CASTELLÓN. Si hablamos de los cambios que se producen en la calle -entre obras, más obras, y muchísimas más obras con un ruido exasperante- podemos decir que las ciudades no dejan de ser nunca "nuevas". Sin embargo, los cambios que exigen los arquitectos para que podamos dotar de esta etiqueta a una metrópoli son de mayor exigencia. No vale retorcerse pues sobre las mismas fórmulas que en el pasado; las ciudades urgen un cambio de mayor envergadura que oscile entre devolverles su razón de ser a muchos edificios evocados al olvido, abandonados por las ansias de construir, y desarrollar viviendas cada vez más eficientes que consuman menos energía. Así, si bien Castellón (ciudad) se ha transformado casi por completo en los últimos veinte años, al extender su línea geográfica desde la Universitat Jaume I -y su zona residencial- hasta El Grao: parece que hace falta más. No lo dice una periodista, lo reitera el Colegio Territorial de Arquitectos de Castellón con el que ha podido hablar este mismo medio. Encabezada por su presidente Ángel Pitarch, la junta directiva se compone de la secretaria Susana Babiloni, el tesorero Ángel Albert, el vocal de Cultura Ignacio Pascual y la vocal Santa Morro. Todos al habla.
-¿Qué papel ocupa el Colegio de Arquitectos en la provincia de Castellón?
-Ángel Pitarch: El colegio tiene muchas funciones. Hay una como más institucional y regulada normativamente que trata de garantizar la calidad de trabajo de los arquitectos. Con ello, si un profesional hace un proyecto, es este ente el que de alguna forma da fe de que esa persona tiene unos conocimientos previos y que cumple con los estándares de calidad. Así mismo, tratamos de ayudar a los arquitectos en su formación o búsqueda de información. En efecto disponemos de una biblioteca con mucha información que está abierta a cualquiera que quiera venir y documentarse para un proyecto específico. Por último, destacaría nuestro rol en la sociedad, dado que nos convertimos en interlocutores entre la profesión y la ciudadanía. Cuando puede surgir un tema polémico o conflictivo, somos lo suficientemente competentes como para dar respuesta.
-¿Hay peligro de que esta estructura algún día desaparezca?
-Ángel Pitarch: Para nada, no hay ningún indicio que nos haga pensar que esté en peligro de extinción. En estos momento es obligada la colegialización de los arquitectos para poder ejercer y eso de alguna manera garantiza la supervivencia del colegio. De todos modos, si no existiera como tal tendríamos una asociación o entidad parecida que nos ayudará a la formación y defensa de los intereses de los arquitectos.
Los retos arquitectónicos que tiene Castellón
-Si hiciéramos un #10YearsChallenge de Castellón, ¿Qué cambios señalaríamos cómo más importantes?
-Todos: La vía, la ampliación de la avenida de Lidón, toda la zona de la universidad y ya tenemos tram y su articulación con El Grao.
-Ángel Pitarch: En los últimos diez años quizá se haya conseguido una mejor vertebración de la ciudad y una pérdida de presencia de los coches en su interior. Y es que antes Castellón era solo lugar para los vehículos y ahora está dejando de serlo. Hay más zonas peatonales y mayor transporte público y eso facilita que sea una ciudad algo más amigable. Igualmente, los aparcamientos también están más regulados y nos hemos acostumbrado a aparcar en un parking. Con todo ello, se ha producido también un crecimiento del extrarradio de zonas que antes no existían y que han creado una ciudad nueva.
-Por contra, ¿Cuáles son los principales retos que le quedan a la provincia?
-Ángel Pitarch: Pues en Castellón precisamente uno de los retos de cara al futuro es mejorar la accesibilidad. La gente del resto de municipios o incluso los comercios siempre se quejan de lo difícil que es llegar a Castellón y el tiempo que cuesta entrar a la ciudad
-Ángel Albert: Tanto a escala media como de la área metropolitana. Acceder desde Vila-real hasta Castellón es complicado, pero desde la estación al aparcamiento de la Rey Don Jaime, también.
-Ángel Pitarch: En este sentido, también hace falta coordinar el urbanismo. La ciudad de Castellón tiene a su alrededor otros municipios como Almassora o Benicàssim que prácticamente son de la misma metrópoli y están dentro de la misma área de influencia. Por eso, hace falta conectar todas estas ciudades de forma lógica. Por otro lado, hay que dar respuesta en un futuro a diferentes distorsiones del urbanismo; por ejemplo, que en un término municipal haya una industria y al lado viviendas. Esto se puede ir resolviendo gracias a los planes de acción territorial que desarrolla la Conselleria de Vivienda.
"Si rehabilitamos, estamos regenerando sin consumir más espacios ni recursos naturales"
Igualmente, hay diversas normativas y ayudas que potencian la rehabilitación de la edificación existente. En este campo estamos despegando pero hace falta que empiece a funcionar y que no sea algo excepcional, dado que hay muchas viviendas antiguas y no tiene sentido que continuemos construyendo edificios nuevos y los viejos queden abandonados. Este reto sí que le acontece a todos los municipios, cualquiera por pequeño que sea. Hay una serie de viviendas que habrá que ver cómo rehabilitarlas para que no queden en desuso. Y es que queda reflejado, sobretodo, en poblaciones más longevas donde su núcleo histórico está totalmente abandonado y nadie quiere vivir ahí. En cambio si lo rehabilitamos, estamos regenerando y sin consumir más espacio ni recursos naturales. De igual manera, debemos hacer edificios cada vez más eficientes y que consuman menos energía.
-Esta semana se han dado a conocer los 40 proyectos finalistas para los Premios Mies van der Rohe. Mientras pequeñas ciudades como Teruel o Girona han entrado en el ránking, toda la Comunitat Valenciana ha quedado fuera. ¿Falta mayor riesgo o innovación en la arquitectura de "la terreta"?
-Ángel Pitarch: Con Teruel podríamos competir pero quizá con Barcelona, también en la lista, es más difícil por el número de obras que se hacen allí y aquí. Es el problema que solemos tener en este tipo de concursos.
-Ignacio Pascual: También la crisis aquí ha sido más fuerte que en otras ciudades. Así mismo, puede que muchos equipos de Castellón lancen sus proyectos desde fuera. Pero es cierto que normalmente prevalecen lugares donde la arquitectura en ese momento está despuntando.
La arquitectura vista como una manifestación artística
-El Colegio de Castellón destaca por su contribución a la faceta más cultural de la profesión. ¿Anheléis recordar, con ello, que la arquitectura también es patrimonio y arte?
-Ángel Pitarch: Esta idea corresponde a una de las visiones más antiguas de la arquitectura que dice que esta se puede considerar como una disciplina más de las bellas artes, junto a la pintura y la escultura. Para nosotros tiene mucho sentido porque cuando hacemos un edifico no tratamos de hacer únicamente hogares confortables y habitables, sino también que sean bonitos. Con ello, a partir de esta premisa el colegio realiza diferentes actividades culturales. Es frecuente pues que tengamos exposiciones y todos los años participamos en el concurso de Imaginaria o en el festival de La nit del art, porque son eventos que no vienen profesionales del sector a vernos sino la misma sociedad. El año pasado se acercaron a nuestro hall unas 500 personas.
"Mandamos una carta al Conseller pidiendo su reconocimiento a la piedra seca; nos alegramos de que 2 años después haya llegado"
-Ángel Albert: Conviene alejarse también de la idea de que el patrimonio construido es únicamente patrimonio monumental o histórico. De hecho, ahora está muy en auge el patrimonio industrial. Hicimos unas jornadas hace dos años para poner en valor la piedra seca y ahora estamos viendo cómo están teniendo su fruto hasta internacionalmente, ya que ha sido reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.
-Ángel Pitarch: En esas jornadas le mandamos una carta al Conseller de Educación pidiéndole su reconocimiento a esta técnica y hace tan solo un par de días que ha anunciado la formación reglada para ciclos formativos de piedra en seco. No sabemos si nos hicieron caso o no, pero aplaudimos porque era lo que reclamabámos nosotros hace dos años.
-Este mismo jueves presentáis el festival MIAU de Fanzara y el documental I'm burning sobre el mismo evento. ¿Son dos claros ejemplos de cómo la arquitectura necesita reinventarse artísticamente?
-Ángel Pitarch: Sí, totalmente. Esto surgió por una iniciativa del valenciano Miguel Arraiz, quien hace unos años pasó de dedicarse a la arquitectura a construir fallas y construyendo construyendo, llegó hasta el festival de EEUU Burning Man, que es una especie de evento donde queman objetos. Ambos proyectos son interesantes porque si somos capaces de construir edificios, también somos de alguna manera capaces de construir fallas.
-También queréis fomentar esta creatividad a través talleres, como por ejemplo, de fotografía. ¿Es importante entremezclar todas las disciplinas artísticas para ver reforzado vuestro trabajo?
-Ángel Pitarch: La formación del arquitecto, durante sus años de carrera, no deja de ser muy generalista. Por ello, cuando finaliza sus estudios lo más interesante es que se especialice en diferentes facetas. Hay quienes optan más por la técnica -desde calcular estructuras e instalaciones hasta hacer el proyecto de un edificio--, pero también hay quienes prefieren hacer dibujos en 3 dimensiones o trabajos de realidad virtual. Pero incluso hay gente que ha terminado especializada en la fotografía de edificios y esta salida tiene mucho éxito porque en una revista de arquitectura, que la van a seguir profesionales del sector, quieren ver fotografías de edificios perfectamente hechas, no siguiendo los criterios de un periodista.
-¿Cómo queda toda esta enseñanza recogida de forma que se pueda fomentar también en las escuelas?
-Tenemos actividades para los más pequeños. En Navidades organizamos un concurso de dibujo para niños de primaria y recibimos más de 300 propuestas. El lema era "La ciudad" y a partir de ahí cada uno hizo un dibujo de cómo entendía que era una ciudad. Es un proceso que resulta muy curioso. De alguna manera, no esperamos que todos terminen siendo arquitectos pero sí consumidores de arquitectura, porque van a vivir en un edificio y tienen que tener criterio.