CASTELLÓ. Jordi Usó (Burriana, 1955), lleva más de media vida dedicada a luchar contra las enfermedades infecciosas. Desde que en 1986, al poco de acabar su periodo de residencia, se pusiese a trabajar en ellas a raíz del surgimiento del VIH, esta rama sanitaria ha ocupado sus quehaceres diarios durante los últimos 34 años. No en vano, como él mismo recuerda, el virus de la inmunodeficiencia humana fue el causante de que en 1996 los siete hospitales más importantes de la Comunitat Valenciana creasen la Unidad de Enfermedades Infecciosas, de la que él es jefe desde entonces en el Hospital General de Castelló.
A punto de cumplir 65 años, este galeno burrianense todavía tiene intención de seguir al pie del cañón durante varios más. Usó, que es también profesor de la materia en la Universidad CEU San Pablo de Castellón y profesor asistencial de los estudiantes de la UJI que cursan sus prácticas en el hospital de referencia en Castellón espera que pronto se cree la especialidad anunciada por el Ministerio. Esto dejaría atrás, de una vez por todas, la carencia formativa que su generación y las siguientes han suplido en base a la constancia y perseverancia. El coronavirus ha sido todo un máster en solo unos meses.
-¿Cuál ha sido su experiencia con el coronavirus?
-Yo he pasado tres pandemias en el hospital. La primera fue la del VIH, que creo que fue más dura que esta, pero se prolongó durante varios años y fue muy diferente. Esta ha sido muy abrupta, un tsunami, y se ha tenido que improvisar mucho, empezando por los políticos. Nos ha desbordado a todos.
-¿Qué le ha resultado más duro?
-Lo más duro fue la avalancha de gente del principio. Los íbamos ubicando invadiendo el hospital. Y también ha sido muy duro recibir a mucha gente prácticamente para morirse. Traer a personas de las residencias por las que no se se podía hacer nada... Ha sido muy duro. Tratamiento para el virus no hay y sacar a estas personas de su entorno lo hace todo más difícil, sobre todo para ellos. Por eso decidimos, conjuntamente con la Unidad de Hospitalización Domiciliaria, tratarlos en las residencias, llevarles la medicación.
-¿Qué opinión le merece toda la polémica que se vive en España sobre las derivaciones de las residencias a los hospitales?
-El coronavirus se ha politizado mucho. Ni todas las residencias son iguales, ni por supuesto todos los pacientes. Cada paciente es único. Pasar a la UCI es muy duro. Si es un paciente frágil y con otros problemas, no lo supera. Siempre hay que priorizar, no por edad, sino por si puede ser o no beneficioso para el paciente. El que se beneficie de ir al hospital, que vaya; para los que no, la Unidad de Hospitalización Domiciliaria los atiende en las residencias. Las cosas se han hecho de forma manifiestamente mejorables en todos los sentidos, pero es que la pandemia nos ha pillado desprevenidos a todos. Mira en Reino Unido cómo están ahora... Hemos tenido enfermos de residencias que los han traído a morir al hospital. Y eso no sirve de nada, más allá de que quien toma la decisión tenga menos cargo de conciencia.
"El coronavirus se ha politizado mucho. Ni todas las residencias son iguales, ni por supuesto todos los pacientes. Cada paciente es único. Pasar a la UCI es muy duro. Si es un paciente frágil y con otros problemas, no lo supera"
-En cuanto a la gestión del personal sanitario, ¿qué ha sido lo mejor y qué lo peor?
-El hecho de que muchos compañeros se contagiasen ha dificultado mucho la gestión de la crisis. La cantidad de bajas médicas no ha sido fácil de gestionar. Lo mejor ha sido cómo se ha involucrado todo el personal y la colaboración de los compañeros, entre las secciones. La colaboración de otras áreas ha sido fundamental para poder establecer y rotar equipos.
-La Unidad de Enfermedades Infecciosas, de la que usted está al cargo, ha gestionado el 73% de los enfermos de covid-19 del General de Castelló. ¿Qué procedimiento seguían?
-La mayoría de los enfermos ingresaban a través de nosotros o en Neumología, si tenían más complicaciones respiratorias. El tratamiento habitual ha sido con corticoides y antibióticos. Si evolucionaban bien, en un día se podían ir para casa... si empeoraban, solían pasar a la Unidad de Cuidados Intensivos. Lamentablemente, en planta también han muerto algunos porque no eran pacientes derivables. Afortunadamente, la mortalidad no ha sido demasiado grande. En la primera fase, los síntomas solían ser leves. Para los que empeoraban, la experiencia nos ha mostrado que algunos marcadores, que ya hemos identificado, avanzan la afección respiratoria, que es brutal.
-Habla de unos marcadores, de los que hasta ahora no se tenía idea... ¿Han sido una de las claves para el diagnóstico?
-La historia clínica siempre es muy importante. Y después hay varios factores, la saturación del oxígeno, por ejemplo, y también los parámetros de los que antes hablaba, como tener la ferritina alta, la interleuquina 6 o el dímero d. En base a todo esto, para algunos pacientes, ya comentaba con los compañeros de la UCI que podían ser susceptibles de ser derivados.
-La comunicación con otras áreas, por lo tanto, también ha sido fundamental...
-Este es un hospital de tipo medio, es grande, pero no demasiado y siempre hemos estado muy conectados, la comunicación es fluida. En los hospitales más grandes, la comunicación es más complicada, funcionan más por áreas.
-Ahora que ya se ha llegado a la nueva normalidad, ¿cuándo piensa que puede haber un rebrote? Hay quienes avisan de que será ya en julio.
-Rebrotes seguro que habrán. Afortunadamente no serán como el estallido inicial. Yo creo que la segunda curva será más baja y llegará para octubre. También habrá rebrotes más pequeños. Ahora tenemos más medios que antes para detectarlos y controlarlos. Salvo que tengamos muchos turistas de zonas con alta incidencia, como Estados Unidos o Brasil. De verdad que alucino con las medidas que se están tomando en estos dos países con la gran cantidad de muertos que tienen cada día.
"Rebrotes seguro que habrán. Afortunadamente no serán como el estallido inicial. Yo creo que la segunda curva será más baja y llegará para octubre"
-Tras estar volcado totalmente contra el coronavirus, ¿cómo afronta el Hospital General de Castelló este nuevo periodo?
-Solo queda una planta covid como tal. Aquí solo hay pacientes en observación, que ni siquiera son positivos confirmados. La tarea principal ahora es estar muy alerta... y en la calle debe ser igual.
-¿Cómo se trabaja en ese ala del hospital?
-La planta covid, en el quinto piso, tiene una capacidad de 30 personas con habitaciones individuales y en ella se extreman la vigilancia y las precauciones. De momento, es para enfermos dudosos, a los que se les repite un par de veces los test PCR, 48 o 72 horas después, si el primero da negativo, porque en las fases iniciales muchas veces la enfermedad no aparece. Ahora mismo en vigilancia hay 7 u 8 personas, pero están pendientes de repetir los test, no hay nadie confirmado. La planta está aislada del resto y las enfermeras que allí atienden están más preparadas, con los EPI pertinentes para asegurarnos de que no se nos pase ningún caso.