ALICANTE. El Banco Sabadell confía en cerrar cuanto antes la venta del 'ladrillo tóxico' heredado de la crisis que aún pesa en su balance, y que como ha venido contando este diario puso a la venta en cuatro proyectos, uno de los cuales (Galerna, 900 millones en fallidos de CAM) ya ha sido adjudicado. El banco, como ya adelantó Alicante Plaza, está pendiente de cerrar un acuerdo con el Fondo de Garantías de Depósitos (FGD) sobre la fórmula para desprenderse de todos estos activos de una sola vez, como es su intención, dado que algunos de los paquetes a la venta están protegidos por el Esquema de Protección de Activos (EPA) que concedió el FROB al Banco Sabadell al comprar la antigua caja alicantina.
Las negociaciones se han venido desarrollando desde hace semanas (implican también al BBVA, por la compra de Unnim), y fuentes del mercado consideran que el acuerdo podría estar prácticamente ultimado, aunque aún no es definitivo. La fórmula que se baraja es la de crear una o más sociedades nuevas, según cuántos adjudicatarios resulten del proceso de venta, para traspasarles los activos en cuestión y el EPA, que se iría liquidando a medida que esos activos se vendieran. De esta forma, la venta del 'ladrillo tóxico' del Sabadell (y del BBVA) de una tacada no implicaría una factura millonaria para el FROB, que cubre el 80% de las pérdidas ocasionadas por esas ventas. Una factura que obligaría a afrontar una derrama, dado que el FGD no tiene tanta liquidez, y que al tratarse de recursos públicos terminaría por elevar el déficit del país.
En esas nuevas sociedades, los fondos que compren el 'ladrillo' del Sabadell tendrían una notable mayoría accionarial, del entorno del 80%, mientras que el banco conservaría el 20% restante. En el caso de la entidad que preside Josep Oliu, los proyectos afectados por el EPA son el Makalu (2.400 millones en préstamos promotor y pyme con garantía) y el Coliseum (2.500 millones en activos adjudicados a la CAM). Hay un tercer proyecto a la venta, Challenger (5.000 millones en activos adjudicados al Banco Sabadell), que no está afectado por estas garantías.
Según distintas fuentes, el fondo de origen norteamericano Cerberus tiene muchos números para hacerse con los dos últimos proyectos: es decir, 5.000 millones en activos adjudicados al Sabadell, de los que el banco asumiría en solitario las pérdidas ocasionadas por la operación, y otros 2.500 millones en activos adjudicados a la CAM, de los que el FDG cubriría el 80% de las pérdidas que registre la entidad en la venta. No obstante, la decisión aún no está tomada, y el fondo Blackstone, también norteamericano (y que ha protagonizado grandes operaciones inmobiliarias en España en los últimos meses), se postula asimismo como adjudicatario de alguno de los proyectos a la venta. El Sabadell, al contrario que otras entidades, siempre ha planteado procesos de concurrencia competitiva para deshacerse de estos paquetes de activos, por lo que la decisión no es instantánea.
Así, las dos negociaciones (con los fondos interesados y con el Fondo de Garantías de Depósitos) se desarrollan en paralelo, aunque el calendario que se maneja apunta a finales de este mes para tener cerrada la operación de venta. Al traspasar los activos y el EPA a nuevas sociedades de las que el banco es accionista minoritario, el Sabadell podría desconsolidar de su balance estos activos tóxicos, antes del plazo previsto (el EPA está vigente hasta 2021). Oliu ya señaló, antes de la junta de accionistas celebrada en abril en Alicante, que su entidad valoraba aprovechar la "apetencia" de los fondos por estos activos para agilizar la venta del ladrillo.
Como ha contado este diario, la división inmobiliaria del banco, Solvia, será la que se encargue de seguir comercializando los activos traspasados a estas sociedades, por lo que actuará como 'servicer' de los fondos que adquieran los activos. Solvia, creada para gestionar la cartera de activos adjudicados al Sabadell en plena crisis, se ha ido posicionando como una de las firmas de referencia en el sector de la intermediación inmobiliaria, hasta el punto de abrir varias 'tiendas' de pisos (las Solvia Stores) para particulares, y convertirse en comercializador de promociones de terceros. Entre sus clientes más destacados se encuentra precisamente la Sareb, el 'banco malo' creado para asumir esos activos tóxicos herencia del estallido de la burbuja, pero también Neinor Homes.