PETRER. Cuando a principios de 2020 el SARS-CoV-2 empezó a infectar China, Javier Torá, un empresario petrerense afincado en Guangzhou (China) desde hace 14 años, pensó que su negocio de marroquinería debía ayudar a su país de acogida. Entonces, el grupo Elegant Supreme, del que es director ejecutivo, empezó a comprar mascarillas, kimonos y otros elementos de material sanitario. A finales de febrero, la compañía alicantina hizo llegar al país asiático una donación valorada en más de 60.000 euros.
Pocos meses después, cuando el virus irrumpió en España, el ayuntamiento de Shiling —el municipio donde se ubica la empresa de Torá en China— quiso devolver el gesto solidario con el envío de 50.000 mascarillas a su pueblo natal, que sumadas a las 100.000 que el empresario proporcionó, sirvieron para abastecer a toda una población en un momento en el que escaseaban estos materiales de protección.
“Se ha demostrado que cuando hay unidad entre pueblos, lo que más se puede obtener son beneficios”
Como consecuencia de este intercambio entre países, el pasado 12 de noviembre, Petrer y el distrito de Huadu (donde se ubica Shiling) sellaron un hermanamiento oficial. El objetivo, explica Torá, es “aprender de China y crear oportunidades de sinergias”. “Se ha demostrado que cuando hay unidad entre pueblos, lo que más se puede obtener son beneficios”, añade el empresario, que se desplazó a Asia para conocer su sistema productivo e intentar que su empresa subsistiera en un mercado presionado por la competitividad china. Lo interesante de esta unión institucional, apunta, no es solo el espíritu de cooperación, sino también la similitud industrial entre ambos municipios: “Petrer es una zona marroquinera y de manufactura de calzado con mucha tradición; en Shiling, hay más de 8.000 empresas de este sector”.
Con la pandemia, en Petrer y alrededores, como ocurrió antes en Shiling, muchas de estas factorías —entre ellas, Elegant Supreme— han ido variando su producción para adaptarse a las necesidades del momento. La reconversión, sin embargo, es para Torá una adaptación temporal: “Aunque la mascarilla se va a quedar mucho tiempo, tengo fe en que la economía se reactive pronto”. Para que así sea, recalca el petrerense, “el sector de la moda tiene que buscar alianzas con países que controlen el mercado, como es China”.
“Hasta ahora, veíamos la digitalización como algo lejano, pero la COVID ha acelerado el proceso”
A su parecer, la situación actual ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar por completo algunos modelos de negocio y, según Torá, todos estos cambios deben pasar por un mismo concepto: la digitalización. “Hasta ahora, la veíamos como algo lejano, pero la COVID ha acelerado el proceso”, afirma el director ejecutivo. Y aclara: “La digitalización no es solo la venta por internet; es aplicar sistemas de autogestión y producción en la empresa más rápidos y sostenibles, como el sistema IRP. Mientras las empresas locales no empiecen ese proceso, será muy difícil competir en el extranjero con otras que ya están muy preparadas”.
Sobre cómo han gestionado China y España la pandemia, Javier Torá también tiene opiniones firmes. Con una nota de 10, se atreve a calificar de excelente la actuación del país oriental. Lo dice desde su habitación en un hotel de Xian, donde, por obligación estatal, cumple el último de los 14 días de cuarentena que se le exigieron al volver de España. Cada día, le toman la temperatura y le dejan la comida en la puerta. Es su forma de evitar casos importados.
En lo económico, subraya Torá, “China pudo abrir entre enero y marzo miles de fábricas de mascarillas y de material de protección. Esa capacidad de reacción y de adaptación muy pocos países la tienen”. Medidas gubernamentales como las ayudas a empresas o la reducción de algunos impuestos han sido, para el empresario de Petrer, otros aciertos de la administración china. Con todo, el PIB del país asiático ha crecido un 4,9 % en el tercer trimestre del año.
Según Torá, en España, el problema a la hora de afrontar la pandemia no ha sido tanto la gestión del Gobierno como la estructura del sistema: “No hay una política común ni una dirección a seguir como ocurre en China”. Eso sí, reconoce que esa es solo una parte del dilema y aboga por la responsabilidad individual: “La mejor vacuna es el cumplimiento de las normas de seguridad”.
Javier Torá duda que la inyección de verdad, la científica, permita recuperar la vieja normalidad. Al menos, no antes de 4 o 5 años. Pero tiene la certeza de que la salida de la crisis económica la determinará el fin de la crisis sanitaria. “Se puede salir. China y otros países lo han demostrado, pero debemos ser responsables”, puntualiza. Y con un último consejo, vuelve a apelar a la cooperación internacional: “Crear sinergias con otros pueblos nos va a ayudar adquirir una visión más global, a aprender del mundo exterior y de la gente que tenemos alrededor”.