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exporta principalmente a Francia, EEUU, Australia y Oriente Medio 

Expormim, artesanos valencianos del ratán en más de 50 países

16/02/2020 - 

VALÈNCIA. Innovar y renovarse, pero sin perder la identidad. Así podría resumirse la historia de Expormim, una empresa valenciana dedicada al mueble de diseño que a lo largo de sus más de 60 años de historia ha conseguido superar los vaivenes del mercado a base de un arduo trabajo y el cuidado de su marca consolidado sobre la caña de ratán, un material mucho más ligero que la madera y sostenible. Unos diseños que aúnan vanguardia y tradición y que decoran hoteles, restaurantes y residencias de medio mundo. 

Fundada en 1960 en Moixent (Valencia) por el ingeniero Miguel Laso Tortosa bajo el nombre de 'La Exportadora del Mimbre”, en sus inicios se dedicó a exportar productos artesanales hechos del mismo material que le daba el nombre: cestas, biombos y pequeños utensilios que artesanalmente fabricaban con el mimbre que traían de Cuenca. Ahora, es Mercedes Lazo, tercera generación, la que está al mando de una compañía que en 2018 facturó 7,3 millones de euros, un 11% más que en el ejercicio anterior. Un largo camino de superación hasta llegar al Olimpo del diseño industrial. 

Actualmente, la compañía trabaja tanto muebles de exterior como de interior con una fuerte presencia en el mercado exterior: exporta a más de 50 países en todo el mundo, especialmente a Francia, EEUU, Australia y Oriente Medio. De hecho, cuenta con una delegación propia en Nueva York. No obstante, su punto neurálgico continúa en Moixent, unas instalaciones de más de 20.000 metros cuadrados donde ensamblan y montan sus piezas al más puro estilo tradicional, siempre fieles a sus orígenes artesanales. 

Sus diseños están por medio mundo tanto a nivel particular, en residencia y espacios privados, como en mobiliario contract en hoteles como el Sheraton Melbourne Hotel en Australia, L’échiquier Opéra en París, el W en Barcelona o el Reina Victoria en València.  Aunque ahora trabajan y conjugan nuevos materiales y texturas para aportar calidez a su mobiliario, la 'joya de la corona' sigue siendo el ratán.

Expormim. EDUARDO MANZANA

Fue a mitad de la década de los 60 cuando Expormim, todavía 'La Exportadora del Mimbre', amplió instalaciones y dio el salto a la producción industrial para aumentar su catálogo de productos con la introducción de piezas como sillas o mesas. "Había que dinamizar la empresa. Hasta aquel momento todo estaba sin industrializar y con poco se producía mucho”, recuerda Javier Bonillo, área manager de la compañía. "Se buscó dar un carácter industrial al negocio familiar", afirma. Eso sí, siempre de la mano del tejido industrial de la zona y sin perder su ADN exportador, marca de la casa. 

El 'boom' de la compañía llegaría con la irrupción del turismo en España y el auge inmobiliario en los años setenta, un período dorado en el país que supuso el tirón de la compra de viviendas para segunda residencia a lo largo de toda la cornisa mediterránea, impulsado por la llegada de ciudadanos alemanes, franceses y suecos. "En ese momento prácticamente había que amueblar toda la costa. Hubo un desarrollo muy fuerte en el mercado nacional por la alta demanda", explica el consultor en diseño y comunicación y director artístico de Expormim, Javier Pastor. Los muebles de caña empezaban a llenar los hoteles, terrazas y apartamentos de todo el país.

Joint venture en Indonesia

Fue a finales de esta década cuando se embarcaron en la aventura de constituir una joint venture con un proveedor de Indonesia, donde se encuentran las plantaciones de ratán más grandes. La escasez de esta caña en España y la limitación a las exportaciones que había fijado el gobierno del país asiático para desarrollar su propia industria llevaron a la empresa a fabricar allí sus piezas que, posteriormente, enviaba a la fábrica de Moixent para ensamblarlos y terminarlos. Una época dorada para la compañía que crecía gracias al impulso de mercado s emergentes como las colonias francesas en el Caribe, África y la Polinesia. En ese momento, se convierte en Expormim.

Esta alianza terminó una vez el gobierno indonesio levantó el veto. Sin embargo, la fama del ratán devaluó su valor. “Se generó un producto de muy bajo coste porque cada vez era más barato y de peor calidad. Viendo lo que ocurría y que teníamos el 90% de los catálogos basados en este monomaterial, empezamos a reinventarnos introduciendo el diseño y nuevos materiales como las fibras sintéticas”, rememora Bonillo. 

La irrupción de estos materiales plásticos, más económicos, modernos y resistentes, aunque menos sostenibles, lentamente fueron desplazando al ratán en el mercado. Por aquel entonces, el crecimiento de la compañía se basó en el mobiliario de interior con tableros, rejillas y robles y en los muebles de exterior. El ratán solo aglutinaba del 3 al 5% del total de su producción.

De nuevo, la historia se repite y estas fibras sintéticas también acabaron depreciándose debido a su comercialización en grandes superficies y la masificación del producto. Primaba más el precio que la calidad. Expormim se enfrentaba a un horizonte incierto. Llegó el momento de replantear una nueva estrategia. Una vez más se reinventa. Pese a que el ratán acabó considerado como un material desfasado y pasado de moda, lo recuperaron. "En plena crisis volvimos a apostar por él, por productos que desde el punto de vista de la calidad y el diseño perduraran en el tiempo y fueran un reflejo del estilo de vida mediterráneo. Nuestra vocación ha sido la de un proyecto a largo plazo, no ser cortoplacistas y no pensar en el rédito inmediato, sino en la consolidación del proyecto", subraya Pastor.

I+D y a la caza de diseñadores con nombre propio

La compañía, ya en manos de la tercera generación, crea su departamento de I+D y busca las sinergias con diseñadores para satisfacer la demanda y los gustos del cliente, más enfocados hacia el diseño y la sostenibilidad. "Fue una apuesta arriesgada, pero el mundo ya empezaba a hablar de sostenibilidad y algunos creativos a nivel internacional volvían a mirar hacia las fibras naturales y la artesanía. A nivel simbólico e identitario, el ratán era el material que se asociaba a la propia empresa. Lo recuperamos", agrega el diseñador.

Entre sus colecciones más icónicas se encuentran Fontal, unas piezas que evocan al pasado de la mano del diseñador Óscar Tusquets; los columpios de Náutica diseñados por MUT Design; Huma, de Mario Ruiz o Gata, en la que el diseñador Miguel Milá juega con las formas y los calibres de la caña. "Nos diferenciamos de la competencia porque nuestros muebles, aún siendo 100% para exterior, la imagen que reflejan es de mobiliario de interior, porque los vestimos con mucha calidez", destaca Bonilla. 

De cara al futuro, no temen las incertidumbres internacionales. Incluso planean abrir delegación propia en Inglaterra, desafiando al Brexit, y en Dubai, un destino al alza. "Se avecinan nuevos tiempos. Inglaterra seguirá diseñando hoteles, comprando sillas y tendremos que ir a venderlas, aunque en otra coyuntura. Cambiarán las reglas del juego y estaremos afectados, pero lo que no debe cambiar es nuestra filosofía ni nuestra identidad", concluyen.

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