CASTELLÓ (EP). La apnea severa sin tratar aumenta el riesgo de padecer hipertención, enfermedades cardiovasculares y depresión, según ha informado Vithas en un comunicado.
La apnea del sueño es un trastorno que provoca numerosas y breves interrupciones respiratorias mientras se duerme. Esta alteración se produce por el cierre transitorio de las vías respiratorias superiores (orofaringe) impidiendo que el aire llegue a los pulmones durante ese tiempo. Las posibilidades de padecerla se incrementan con la edad y, aunque es más típica del sexo masculino, las probabilidades aumentan en las mujeres tras la menopausia.
Tal como ha explicado la doctora Maribel Andrés, responsable de la unidad de neurofisiología y unidad de sueño del Hospital Vithas Castellón, se llama apnea cuando el cierre u obstrucción al paso de aire es total, e hipopnea cuando la obstrucción es parcial. "Tras estas interrupciones respiratorias, se recupera la normalidad, generalmente precedida de un fuerte ronquido", ha apuntado.
Según ha explicado, "es una patología exclusiva del sueño e implica que el paciente suele dejar de respirar durante al menos 10 segundos y repetirse numerosas veces mientras se está durmiendo, bien sea por la noche o durante la siesta". En los casos más graves, -ha añadido- pueden detectarse cifras elevadas superiores a 300 eventos en una noche.
La especialista ha indicado que "cuando la apnea es severa y se prolonga en el tiempo sin tratamiento, puede llegar a provocar graves problemas en la salud debido a la falta de oxígeno necesaria para el correcto funcionamiento del organismo". "Estos eventos respiratorios aumentan el riesgo de hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares como el ictus cerebral y provoca una mayor tendencia a padecer depresión o ansiedad", ha añadido.
stas pausas u obstrucciones respiratorias generan una disminución de la cantidad de oxígeno en sangre, retención de anhídrido carbónico, muchos despertares no conscientes, sueño fragmentado y disminución de fases profundas del mismo. "La consecuencia más inmediata y objetivable, -ha comentado la doctora Andrés-, es la disminución de un sueño reparador que conlleva excesiva somnolencia diurna, cansancio, trastornos de conducta, alteraciones metabólicas, así como problemas cardiovasculares", y ha apuntado que son frecuentes los accidentes de tráfico, absentismo laboral e incluso riesgo de cardiopatía isquémica.
Por esta razón, -ha dicho- es muy importante el diagnóstico clínico. La prueba de referencia para establecer el diagnóstico del SAHOS (Síndrome de apnea/hipopnea Obstructiva del Sueño) es la polisomnografía nocturna (PSG). "Se trata del registro de una serie de variables biológicas: actividad bioeléctrica cerebral indispensable para determinar las fases del sueño, registros respiratorios y de frecuencia cardíaca, tono muscular , ronquido , posición corporal", entre otras, que permiten conocer la cantidad y la calidad del sueño, así como la repercusión de las apneas e hipopneas en el cuerpo durante el sueño, según ha comentado la responsable de la unidad del sueño de Vithas Castellón.
"Mediante el registro polisomnográfico analizamos la estructura y arquitectura del sueño y objetivamos que las fases N1 y N2 son de sueño ligero y acontecen cuando la persona comienza a dormirse y es en esta fase cuando ocurren la mayoría de las apneas. En las fases más profundas N3 y REM, momento en el que el paciente tiene la mayor relajación muscular, las apneas son más largas", ha concluido la doctora Andrés.
La presencia de un número anormal de apneas/hipopneas durante el sueño, asociado con síntomas relacionados con la enfermedad, establece el diagnóstico de SAHOS y permite valorar y cuantificar la gravedad para prescribir las soluciones adecuadas.