CASTELLÓ. Miguel Barrachina da un paso al lado y decide no presentarse a la reelección como presidente del PP en Castellón. El anuncio, que realizará él mismo en breve a través de un comunicado con un vídeo, pone fin a las especulaciones sobre su futuro, alimentadas en las últimas semanas ante su indefinición pese a la relativa cercanía del congreso provincial que, según los estatutos, debe realizarse en tres meses.
El barón segorbino relevó en el cargo a Javier Moliner el 3 de junio de 2017 en Peñíscola. Arropado, entre otros, por el entonces Ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y el portavoz en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, obtuvo el respaldo del 92% de los compromisarios como único candidato. Su elección no planteó debates internos y se consideró como un acicate para afrontar las siguientes citas electorales, especialmente los comicios municipales de 2019.
No obstante, con la proclamación de Pablo Casado como presidente nacional el sector crítico comenzó a cuestionar el liderazgo de Barrachina, afeándole haberse posicionado del lado de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias. Esos reproches, en realidad, afloraron con los malos resultados de las elecciones municipales, perdiendo el Partido Popular su último bastión en la provincia: la Diputación de Castellón.
A pesar del ruido del reducido grupo de opositores, lo cierto es que Barrachina siempre ha gozado del respeto y apoyo de Génova. Sin ir más lejos, mantiene una relación de amistad con el número dos del PP, Teodoro García Egea, con el que coincidió durante varios años en legislaturas anteriores en el Congreso de los Diputados.
Ahora, con la marcha de Barrachina se inicia la carrera interna entre los barones y baronesas por alcanzar la presidencia provincial. Madrid tendrá mucho que decir al respecto, ya que la persona elegida deberá ser de la total confianza de la dirección nacional, siempre también en clave autonómica, ya que tampoco está clara la continuidad de Isabel Bonig en el PPCV.