ALICANTE. Los principales promotores del sector de la música en directo en Alicante se han reunido este viernes en el programa #ALaFiDivendres que organiza la concejalía de Cultura y que difunde a través de sus canales digitales. El negocio musical: Vuelve el directo ha sido el título de este encuentro en el que se ha valorado la gestión de pandemia y se han lanzado propuestas sobre las perspectivas de un futuro en el que todo hace indicar que se cambiará, en cierta medida, la forma de trabajar. Todos han coincidido en algo: nadie lo esperaba, pero la unión ha hecho la fuerza. Los muebles se han salvado relativamente. Sin embargo, el futuro todavía es incierto.
Horizonte Musical lleva desde 2014 programando, cada temporada, todos los conciertos de la Plaza de Toros de Alicante, a excepción de esta última temporada, que se ha visto cancelada por el coronavirus. “Hemos hecho algunos actos en otros espacios de otras ciudades con el apoyo de las administraciones, pero programar aquí tiene otras peculiaridades burocráticas que lo han hecho imposible”, explica Juan Huesca. “Tenemos ilusión por hacer más. Nuestro modo de vida es hacer esto, pero estamos pendientes de algo que se nos escapa: no sabemos que es lo que va a pasar en esta situación y dependemos de que la administración nos diga qué se puede hacer y qué no”, afirma.
“Nadie se lo esperaba. Estábamos preparados para organizar siete festivales, giras y producciones, pero nos hemos encontrado con una pandemia para la cual nadie estaba preparado, así que tuvimos que pensar alternativas porque teníamos claro que la música no tenía que parar”, apunta José Piñero, de Producciones Baltimore. Dentro de que podíamos crear, queríamos apostar por un espacio como el Puerto de Alicante y fue un salto a un precipicio”, añade. El ciclo de conciertos Noches Mediterráneas ha sido uno de los principales enclaves en los que se ha podido desarrollar la cultura musical en la ciudad este verano.
“Hace tres meses no nos imaginábamos esto y quisimos salir a ganar, pero queríamos total seguridad en cuanto a la salud. Había que establecer unas normas y cumplirlas. En la música hemos encontrado a gente que pensaba igual que nosotros y hemos organizado así más de 35 conciertos”, describe Piñero. Tras muchos años en el sector en la provincia, hacer algo en Alicante había sido siempre su espinita. Una oportunidad surgida de esta crisis. “Queríamos hacer un gran ciclo de forma ambiciosa. Pensamos en grande”, recuerda. Una reformulación del sector que parece que ha venido para quedarse. “Esto es presente y futuro. Con lo que está pasando, te das cuenta de que esto no lo podría hacer cualquiera y que habernos profesionalizado durante tantos años lo ha hecho posible”, explica.
En su opinión, seguridad, profesionalidad y colaboración público-privada son las claves. “Hemos remado juntos tanto el Ayuntamiento, como la promotora privada y los espacios públicos. Esa es la receta o la fórmula. Esa mezcla ha permitido que, en tiempos de pandemia, salga un ciclo increíble que esperemos que sea la semilla de más cosas”, sentencia.
Este, sin duda, ha sido un verano distinto. “Ha sido diferente a los demás veranos, porque hemos tenido que lidiar con muchas características nuevas con las que hemos tenido que lidiar. Hemos hecho todo para algo distinto a lo que estábamos acostumbrados”, afirma Pepe Ten, de Shiroten. Para ellos, su salvación ha sido la puesta a disposición de otro espacio público emblemático: el Castillo de Santa Bárbara. “Este año solo puedo decir gracias al Ayuntamiento de Alicante y a la concejalía de Cultura por brindarnos un espacio como este para hacer eventos. Necesitábamos una solución rápida”, confiesa.
Como siempre, en situaciones de dificultad, la unidad hace la fuerza y por eso lo han querido aprovechar. “Antes, los promotores teníamos o no relación, pero cada uno trabajaba a su modo y haciendo competencia. Ahora que nos hemos encontrado con una situación que no esperábamos, hemos visto que no somos competencia, sino que debemos unirnos y complementarnos. Trabajar mejor y juntos”, explica. “Hemos discutido de forma positiva muchas cosas que han aportado mucho y espero que esta situación sirva para que todo eso tan positivo permanezca”, apunta.
Ha tocado renunciar a los proyectos megalómanos y aportar por el pequeño o mediano formato. Un ámbito en el que trabaja Alejandro Tébar, de Santa Leonor. “Nosotros hacemos conciertos en pequeño formato como los que se pueden hacer en Las Cigarreras. Este año, para ese tipo de conciertos, pues, ha sido muy complicado con las restricciones establecidad. El modelo que usamos no mueve a tanta gente; suelen estar de pie y se hacen en sitios pequeños con menos distancia entre ellos”, afirma.
Ellos son los que quizá se han podido sentir más invadidos. Su fórmula es la única posible y toca repartir el pastel. Con todo, Miguel Carratalá, de Un fulgor de moda antónima, opina que la lección está por llegar. “Creo que todavía no hemos aprendido nada. Hemos corrido como conejos, como hemos podido, tratando de cumplir las exigencias, pero aprenderemos el año que viene cuando hagamos un repaso a los formatos y los modelos que se estaban empleando anteriormente y que ahora están en tela de juicio. Ahí viene la reflexión”.
“El pequeño formato no va a parar porque nos hemos dado cuenta de que se pueden ver conciertos sentados y en espacios diferentes. La música en directo no es solo un gran festival. Hay que reflexionar y ver qué se hace”, explica. “No se han podido hacer los festivales y las estrategias de las grandes promotoras han sido bajar tres o cuatro peldaños para hacer conciertos de mediano formato que son los que nosotros podríamos hacer. Eso nos desplaza a otros que ya estábamos haciendo eso”, lamenta. “Hay que pensar qué hacemos con este formato. Este país se ha desmadrado y no puede hacer mil festivales que se repiten porque dan beneficios. Hay otros países que no tienen tantos festivales ni tan multitudinarios”.
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