ALICANTE. El vicepresidente segundo y conseller de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, Rubén Martínez Dalmau, ha participado en la jornada para presentar la guía de medidas para reforzar la resiliencia de los edificios frente a inundaciones, que se ha celebrado en el Colegio de Arquitectos de Alicante.
El vicepresidende segundo ha comentado que "los registros históricos y actuales nos recuerdan que la Comunitat está sometida a riesgos frente a inundaciones". El temporal DANA de septiembre de 2019, que afectó de manera especial a la comarca de la Vega Baja, puso en evidencia la vulnerabilidad de los edificios frente a este tipo de catástrofes, de ahí que en esta jornada "se pretenda mostrar los tipos de vulnerabilidad que presentan nuestros edificios frente a las inundaciones y plantear qué tipo de medidas pueden reducir para reforzar su resiliencia frente a estos recurrentes episodios", ha asegurado.
La guía ha sido elaborada por el Instituto Valenciano de la Edificación (IVE) y la Dirección General de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia energética ha impulsado esta jornada para darla a conocer. Este documento responde a uno de los objetivos de los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRIs) "Mejorar la resiliencia y disminuir la vulnerabilidad de los elementos ubicados en las zonas inundables".
Martínez Dalmau ha explicado que el objetivo principal de esta guía es "desarrollar actuaciones preventivas para que los edificios existentes sean capaces de prepararse y enfrentarse a una inundación y de recuperarse de su efecto".
Para su redacción se han tomado como punto de partida las guías técnicas sobre este tema elaboradas por el Consorcio de Compensación de Seguros, dependiente del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y la Dirección General del Agua, del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. A su vez, se han consultado otras guías similares del ámbito europeo y estadounidense.
La guía está dirigida a principalmente a personas propietarias, usuarias o responsables de edificios que están situados en zonas de la Comunitat con inundaciones recurrentes, y que no han sido diseñados para mitigar la probabilidad de sufrir daños de un determinado nivel a los que puedan estar sometidos.
La guía está dividida en dos partes. La primera desarrolla el procedimiento para la estimación de la probabilidad de que un edificio sufra daños de un determinado nivel, en función del nivel de vulnerabilidad global del edificio y del nivel máximo de agua esperado.
En la segunda parte del documento se desarrollan medidas de prevención de daños en elementos constructivos y equipamientos y servicios de edificios existentes, a través de una serie de fichas de aplicación práctica.
En la jornada ha participado el director de la Oficina del Plan Vega Renhace, Antonio Alonso. El objetivo del Plan es convertir la catástrofe en una ocasión para impulsar un entorno resiliente que favorezca la regeneración económica y social de la Vega Baja, al tiempo que promueva un desarrollo territorial, respetuoso con el medio ambiente, que prepare para futuros episodios de temporales, y que posibilite una mayor vertebración del territorio de la Vega Baja con el resto de la Comunitat, señalanen un comunicado.
Otro de los participantes de la jornada ha sido el prestigioso catedrático de la universidad de Alicante, Jorge Olcina, cuya intervención se ha centrado en los efectos de la DANA que azotó la Comunitat, concretamente en la comarca de la Vega Baja.
Seguidamente, el director general de Calidad, Rehabilitación y Eficiencia Energética, Alberto Rubio, ha hablado sobre las vulnerabilidades existentes de los edificios frente a estas adversidades meteorológicas. Ha cerrado la jornada la directora del IVE, Begoña Serrano, quien ha expuesto las medidas para reforzar la resiliencia frente a las inundaciones.
El pasado domingo se cumplieron tres cuartos de siglo de la mañana en que Castelló descubrió las trágicas consecuencias de una tromba de agua que la víspera anegó los barrios del norte de la ciudad, en una jornada que dejó al menos 12 víctimas mortales, la gran mayoría de corta edad. La catástrofe marcó a toda una generación de castellonenses