MADRID. Compromís ha presentado una moción para su debate en el Senado que pide la eliminación de la asignatura de religión en los centros educativos y que ese horario lectivo se dedique a otras asignaturas o proyectos que respondan a la realidad socioeducativa de cada centro. Además, propone que se deje de asumir el coste del salario de los profesores de religión en los centros privados concertados y que se termine con los acuerdos y concordatos que permitan la intromisión de confesiones religiosas en el sistema educativo y demás instituciones públicas.
“La reforma en este ámbito debe avanzar más allá. La evaluación o no de la asignatura de Religión es un debate caduco que debe de plantear un cambio real: dejar de contar con esta asignatura dentro del horario lectivo y las programaciones docentes, destinando ese tiempo a otras asignaturas o proyectos”, ha señalado Carles Mulet, senador de Compromís.
Con la aprobación de la LOMCE, la asignatura de religión volvía a tener validez académica en las etapas de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, quedando la concreción del horario en manos de las Comunidades Autónomas. De este modo se volvía al modelo anterior a la aprobación de la LOGSE en 1990, lo que supuso un claro retroceso a los pequeños, aunque insuficientes, avances conseguidos en esta materia. En julio de 2018, y con la entrada del Gobierno de Pedro Sánchez, se propuso la derogación de manera urgente de varios artículos de la LOMCE, anunciando que la asignatura de Religión dejaría de ser computable a efectos académicos.
A ello hay que añadir el gasto anual de 100 millones de euros a maestros de Religión que es asumido por el Estado y las comunidades autónomas y que, sin pasar por procesos de oposición, ocupan plazas de profesores en los centros educativos públicos.
“La realidad es que cada vez menos alumnado se decanta por la asignatura de religión lo que denota la tendencia de la sociedad a separar sus creencias religiosas de la educación que reciben. Seguir impartiéndola va en contra de los cambios que ha experimentado nuestra sociedad desde la entrada de la democracia. Dar pie a los fundamentalismos, sean de la religión que sean, solo alimenta movimientos intolerantes y extremistas que poco tienen que ver con la libertad y el respeto” añade Mulet.
Ejemplo de estos conflictos es el vivido en la localidad de Altura que, tras el anuncio de que había la posibilidad de que se impartiera religión islámica en su colegio público, decenas de personas se concentraron para protestar y mostrar su malestar por la propuesta. Aunque finalmente no se llevará a cabo esta experiencia piloto, el hecho de que la regulación estatal contemple que la religión se imparta en los centros, abre la posibilidad a estas propuestas que, como se ha constatado, crean conflictos impensables en otros estados de nuestro entorno.