VALÈNCIA. El Orfeó Universitari de València cumple 75 años y se mantiene como la formación coral más antigua dentro de su ámbito. Este año comparte efemérides con la Orquesta de València, que sopla 80 velas, y con el Orfeó Valencià, que celebra medio siglo de vida. El Universitari festeja su hito esta noche en el Teatre Principal de València con un concierto especial en honor al personal sanitario y las víctimas de la covid-19. Lo harán en un pase especial reservado a los homenajeados y autoridades y otro para el público general.
“Llegamos a estos 75 años en un momento tranquilo y bonito después de dos años de pandemia muy complicados, que nos hacía casi imposible tanto ensayar como actuar. Nunca hubiéramos pensado que coincidiera la vuelta a la normalidad con estas celebraciones, pero nos alegra que puedan coincidir, y así lo hemos reflejado en el programa del concierto”, explica Francesc Valldecabres, director de la formación desde 2012.
En Lux, el nombre del espectáculo que presentan y que cuenta con la colaboración de la Orquesta Sinfónica de València y la compañía catalana Crea Dance Company, quiere servir para recordar a las personas que fallecieron pero también como una acto de agradecimiento al personal sanitario: “El poder evocador de la música de Arvo Pärt, con esta partitura mínima que nos deslumbra, se enlaza con la frialdad desesperada del letón Peteris Vasks, que busca la paz, una paz querida, una paz tranquila. El fragmento de Schnittke nos prepara para la esperanza que transmite esta misa que aliña y renace de la oscuridad, compuesta por Ola Gjeilo. De la individualidad a la sociedad, de la oscuridad a la luz. Un programa lleno de colores y matices para dejarnos guiar por esta coreografía de nosotros mismos”, explica la formación en su programa de mano.
75 años no han pasado factura al Orfeó Universitari de València, sino todo lo contrario. “No se nos notan los años en absoluto. Vivimos un momento muy dulce, muy bueno. Contamos con una formación estable y cada vez más integrados entre las agrupaciones más profesionales. Nuestra historia nos ha ido situando en un lugar destacado”, celebra Pedro Díez, presidente de la asociación. “Hay que tener en cuenta que somos una agrupación amateur, pero hemos sido pioneros y conservamos la esencia de ser una agrupación joven con muchos años de experiencia. Eso nos ha hecho poder estar al lado de agrupaciones importantes, tanto a nivel nacional como internacional”, suma Valldecabres.
Algunos datos que radiografían estos 75 años. Por el Orfeó Universitari han pasado más de 2500 personas a lo largo de su historia. Cuenta con 85 miembros activos, pero suelen contar, en conciertos en los que necesiten a más gente, con personas que han formado parte pero ya no están en su día a día. Para el concierto de Carmina Burana que ofrecieron en octubre llegaron a contar con 150 voces sobre el escenario. Realizan más de 40 actuaciones al año, un volumen de actividad muy importante. Y solo en el último curso recibieron 150 solicitudes para entrar, de las que seleccionaron a 35 personas. A pesar de ser amateur, la dedicación es importante, alrededor de cinco horas semanales de ensayo, que complementan, por supuesto, actividades recreativas.
La puerta de entrada a la formación es tremendamente heterogénea: “desde personas que tienen una buena voz pero pocos conocimientos musicales y desean desarrollar su afición, hasta personas que están acabando un grado superior en música o similares y creen en el proyecto para darle continuidad a su formación”. “Somos amateur, pero hemos podido formar a muchísimos profesionales”, desgrana el director de la formación.
La asociación tiene una rotación de gente importante porque la vida de los jóvenes cambia mucho, pero tanto Valldecabres como Díez coinciden en poner en valor que muchas personas, a lo largo de estos 75 años, han querido seguir ligadas tras pasar su época universitaria.
¿Qué ha cambiado y qué no a lo largo de estas décadas? Primero lo que sí: “antes dependíamos mucho de los encargos de ayuntamientos y organismos, y eso nos hacía tener un repertorio muy concreto. Ahora tenemos capacidad de ser tradicionales, pero también muy contemporáneos”— apunta Díez. Lo que no: “A pesar de los cambios en la asociación y en la dirección del conjunto, hemos conservado una esencia: gente muy joven, con voces frescas, muy ágiles, que son capaces de enfrentarse a repertorios dinámicas y con unos agudos maravillosos. Tal vez se nos resistan los repertorios más densos, pero todos los directores hemos compartido el ideal de ser naturales ante todo, y que el Orfeó no sonara artificioso” — responde Valldecabres.
Ahora cabe pensar en el futuro, que está más que asegurado a pesar de ser una asociación por la que la crisis no ha pasado desapercibida. Su historia y el compromiso de los orfeonistas ha podido con todo. Presidente y director apuntan a dos retos complementarios: “para encontrarnos cada vez en un espacio más profesional, la formación es lo más importante, y hemos tomado varias acciones en ese sentido”, apunta el primero; “lo primero que tienen que hacer las agrupaciones es profesionalizar la gestión (no solo la parte musical, también los equipos de administración). Eso nos permitirá trabajar mejor. Nosotros ya estamos dando pasos decididos en ello”, explica el segundo.