Las Cámaras locales ven en la ampliación de su área de influencia una salida a sus problemas financieros, pero los planes de Climent pueden llegar demasiado tarde
ALICANTE. La dimisión de la cúpula de la Cámara de Comercio de Orihuela, motivada por los problemas económicos de la entidad, ha puesto en solfa la continuidad de las dos cámaras locales que existen en la Comunidad: la oriolana y la de Alcoy. La "quiebra" de la Cámara de Orihuela llega justo cuando la Conselleria de Economía, en manos de Rafa Climent, barruntaba impulsar de forma definitiva su conversión en cámaras comarcales. Esto es: que Orihuela prestase servicio a todas las empresas de la Vega Baja, y que Alcoy hiciese lo propio con l'Alcoià (donde están las industrias de Ibi y Castalla) y El Comtat (Cocentaina y Muro d'Alcoi).
Los planes de Climent, amparados por la Ley estatal de Cámaras aprobada en 2014 y su correspondiente normativa autonómica, de abril de 2015, solo precisan de la firma y entrada en vigor de la orden que desarrolle el corpus legislativo. Algo que Economía tiene entre sus prioridades y que pretende tramitar en breve, según fuentes de la Conselleria. De hecho, la adaptación autonómica de la ley estatal debería haber entrado en vigor en enero del año pasado, pero aún hay seis autonomías (entre las que se cuenta la valenciana) que no la han aprobado. Visto lo visto, el desarrollo puede llegar demasiado tarde para las cámaras locales. Y no será sencillo.
Las cámaras más pequeñas están en entredicho desde que la cuota no es obligatoria
La comarcalización de los servicios de las Cámaras de Alcoy y Orihuela no solo multiplicaría exponencialmente sus potenciales "clientes" (especialmente en el caso alcoyano, donde la industria más potente está, precisamente, en la Foia de Castalla), sino que permitiría a estas entidades locales, como a las tres Cámaras provinciales, abrirse a nuevas vías de financiación. Por ejemplo, los encargos directos del Consejo de Cámaras o los servicios económicos a empresas bajo demanda. El principal problema para la continuidad de estas entidades es que, desde 2010, sus socios (todas las empresas lo son por el hecho de existir en el ámbito territorial de la Cámara correspondiente) ya no están obligados a pagar una cuota, como sucedía con anterioridad. Además de que el dinero público ha dejado de fluir, claro.
El presidente de la Cámara de Alcoy, Enrique Rico, considera que la ampliación del territorio al que sirven puede impulsar una entidad en momentos bajos. "Estamos igual que Orihuela, lo que ha pasado allí le puede pasar a cualquiera", lamenta. Por este motivo, cree que si su Cámara prestase servicio a toda la comarca se multiplicarían las opciones de generar ingresos, con lo que se garantizaría su viabilidad. Rico lamenta que, desde que la cuota es voluntaria, son precisamente las grandes empresas las que menos se implican en el mantenimiento económico de las entidades.
En el caso de Alcoy, quedan cinco personas en plantilla que prestan a los asociados "los mismos servicios que el resto de Cámaras". Fundamentalmente en el apartado de asesoría y formación. "Pero para dar formación tienes que contratar al experto que la imparta, y no estamos para muchas alegrías", reconoce Rico. En Orihuela las cosas están peor: un único empleado (el secretario) es todo lo que queda de la estructura de una entidad que, desde el pasado miércoles, está gestionada directamente por el Consell, que ahora deberá nombrar una gestora hasta que se convoquen las elecciones. Es más, el expresidente de la Cámara oriolana, Félix Cerdán, explica que la gestora es "la mejor solución para evitar que se pierda" la entidad, y por eso pactó la dimisión en bloque de la cúpula con el conseller Climent.
El mandato de los presidentes camerales está agotado desde hace dos años, pero el Gobierno no convocó las elecciones por el retraso de varias autonomías en adaptarse a la nueva ley. Con el Ejecutivo en funciones, la gestora en Orihuela podría eternizarse.
El debate, más allá de la subsistencia de estas dos "rara avis" camerales (al margen de Alcoy y Orihuela, solo Cartagena tiene una cámara local independiente de la provincial), es por un lado si, con su fragilidad económica y reducidas a la mínima expresión sus estructuras, están en condiciones de asumir la competencia comarcal. Y si realmente este cambio beneficia a los empresarios de sus áreas de influencia. Por no hablar de que el cambio arrebataría "clientes" a la Cámara de Comercio de Alicante que preside en funciones Juan Riera tras la dimisión de José Enrique Garrigós, y que ha sufrido un duro proceso de readaptación hasta lograr su actual equilibrio financiero.
"Las cámaras locales pasan una dura crisis, pero no van a desaparecer"
Desde la Cámara de Alicante destacan su "colaboración histórica" con Orihuela y Alcoy, y su disposición a seguir esa línea e "incrementar nuestra colaboración para atender de forma conjunta a los empresarios de su zona". Pero lo cierto es que los recursos de la Cámara provincial, que se ha especializado en captar fondos europeos finalistas para dotarse de actividad (formación y fomento del emprendimiento, fundamentalmente), son infinitamente superiores a los de sus hermanas pequeñas. Y que, en una época en la que absolutamente todo se tramita de forma telemática y la Cámara de Alicante dipone de una red de antenas comarcales, el argumento de evitar desplazamientos a los empresarios de las comarcas de Orihuela y Alcoy pierde su sentido.
Sea como fuere, las históricas Cámaras locales de la Comunitat Valenciana se debaten a estas alturas entre su comarcalización o su desaparición. Orihuela ya se había asomado al precipicio, y Alcoy no está mucho mejor. Y con todo, en la Cámara de Alicante están convencidos de que esta crisis no terminará con la desaparición de las entidades locales. "Están sumidas en una dura crisis, pero no van a desaparecer. La gestora en Orihuela puede ayudar a relanzar la entidad, y nosotros vamos a ayudar en todo lo que podamos".