CASTELLÓ. La isla, como comúnmente se conoce la plataforma que BP Oil usaba hasta finales de 2012 para cargar combustible procesado en su refinería del Grau de Castelló, se cae a trozos. De hecho, así sucedió a principios de año, cuando el temporal Gloria echó al agua uno de los brazos de la plataforma, el ubicado más al este.
El amasijo de hierros que conformaba esta pasarela utilizada para el amarre de los buques ha permanecido en el mar hasta estos días, cuando se completa la operativa de retirada. A pesar de ello, y del nulo mantenimiento de la infraestructura, los responsables de BP Oil España han decidido ampliar la concesión. Así, aunque en un principio estaba previsto que la plataforma desapareciese del horizonte de la costa castellonense como máximo a finales de 2022, el plazo ha sido ampliado hasta 2027.
Para ello no puede haber más motivo (la compañía no lo ha querido argumentar) que retrasar los costes que suponen su desmantelamiento, ya que desde hace casi ocho años la isla no alberga ninguna actividad. De hecho, los cambios de parecer respecto a la instalación han sido constantes entre los diferentes responsables de la refinería castellonense. De esta manera, en un principio señalaron que la conservarían (con sus correspondientes trabajos de mantenimiento) para tener una alternativa, en el caso de necesitarla, a los atraques interiores del puerto; posteriormente afirmaron que procederían a desmantelarla antes del fin de 2022 para evitar estos costes de mantenimiento; y finalmente la opción escogida ha sido la de prolongar su presencia el máximo posible.
De hecho, la instalación marítima todavía alberga los brazos neumáticos para la carga y descarga de combustible, así como las instalaciones de control de los procesos y las demás infraestructuras necesarias para su funcionamiento, como los elementos de atraque. Todo ello presenta actualmente una imagen lamentable.
Así ha estado desde que a finales de enero la borrasca Gloria arrasó el litoral mediterráneo. En aquel momento ya se produjeron los primeros trabajos, que consistieron en la recogida de neumáticos y otros elementos flotantes, que arrastrados por el temporal fueron a parar a la playa de Almassora.
En cambio, las labores para sacar a flote la pasarela se iniciaron más tarde y se han prolongado durante meses. De hecho, BP no ha querido informar ni del inicio ni de la finalización de esta actividad, que se ha visto completada con la retirada del material que presentaba peor aspecto sobre la propia plataforma, donde también existía un gran número de andamios que habían caído y amenazaban con desplomarse, también, al Mar Mediterráneo.
Para llevar a cabo estos trabajos se ha contado con equipos de operarios de varias disciplinas. Los hay que han trabajado sobre la instalación marítima, mientras diferentes buceadores se han encargado de reflotar la chatarra caída al mar con ayuda de boyas, que después han remolcado hasta el puerto de Castellón, donde se procedía a su descarga y su traslado hasta una chatarrería local. No ha sido una tarea fácil, ya que se ha tenido que cortar el hierro bajo el agua.
Y es que, aunque las pésimas condiciones de trabajo en superficie han complicado muchísimo la labor de los operarios, la labor bajo el agua ha sido, y está siendo, también compleja. No en vano, en el lugar todavía se encuentran las tuberías submarinas, de varios kilómetros de longitud, que conectan la plataforma con la refinería del polígono del Serrallo desde que esta comenzó a funcionar en 1967.