Hace una semana,el domingo 26 de julio España recibía el mazazo de que el Reino Unido ponía una cuarentena a los turistas que regresaran de España. Pero no fue sólo una medida aislada del impredecible Boris Johnson, 150 países han puesto barreras a la movilidad de los españoles. Hasta países de África que tienen peores infraestructuras sanitarias que nosotros se han puesto "chulitos" con exigencias. El origen de la medida que nos va a terminar de fastidiar la economía es el panorama de incertidumbre sanitaria que presenta nuestro país ante tanto rebrote y la falta de un discurso gubernamental positivo que se oiga en el exterior y que pelee por nuestros intereses económicos.
La decisión del gobierno británico va a hacer un daño irreparable a nuestro turismo en general y a nuestra provincia en particular. La patronal hotelera cifra en 150 millones de euros las pérdidas para Benidorm y unos 200 millones de euros en pérdidas para la Costa Blanca.
Benidorm se nutre sobre todo de turismo británico. Sus organismos públicos y el sector privado llevan meses adaptando sus espacios a la covid, parcelando los arenales, usando aplicaciones inteligentes para reservar la playa, habilitando medidas seguras en los establecimientos hoteleros. Todas las esperanzas estaban puestas en una recuperación de las cifras en el mes de agosto que aminorara las nefastas cuentas de esta temporada. Pero cuando habló el señor Boris se iba todo por la borda. Así, sin anestesia y de forma repentina.
Como una periodista curiosa, (no soy periodista, aunque creo que es mi vocación frustrada), me escapé el otro día a Benidorm y me vine completamente deprimida. Las terrazas de primera línea de playa cerradas, las calles bulliciosas sin ruido, había muchos comercios cerrados en horario de abierto al público. Nunca antes había visto esta ciudad tan desangelada, ni en el mes de enero más frío que se pueda recordar. Me gusta mucho esta ciudad, por eso me duele verla así. Hace menos de un año, escribía en este mismo medio: https://alicanteplaza.es/benidorm-es-especial
El otro día se presentaba el Plan autonómico del turismo para el año 2020/2025 que plantea una revisión de la estrategia turística que tenga en cuenta ciertos desafíos como el de la sostenibilidad, la globalidad, la incertidumbre o la desestacionalización. Yo estoy segura que los empresarios se recuperaran, siempre lo han hecho. Se reinventarán porque saben crear valor, riqueza y puestos de trabajo. Acertó el presidente Puig cuando afirmaba que el modelo turístico no está en duda frente a aquellos que de vez en cuando dicen que "no aportan valor" y se quedan tan frescos. Algunos políticos calladitos estarían más guapos y serían mucho más eficientes.
El modelo de turismo planteado por algunas fuerzas políticas que apuestan por el paseo rural con el bocadillo en la mochila no genera riqueza ni puestos de trabajo. Alrededor del turismo trabaja mucha gente, se dice que un 15% de los valencianos. Del sector turístico vive el quiosco que te vende el periódico y el suvenir, el bar que te ofrece el aperitivo, el comercio de ropa adyacente, los empresarios de instalaciones acuáticas, espectáculos, etc.
No digo que no haya que plantearse ciertas mejoras. Una mayor sostenibilidad ambiental y a lo mejor también un incremento de los precios, pero sin convertirlo en turismo elitista, de ese ya tenemos.
Mientras pasa esto en la provincia de Alicante, los encargados de dirigir el país, se saltaban las medidas de seguridad sanitarias en el Congreso para hacer palmas al presidente Sánchez. Tan vergonzoso como cierto.