CASTELLÓ. Por si fuera poco con la caída de pedidos acaecida a raíz de la pandemia sanitaria del nuevo coronavirus, el sector azulejero se encuentra ahora que uno de los pocos nichos de mercado que hasta el momento estaba funcionando relativamente bien, Oriente Medio, se le puede desmoronar. Y es que allí concurren estos días tres factores que pueden desencadenar una tormenta perfecta: a las medidas, más o menos estrictas, que cada país ha adoptado para luchar contra el coronavirus, se suma el desplome del precio del petróleo y el inicio del ramadán, que comienza este mismo jueves.
Aunque esta celebración religiosa es "la menor de nuestras preocupaciones", según señalan varios comerciales de grandes compañías en la zona, siempre conlleva una caída en la actividad debido a la restricción de horarios y al descenso en el consumo, también en el cerámico. Y es que el noveno mes del calendario musulmán prioriza "los aspectos familiares, sociales y espirituales", mientras quedan en segundo término "los económicos", apunta uno de los responsables de ventas en la zona. Un compañero de otro gran fabricante cerámico castellonense reconoce: "Todo, incluidas las reformas, queda un poco pospuesto para cuando acabe el ramadán". Este año es el 23 de mayo.
Por ello, hay empresarios cerámicos que evitarán las expediciones de producto a la zona: "No queremos enviar y tener después problemas", señala el dueño de una compañía azulejera. Este hecho es especialmente grave en el contexto actual. A este respecto, desde la patronal Ascer señalan: "Las empresas que concentren allí sus ventas, lo notarán, es algo que sucede anualmente", debido a que las operaciones comerciales se realizan "antes y después" del mes de ayuno, especifican.
Eso sí, los comerciales consultados no esconden que el problema más importante ahora mismo "es la situación derivada del coronavirus". Con grandes consumidores de cerámica como Marruecos (el 5º mercado el año pasado) y Argelia (un gran cliente histórico) "cerrados a cal y canto" para luchar contra la propagación de la pandemia; la Península Arábiga "sí está funcionando, comparada con otras zonas", aunque no al ritmo habitual de ventas, concretan los responsables de ventas.
Alrededor del Golfo Pérsico coexisten países con medidas bastante laxas para combatir la Covid-19, "como los Emiratos Árabes, Baréin o Catar", con otros donde las restricciones son mayores, como Arabia Saudí, donde hace dos semanas el Gobierno decretó el confinamiento. A pesar de ello, muchas compañías han incrementado en los últimos meses sus envíos al reino saudí -el noveno mercado el año pasado, que llegó a ser el cuarto en 2017-, una vez obtenida la marca de calidad que exige el organismo certificador local. "Se trata de cargas grandes, porque son pedidos que estaban pendientes, algunos incluso desde Cersaie", señala uno de los comerciales.
En este panorama, en el que las firmas tratan de exprimir al máximo a los grandes clientes de la zona, incluso con ofertas "que en otro momento no hubiéramos aceptado", el desplome de los precios del petróleo suma un nuevo agravante, y no menor, a una situación ya de por sí complicada. "Los ingresos en la mayor parte de estos países dependen del crudo y la caída de la cotización nos puede afectar", apunta otra fuente. Con la devaluación del petróleo "están todos los ingredientes para que el mercado árabe colapse", reconoce uno de los comerciales consultados.