historia del Arte de la Universitat de València.
De hecho, las pocas que lograban acceder a algún tipo de educación artística en los siglos XVIII y XIX no podían en ningún caso entrar a las clases de cuerpo humano, siendo relegadas a la pintura de bodegones o paisajes, género que se consideraba menor frente a las grandes escenas históricas. "La normalización es muy reciente, ni en la vanguardia clásica existía la igualdad, donde la mujer era considerada musa. En los 60 los hombres seguían siendo considerados los genios".
"¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Met?". Otra pregunta incómoda. Como la de Linda Nochlin, el grupo de artistas feministas Guerrilla Girls puso de nuevo el acento en una presencia femenina que no llegaba a cuajar. En los años 70 y 80 se producía un fuerte movimiento de arte militante y político, feminismo a través de, principalmente, obras efímeras, performances con ganas de meter el dedo en la llaga y buscar respuesta a esas cuestiones que erizaban los vellos de los más conservadores.
Aunque son los museos de arte contemporáneo los que suben la media, el volumen de obra no es lo suficientemente grande como para superar el apabullante 95% de autores masculinos en los principales espacios expositivos de la Comunitat Valenciana. Con el parón en seco de la maquinaría que dejaba fuera a las mujeres de la vida pública, engrasar de nuevo las tuercas está siendo un lento proceso.
De las 177 piezas que componen la colección del siglo XX del Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA), apenas una decena pertenecen a mujeres, siendo tres las que exponen actualmente en sus muros. En el caso de la colección Caja Mediterráneo, la segunda permanente, de las 22 expuestas hay cuatro piezas de mujeres, concretamente de las artistas Carmen Calvo, Victoria Civera, Ángeles Marco y Amparo Tormo.
A estas hay que sumar una pintura de Juana Francés, miembro fundador y única mujer del grupo El Paso, expuesta en la entrada del museo, una del centenar que dejó como legado al MACA. Por su parte, del total de la colección del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y los depósitos, 12.963 obras están firmadas por hombres y 786 pertenecen a mujeres. A estas se suman otras 469 de grupos.
Apartadas históricamente de talleres, tampoco en el ámbito académico la figura femenina ha sido considerada. La Historia del Arte se ha convertido en la de los genios, la de grandes (y pequeños) hombres. "Hay que cambiar el relato oficial, no se trata de incluir dos o tres nombres, sino de explicar dónde estaban las mujeres en cada periodo. En este caso, la universidad tiene una visión conservadora", explica Áurea Ortíz.
También desde la Universitat de València, la investigadora Mariangeles Pérez trata de poner nombre a las mujeres que ingresaron en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos hasta mediados del siglo XIX. "Ellas han pasado a la historia como aficionadas, como un grupo homogéneo, mientras que a ellos se les llama autores diletantes", explica la investigadora.
Aunque destaca la presencia reciente de numerosas exposiciones en clave femenina en el IVAM, reconoce que la presencia es "prácticamente nula" en general. Así las cosas, recuerda lo ocurrido en la presentación del festival de cómic de Angulema 2016, cuando los autores se plantaron al no contar la organización con ninguna mujer entre su lista de 30 nominados al gran premio de la bande desinée. La lucha se hizo a golpe de lápiz con una curiosa revisión del logotipo del evento.
"No creo que sea intencionado, pero las propias estructuras incitan a esto [mayoría masculina]. Hay grandes pintoras, lo que tenemos que preguntarnos es por qué hoy en día se mantienen esas dinámicas", explica Pérez, que lamenta que gran parte de la promoción femenina se queda, precisamente, en muestras puntuales dedicadas a mujeres artistas. "Cada vez hay más información derivada de investigación y artículos, pero la forma en la que permea en los manuales de Historia del Arte es muy lenta".
Sin embargo, no es sólo en el ámbito artístico que los personajes femeninos han sido silenciados. Según un estudio publicado en 2014 por la investigadora de la Universitat de València Ana López Navajas, la tónica de los museos se cumple en los libros de texto de secundaria, donde la representación femenina queda reducida a un 7,5%. Como ejemplo, hasta el siglo XX, la única autora que en la mayoría de los casos se cita es Santa Teresa de Jesús.
Aunque el Centro del Carmen, sede del Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana, no cuenta con colección propia, en las exposiciones monográficas que han acogido en los últimos dos años también son los hombres los grandes protagonistas. El pasado año se realizaron una veintena de muestras, cuatro de ellas dedicadas a autoras femeninas (Helena Sorolla, Marisa Casalduero, Rebeca Plana y Claudia Martínez). En 2014, de dieciséis exposiciones, fueron tres las que se centraron en mujeres (Flor Mayoral, Laura Lío y Estefanía Martín).
De igual forma, estos datos hay que sumar las exposiciones del Proyecto 3 CMCV de apoyo al arte emergente, el cual selecciona tres proyectos expositivos en cada edición. En la primera de ellas las tres obras seleccionadas fueron de mujeres. En total, hasta la fecha, han participado 10 artistas y aquí sí que ha habido paridad, 5 hombres y 5 mujeres (Inés Parcero; Marta Pina; Cecilia Segura; Yasmina Morán y Alejandra de la Torre). Nuevas creadoras y estudios que tratan de revolver la historia para lograr que la igualdad deje de ser emergente.