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¿Hay chicha debajo de tanta nueva idea? La consultora independiente y profesora de la EOI reflexiona sobre el boom del emprendimiento y defiende el concepto de empresario frente a otros. Su vitalidad espanta los males de nuestro sistema educativo. Olga Broto intenta poner sello de innovación a todo lo que cae por sus manos y ahora toca en el club Innova&Acción de la Universitat Politécnica de València
ALICANTE. Cuando una persona disfruta con todo lo que se nos está viniendo encima es que está hecha de otra pasta. Olga Broto es una consultora independiente crítica con el actual boom de emprendimiento y tiene claro que, en el mundo empresarial, queda camino por recorrer, especialmente en todo lo relacionado con los procesos innovadores. Los avances que se aprecian en las pymes son lentos para una profesional muy preocupada con el actual sistema educativo.
“Que el problema sea que no encuentro trabajo y la solución pase por montar una empresa es lo peor. Para ser empresario hay que tener determinado tipo de carácter y no todo el mundo sirve. Creo que ahora hay mucho perfil por este motivo y por eso, creo que debe haber una limpia entre los ‘ganaconcursos’ de emprendedores, con todos mis respetos”, asegura Olga Broto.
Para la consultora, vivimos una sobre estimulación de proyectos: “Si tú premias las ideas y no los resultados, tendrás ideas. Mientras las políticas sean de café para todos, de vamos a dar muchos proyectitos, pues eso es lo que trabajará la gente. Cuando se premia la ejecución, la cosa cambiará. Yo antes le daría un premio a una empresa sólida que lleva 25 años que a una que tiene una idea”.
Broto es tajante a la hora de discernir entre dos términos: emprendedor y empresario. “Si entendemos que un emprendedor es alguien que tiene una idea para venderla, genial. Por ejemplo las empresas de telefonía tienen sus incubadoras porque necesitan conseguir ideas. Para mí, la palabra emprendedor no debería pasar de ahí. Se ha confundido la idea con la ejecución”.
“Se usa 'emprendedor' para evitar 'empresario', que se asocia a cosas negativas. Pero tan chorizo es el empresario que choriza como el empleado que finge una baja”
“A mí, me gusta mucho más la palabra empresario que la palabra emprendedor. Un empresario es una persona que tiene una idea, la ejecuta y sobre todo, la mantiene en el tiempo, que es lo difícil”. En este sentido, la también profesora en la EOI considera que “en España, se ha utilizado la palabra emprendedor para evitar la de empresario, porque se asocia con cosas negativas. Sin embargo, tan chorizo es el empresario que choriza como el empleado que finge una baja”.
¿Cuántas cosas buenas pasan en el día que no salen en los medios, se pregunta la consultora. “Animo a las asociaciones empresariales a empezar a trabajar con niños para cambiar esa imagen de empresa. Se construye mucho y solo se habla de destrucción. No vamos a entrar en el sector periodístico, pero ahí también hay muchos cambios que hacer”.
En su opinión, las pymes están profesionalizando sus procesos, “pero veo que siguen faltando ejes. Entienden el lenguaje, además son conscientes de lo que les falla. Y eso es un punto de partida genial. No soy de esas optimistas radicales, pero sí percibo cierta mejoría”. Broto atiende consultorías a empresas en toda España y aprecia un cambio y movimiento en provincias cercanas como Murcia y Málaga.
En su día a día, desarrolla programas para directivos tanto a nivel particular como directora del Advanced Mangement Program que la IE Business School realiza en Valencia. “En España, hay muy pocos directivos, porque dirigir es pensar y hacer que ocurra. Siempre pongo el ejemplo de la Biblia: Dios no dijo voy a hacer la luz, sino que se haga la luz y la luz se hizo. Aquí los directivos somos duets. Evidentemente por la escasez de recursos, pero debería haber tiempo para pensar e implantar esas nuevas ideas”.
A la hora de analizar nuestras fortalezas tiene claro que el principal valor es la creatividad y a título personal, valora a futuro la flexibilidad. En cuanto a las debilidades, Olga Broto aclara que hay de todo, dependiendo del sector. “El acento, desgraciadamente, sigue estando en producto. En B2C, creo que se llena la boca de fidelización y no se trabaja bien. En B2B, se está afinando la parte de procesos y queda por mejorar el marketing aplicado, es decir, vestir más la propuesta de valor. Falta imaginación para incorporar nuevas cosas”.
"montar una empresa porque no encuentras trabajo es lo peor. Para ser empresario hay que tener un determinado carácter, no todo el mundo sirve”
Como profesora, incide mucho en la necesidad de aportar esos elementos diferenciadores. Durante los talleres que imparte, como el que acaba de dar en el coworking de la EOI de Alicante, intenta que los alumnos/emprendedores sepan ver el valor de sus proyectos. “Dar valor no es que a ti te guste el tema, sino que alguien esté dispuesto a pagar por ello y ese salto es muy difícil de dar. Tienen que pensar porque lo que ofrecen es diferente y ahí se atascan algunos”.
Le gusta poner ejemplos para facilitar herramientas de reflexión. “Por ejemplo, ahora la gente no vive 70 años, sino 100. ¿Esto qué quiere decir? Que les puedes vender durante 30 años más. Dónde están esas ventas para los de 70 a 100, por qué todos vendemos camisetas para jóvenes de 17 años. Tenemos que estar pensando constantemente en esos cambios. Ahora mismo hay que anticiparse al futuro. No podemos estar mirando por el retrovisor. Hasta ahora las empresas tomaban decisiones en función de lo que habían pasado, de la cuenta de resultados. No quiero decir que abandones esto, sino que mires hacia delante”.
Crítica con el actual sistema educativo hasta el punto de apostar por tirarlo abajo y empezar de cero, Olga Broto lleva algo menos de dos años como directora de la Asociación de Antiguos Alumnos de la UPV. Desde este punto y con un “gran equipo”, han activado desayunos de trabajo y el club Innova&Acción.
“Nos dimos cuenta de que era interesante contar con algo distinto para un grupo muy profesionalizado. Ahora la gente viene a sorprenderse. Cuidamos muchísimo los temas y los ponentes. Intentamos traer gente que no ha venido nunca a España como Max Mackeown, o gente más cercana como Pablo Hernando de Repsol, que comunica genial. Estamos trabajando para hacerlo crecer. Tenemos un proyecto muy chulo para añadirlo al club”, dice la directora de la asociación.
“En España, nos quejamos de que la educación es carísima, pero no la valoramos. Aquí la gente ahorra para dejarle un piso a sus hijos, no para dejarle un master en Harvard”.
Olga pone el caso de una familia que tiene dos hijos y uno dice: Papá, voy a vivir los próximos 5 años viviendo de vosotros preparando una oposición a registrador. Hijo mío que bien, qué orgulloso, le contesta el padre. El otro hijo dice: Papá, necesito 6.000 euros para montar un negocio. Y le contestan: Pero tú estás loco.
“Esta es la actitud española. Hasta que esto no cambie, seguirá habiendo ‘ganapremios’ y ese tipo de cosas”, asegura con rotundidad.