ALICANTE. Las disputas personales son uno de los principales riesgos a los que se enfrentan las empresas familiares, que en muchos casos no superan el segundo relevo generacional por este motivo. En el caso de Samar Internacional, el holding del plástico que creó el expresidente de la CAM Vicente Sala, esas diferencias eran especialmente acusadas: los cuatro hermanos (Vicente, Antonia, Maria del Mar y Fuensanta) no solo estaban enfrentados por la forma de gestionar el imperio que construyeron sus padres (que factura 260 millones de euros al año), sino también por algo mucho más terrible: el asesinato de su madre, Carmen Martínez, en diciembre de 2016.
Como ha contado este diario, los hermanos Sala estaban divididos en dos bandos: de un lado, el hijo varón; del otro, las tres mujeres. Ese enfrentamiento por la dirección de las empresas salió a la luz en el otoño de 2016, cuando ellas intentaron deponer a su hermano mayor y su madre, meses antes de ser tiroteada, usó la 'acción de oro' para anular los cambios en el consejo. Las diferencias se agravaron con el asesinato de Carmen Martínez y la detención de su yerno, Miguel López (casado con Fuensanta, la más joven), como único sospechoso de ser el autor material: su esposa y sus cuñadas creen en su inocencia, mientras su cuñado ejerce la acusación popular contra él.
El enfrentamiento amenazaba con bloquear el funcionamiento de las empresas, dado que cada decisión de Vicente Sala junior como administrador único (en virtud de la 'acción de oro' de su madre, que además se la legó en su testamento) era recurrida por las hermanas. La familia acumuló varios pleitos en los juzgados: por el uso de la 'acción de oro', por la aprobación de las cuentas anuales, por la transmisión de acciones, por las inscripciones en el Registro Mercantil... la única salida, según destacan fuentes cercanas, era separar sus caminos para garantizar la supervivencia de la empresa, que opera en una docena de mercados internacionales. "Se ha alcanzado la mejor solución posible, en realidad la única. Hacía falta altura de miras y se ha tenido", destacan dichas fuentes.
La separación empresarial se firmó la pasada semana en una notaría de Madrid, tal como desveló este diario, tras un año largo de negociaciones. Hace precisamente un año, se filtró que el acuerdo entre las dos facciones de la familia (el hijo varón cuenta con el respaldo de su tía, hermana y consejera de su madre) estaba próximo, pero las fuentes consultadas lo descartan: "Hace un año no se había negociado nada, simplemente interesaba que pareciese que se iba a solucionar", argumentan. Quizá para mantener a salvo la reputación de las empresas entre sus clientes y proveedores.
Las hermanas Sala decidieron entonces prescindir de su hasta entonces abogado, y ficharon al despacho valenciano Varona Asesores, que ha asumido su representación en el último año. Vicente Sala siguió fiel a sus abogados Francisco Ruiz Marco y Luis Corno, que también lo representan en el caso penal contra su cuñado. Las negociaciones se han desarrollado, según cuentan estas fuentes, sin que los hermanos hayan cruzado una sola palabra en este tiempo. Y ha sido una negociación complicada, porque si bien había un informe de Deloitte que tasaba el valor de las empresas en aproximadamente 100 millones de euros, finalmente ese informe no se llegó a usar en la negociación. "Se trata de una cuestión sentimental, una empresa familiar. Al final se trata de decidir cuánto vale para ti", señalan las fuentes.
Y ese valor, a tenor de las cifras del acuerdo, se estableció en unos 90 millones. Vicente Sala, como ha contado este diario, compró la parte de sus hermanas en Samar Internacional (el 60%) por unos 54 millones, de los que 12 se han pagado con su participación en los inmuebles de la familia, y otros 36 en metálico. Además, queda una parte variable en el entorno del 11% (más o menos, otros seis millones) que se pagará a lo largo de los próximos años si se dan una serie de condiciones. Las hermanas Sala, así, salieron de la notaría con 48 millones de euros. "El dinero ya ha cambiado de manos", explican las mismas fuentes, "aunque en este tipo de negociaciones siempre quedan flecos, como quién paga una escritura concreta, o una inscripción".
Los hermanos Sala, esta vez, tuvieron que volver a coincidir, después de que Vicente se llevase la sede de las empresas del domicilio familiar a un despacho en la plaza de los Luceros (la vivienda de su familia también se ha trasladado al centro de la capital alicantina). Eso sí, ni siquiera llegaron a verse, al tener la notaría varias plantas. "Decidieron firmar en Madrid para que no se les viese en una notaría de Alicante, por razones evidentes", explican fuentes próximas, "y en esa notaría había varios pisos, así que casi no se vieron a pesar de tener que firmar más de 100 documentos distintos". Quizá un exceso de celo de los responsables de la notaría.
La negociación, llevada por sus equipos de abogados, no ha sido nada fácil. Aunque sí muy imaginativa. Se ha dilatado durante más de un año no solo por la necesidad de obtener financiación por parte del hijo varón, sino porque había un componente afectivo importante, más allá del componente económico. "Los sentimientos encontrados siempre complican la negociación económica, y en este caso además el componente afectivo es especialmente importante". No en vano, Vicente ejerce la acusación particular para encerrar por el asesinato de su madre al marido de una de sus hermanas. "Con mayor virulencia incluso que la Fiscalía", a juicio de estas fuentes.
El acuerdo permite a los hermanos separar sus caminos, y salva las empresas. Había mucho empleo en juego, y el acuerdo era el único posible. El negocio del plástico queda para el hijo varón, como siempre quiso su madre. Los inmuebles (excepto los que ocupan las empresas, por razones obvias), para ellas, además de los 48 millones de euros (que pueden ser 54). Entre ellos, algunos tan simbólicos como la casa familiar en la avenida de Dénia o el concesionario Novocar, donde falleció asesinada su madre. Hoy, con la empresa liquidada, sigue cerrado.