PRESENTA 'SUEÑOS Y TORMENTAS' EN LA LLOTJA DE ELCHE  

Fino Oyonarte: “Este disco es una deuda pendiente que tenía conmigo mismo”

28/02/2019 - 

ALICANTE. Fino Oyonarte, antiguo componente de grupos seminales del rock-pop español, como Glutamato Yeyé, Los Enemigos o Clovis, presentará su primer disco en solitario, “Sueños y tormentas” en la Llotja de Elche, el próximo viernes, a las 20’00 horas, un trabajo desnudo donde por primera vez se acompaña de una instrumentación acústica y el envolvente sonido de las cuerdas, una vista atrás para mirar hacia delante con perspectiva. Un concierto, el de Elche, en el que los asistentes van a poder disfrutar de alguna sorpresa en forma de colaboración especial, lo que hará aún más atractiva la visita del músico almeriense.

-En poco tiempo he hablado con Richi Vicente, Fernando Alfaro, Josele Santiago, todos representantes de la época entre el rock de los 80 y la explosión del pop indie. Parece que todos habéis evolucionado en la madurez hacia un intimismo que se podría denominar folk urbano. ¿Te sientes identificado?
-Bueno, yo creo que el paso del tiempo en gente que llevamos en la música unos 30 años, te hace echar la vista atrás, hacer una reflexión desde el presente, en mi caso particular desde el presente hacia el futuro, pero sí una reflexión del tiempo que has dedicado a la música y a lo que es tu pasión. En ese sentido puede haber una fuerza vital en lo que uno se propone en el presente, una introspección, una revisión de lo que estás haciendo, y salen canciones de un formato más reposado. Pero no tiene por qué ser necesariamente así, en mi caso sí lo ha sido por circunstancias personales, sin embargo hay gente que has nombrado, como Alfaro o Josele, que empezó su carrera en solitario cuando dejamos Los Enemigos y ha pasado por diferentes fases, y últimamente, más que folk está bastante más cañero. A veces no tiene que ver que uno se vaya haciendo mayor con que tu música sea más tranquila.

-¿De dónde surge “Sueños y tormentas”?
-Es una deuda pendiente que tenía conmigo mismo, surge de la necesidad de hacer este tipo de canciones, de expresar mi voz propia, después de que mi dedicación profesional fuera en otros grupos, sobretodo a Los Enemigos, aunque la parte compositiva la llevara más Josele, aunque aporté algunas composiciones, o en Clovis, con Cristina Plaza, y proyectos como Los Eternos. Pero sí tenía la necesidad de expresarme más personalmente. Hace tres años tuve un problema de salud, salí de ahí con fuerza y me planteé qué es lo que realmente me apetecía hacer y empecé a crear las canciones de este disco que, en cierta manera, lo iba aplazando, o no había llegado el momento. “Sueños y tormentas”, como indica el título de manera metafórica, es de lo que trata este álbum. Hay en él bastantes opuestos, pero trata muchos temas: las segundas oportunidades, el estar agradecido por estar haciendo lo que me gusta durante tantos años, no todo el mundo se lo puede permitir en su trabajo. Yo me siento afortunado, aunque a veces también decepcionado, como digo en una canción que se llama así, Afortunado, en la que acabo reconociendo esa sensación de estar dichoso con lo que haces. Ves lo que te rodea y, lo lleves mejor o peor, al fin y al cabo estás haciendo lo que te gusta.

-Optas por una instrumentación muy orgánica. ¿Es una especie de manifiesto poético?
-La verdad es que sí tenía ganas de hacer algo diferente a lo que había hecho anteriormente, aunque siempre he sido bastante orgánico. Orgánico puede ser también más o menos eléctrico, en Los Enemigos era bastante así, estaba todo como tocado a la vez, con mucha energía. En Los Eternos, que era una aventura un poco más psicodélica, también era muy orgánico, porque nació en el salón de casa, tocando con unos amigos. Allí tenía una pequeña batería y unos amplificadores y era todo muy orgánico. En ese sentido sí que tenía la necesidad de hacer las canciones desde la base acústica, no grababa las maquetas, ni hacía ninguna demo, como anteriormente sí que acostumbraba. Quería tener las canciones acabadas, con piano y voz, y a partir de ahí, intentar decorarlas un poco. Pero al vestirlas, resulta que preferían mantenerse desnudas, en muchos sentidos. En algunas sí que aparece alguna batería o bajo, pero guitarras eléctricas no hay, no hay solos de guitarra, y sí hay una instrumentación de cuerda maravillosa, que hizo Phillip Peterson, y colaboraciones de Ana Galletero, de mi sobrina Silvia, que con 13 años era la primera vez que tocaba en un disco, y nos hizo muchísima ilusión que lo hiciera, independientemente de por donde vaya a ir su futuro musical. Hay pinceladas que le han dado armonías muy chulas a todas las canciones. Carlos Arquiué, de Kiev cuando nieva, con el laúd, el contrabajo de Caio Ballester, o César Verdú, de León Benavente, que me ha ayudado con la producción.

-¿Cómo consigue un productor que ha contribuido a sonidos tan particulares como el de Los Planetas, Lagartija Nick, Mercromina, Los Deltonos o Napoleón Solo, abstraerse de todo eso y encontrar un sonido propio?
-Pues no iba buscando hacer un disco acústico, lo que sí quería era hacer canciones, escribir de una forma propia, y encontrar mi voz. Cuando empecé a vestir las canciones, no les gustaban las baterías, o no les quedaban bien ciertos arreglos, al comentarlo con los amigos, con Carlos Arquiué, con Nacho Olivares, vimos que electrificar las canciones no les sentaba bien. Entonces la base debía ser acústica, orgánica, como comentabas antes, y yo mismo me di cuenta de lo que me estaba surgiendo. Es muy bonito comprobar cómo a veces tienes las cosas muy claras en la cabeza, un concepto muy claro, lo he tenido muchas veces, pero ahora mismo esa imagen sónica se iba formando tal y como iba grabando las canciones. Se las iba tarareando a César Verdú y al ver que lo que necesitaban era ese arreglo de cuerdas, tuvimos la suerte de poder hacerlo. Incluso en un principio pensé en descartarlas, pero por qué no, después de haber grabado tantos discos, coger ese camino. Y es un poco paradójico, porque mis hermanas se dedican a la música clásica, son pianistas y profesoras de conservatorio, y es un mundo que desde pequeño me ha rodeado, pero yo no había tenido la necesidad de que entrara en mis canciones, y esta vez sí ha sucedido. La sorpresa ha sido comprobar que funcionaba, como cuando vas subiendo una montaña, te esperas un paisaje y de pronto te encuentras otro completamente inesperado.

-De hecho, volviendo al contexto que te comentaba al principio, todos tenéis también una fuerte vinculación con la literatura. Aparte de la experiencia vital, ¿tus letras tienen alguna filiación literaria?
-Una cosa que a mí me venía siempre a la cabeza cuando empecé a escribir, y hasta ahora había escrito muy poco, era un párrafo de Allen Ginsberg, que era algo así como “fíate de lo que te viene a la mente”, no te pliegues a ningún imperativo que no emane de lo más profundo de tí mismo. Cuando escribas, huye de cualquier tipo de inhibición. Después también he tenido muy cerca los relatos de Raymond Carver, cómo muestra sin artificios la vida misma. Hay un poema suyo que a mí me impresionó y siempre tengo cerca la mesa donde suelo trabajar, escrito cuando ya sabía que iba a morir, cuando le dijeron que le quedaba un año de vida, que venía a decir algo así como “¿Conseguiste lo que querías de esta vida? / Lo conseguí. / Sentirme amado en la tierra”. Es un poema que me pone los pelos de punta, después de haberlo leído infinidad de veces. Empecé a escribir un diario y a veces, releyéndolo, me daba cuenta de hasta qué punto ese testimonio se reflejaba en mis letras.

-¿El panorama musical ha mejorado desde los 80 o se ha vuelto más decadente?
-Hombre, yo creo que ha mejorado mucho en algunos aspectos, ha mejorado en que los grupos suenan muy bien, pero creo que en algunos sentidos falta personalidad, cierta energía y carácter en muchos grupos, sin generalizar, claro. Sí que antes, habiendo menos, tal vez había más chicha. Aún así, hay mucha gente que me gusta. Por ejemplo, Rafael Berrio, que no está tan reconocido como debiera, o gente que tal vez no está tan cerca de mis gustos, pero que me han sorprendido mucho sus letras, como José Ignacio Lapido, o Javier Sánchez, de Ama y La Buena Vida, con su forma tan natural de escribir, Kiko Veneno, más costumbrista, Santiago Auserón, o el propio Josele, que lo tengo al lado, jejeje.

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