ALICANTE. El curso político empieza para todos. Y también para el PP, que tendrá este domingo en Benidorm su puesta en escena con el presidente nacional, Pablo Casado, y la presidenta regional del PPCV, Isabel Bonig. Aplazado, como parece, el futuro de la propia Bonig, el foco sigue estando, por su actividad, en el PP de Alicante: es el que más poder institucional atesora y es donde se ha realizado, de momento, la principal renovación en los cargos institucionales, con Carlos Mazón como nuevo presidente de la Diputación de Alicante. Pero el PP sigue teniendo muchas incógnitas en el aire, más allá de la renovación de sus estructuras provinciales. Entre estas, quizás la de València supone el gran quebradero de cabeza por el peso que tiene en la organización y la maraña de sectores y familias que actualmente atesora; en Castellón también hay algún que otro duelo pendiente, y en Alicante, la cosa parece, a priori, más encarrilada, pero no se pueden descartar sorpresas. Mientras, el PP, o mejor dicho, el PP de Carlos Mazón, juega a dos bazas: lealtad institucional y tensión política en determinadas temas, y el de Bonig está en constante tensión ante el Botànic II, con una especial atención a los movimientos de Podemos, Mónica Oltra y Vicent Marzà y al presidente Puig; y a las consellerias de Sanidad, Educación y Políticas Inclusivas. Estas son las claves con las que se moverá el PP en los próximos meses.
Si se confirma, Bonig intentará aprovecharla como una nueva baza para reivindicarse, pese a que Génova le ha dado un tregua: este verano, unas declaraciones de Vicente Betoret, descartando cambios en las estructuras orgánicas, supuso la exhibición de la bandera blanca de la gente de Casado. De momento, Génova no va discutir su liderazgo y Bonig, si puede, intentará reivindicarse como la verdadera (y única) alternativa a Botànic II, con la esperanza de lograr más diferencia con Cs y confíando en la llama de Vox se deshinche.
Pase lo que pase con la repetición electoral, el punto de referencia de Génova con el PPCV es la provincia de Alicante. Además de tener más poder institucional, los casadistas de la provincia echaron un cable a Génova, colocando a Mazón en la lista de la capital, algo que ha situado al alcalde, Luis Barcala, como un peón de extrema confianza para Teo García Egea y el propio Casado. Aunque Génova tiene gente en todos los territorios, la conexión directa funciona con Alicante. ¿Puede haber otras en el futuro? Claro que sí, esa confianza está por generarse ante el desaguisado que tiene el PP provincial de València.
El nuevo presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, está llamado a tener, de nuevo, protagonismo en la organización provincial del PP. Lo tuvo en la etapa de José Joaquín Ripoll, pero su marcha a la Cámara de Comercio de Alicante lo alejó hasta que se dejó ver con los actos de Casado y García-Egea por la provincia de Alicante previos a las elecciones. Lo tradicional en el PP de Alicante es que el presidente de la Diputación lo fuera también del partido, algo que no ocurrió con José Císcar y César Sánchez. ¿Será Mazón el futuro presidente provincial del PP? Tiene todos los números a no ser que otro barón, bien Eduardo Dolón (Torrevieja) bien Toni Pérez (Benidorm), quieran optar al cargo. Nada es descartable, y en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. La cita es en 2021 y hasta esa fecha pueden pasar muchas cosas, sobre todo, en la política nacional que aceleren algunos acontecimientos. O que tenga ramificaciones en el Botànic II, que todo es posible.
Los hechos hablan por si solos: Carlos Mazón le ha dado una oportunidad a la colaboración institucional sin olvidar la tensión política. César Sánchez, por los motivos que fuera, achacables a él, a su equipo o a otras circunstancias, convirtió su mandato en una especie de oposición frontal al Gobierno del Botànic con la esperanza de lograr otros objetivos, que obviamente no se dieron. El nuevo inquilino de la institucional provincial aprovecha las cosas que tiene en común con la Generalitat (más bien con el PSPV-PSOE) sin prescindir de criticar o cuestionar las diferencias o de la falta de intensidad en la defensa de determinados asuntos, como el Imserso, la infrafinanciación o los trasvases, considerados una bandera para el PP. Defienden lo mismo, pero las formas son muy diferentes.
Está claro que el discurso del PP es uno en las Cortes Valencianas, y otro en la Diputación de Alicante. En un sitio se es oposición y en otro gobierno. En el caso del Parlamento valenciano, es obvio que el mensaje es más tenso, directo al rival e intentando ganar intensidad frente a sus rivales del espectro político, Ciudadanos y Vox. En la Diputación, de momento, se opta por un discurso más de manual: agua, financiación y respaldo total al sector turístico con rechazo frontal a la tasa turística. Lo que sorprende que, de momento, Mazón no ha optado, por el momento, por el discurso identitario (más alicantinista). Hasta donde se sabe, discrepa bastante del valenzuelismo que le quiere interferir desde fuera. Más bien tiene otra visión. Quizás lo guarde para más adelante, con la tensión electoral, o quizás es consciente de que a su antecesor, César Sánchez, no le funcionó electoralmente. El Fondo de Cooperación Municipal; es decir, el dinero que reparte la Generalitat a los ayuntamientos a través de las diputaciones, será una prueba de ello. La confrontación dio réditos jurídicos, pero poco en lo político. Los resultados están ahí.
Lo que sí que parece claro es que Mazón ha querido imprimir otro aire a su discurso, basado en dos claves: más actividad pública y más pragmatismo, ofreciendo la opción a todos -pero especialmente a los empresarios- de que sí es posible llegar a acuerdos, aunque sean puntuales, con el adversario, y que éstos pueden ser beneficiosos para todos, independientemente de su color político. El ex gerente de la Cámara de Comercio tiene el esquema de la patronal CEV en la cabeza -tres estructuras, un proyecto empresarial- e intenta recomponer las relaciones con los empresarios, como elemento clave, y que hasta el momento han tenido (o habían tenido) más feeling con el PSOE de Puig.
Hay un punto de consenso evidente entre la Diputación de Alicante -e incluso, el ayuntamiento de la capital- y la Generalitat: la apuesta por la innovación y el distrito digital en Alicante. Nadie lo ha cuestionado -excepto la torpeza de Ciudadanos-, aunque Luis Barcala sí que ha querido introducir matices propios con el proyecto Alicante Futura, pero hay una diferencia: Alicante Futura es un proyecto; el Distrito Digital y la Conselleria de Innovación es una apuesta tangible, bien acogida por casi todos los sectores económicos y de futuro, más allá de los empleos que acabe creando. Mazón, sabedor del consenso, ha creado también un área de Innovación -al frente de la cual está Adrián Ballester- para estar el pomada de todo lo que se mueva.
Y así, está el panorama: el PP está pendiente de si hay replay electoral; de si Bonig tiene una una segunda oportunidad en esa hipotética cita y de si el bipartidismo va imponiéndose y sus rivales se apaciguan. Y en el ámbito interno, todo está abierto, hay mucho por hacer y además, hay encajar al nuevo barón institucional, Carlos Mazón, que ha abierto mucho el campo de acción del PP.