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crónica del sábado en villena

Un Rabolagartija osado que trepa hacia lo más alto

18/08/2019 - 

VILLENA. Dicen que hay un festival en Villena, que sucede al Leyendas del Rock, que es el hermano pequeño del desaparecido Festival de la Resistencia, también conocido por Aúpa Lumbreiras!, donde todo, absolutamente todo, cabe. Hablamos de público de infinidad de edades, de escenarios para todos los gustos y tamaños, y de purpurina a tutiplén en un derroche mágico de colores. Su fama trepa como la espuma, se llama Rabolagartija, y ha tenido lugar en el Polideportivo de Villena del 14 al 17 de agosto

El Rabolagartija abrazó este sábado un intenso menú. Benito Kamelas se anticipó a La Excepción con un aperitivo a base de ‘rock de barra’. La banda heredera de Esclata y Rockctámbulos triunfó con los saltos y pogos de los aficionados más jóvenes de este legendario grupo, que se regenera como el buen vino. El escenario calentó motores para los dos platos fuertes de la noche. El primero, La M.O.D.A., La Maravillosa Orquesta del Alcohol: los siete de Burgos volvieron a calar por quinta vez en el Rabolagartija, con su propuesta folk, blues, rock & roll y punk, que no dejó pie en el suelo durante todo el concierto. Un bocado ligero, fresco pero contundente, con canciones bandera como ‘Los hijos de Johnny Cash’, que subió el listón, más aún. 

Rozalén fue la cabeza de cartel del sábado. Fotos: PEPE OLIVARES

Pero, ya lo dicen, siempre hay sitio para el dulce. Rozalén fue este sábado otra de las veteranas de este festival, repitiendo como cabeza de cartel. Nos gusta insistir en ello, pero es imposible no enamorarse de ella -y con ella- mientras resuenan algunos de sus temas estrella como ‘Comiéndote a besos’ y ‘La puerta violeta’, tan necesaria de escuchar. La digestión tras disfrutar de la de Albacete: una sensación de estar flotando por encima de un campo de girasoles, muy blandito, inofensivo. Grande.

El ‘Rabo’ más rumbero y flamenco

En los festivales más alternativos, existe siempre un escenario que es el más rebelde de todos. Es así. El Rabolagartija ha aglutinado 60 actuaciones, muchas de ellas, derivadas a un nuevo espacio. En este pequeño oasis –más libre de pisotones- la cantante madrileña Sandra Bernardo y su banda instalaron su trópico ideal. Un volcán de sensualidad, de pelos erizados, de ‘ni cumbia ni bossa’, que contribuyó a una atmósfera en petit comité. Un tentempié sabroso, de los que más, que no olvidaremos los que allí estuvimos, y revivimos con ellos. Antes, por el mismo escenario, las ‘rumbitas rapeás’ de El niño del Albayzín, entre otros grupos, hicieron las delicias de otros fans que buscan, tal vez, propuestas novedosas y un tanto menos comerciales.

Zoo. Lo más

Para después del postre, siempre hay reservado el digestivo. Apreciar y saborear en el escenario principal los temas de Juanito Makandé, el gaditano que mejor fusiona el flamenco tradicional con funk o jazz, a golpe de entresueño, melancolía pero también de mucha alegría, era un ‘must’ ayer en el Rabolagartija. Un mantel que quedó bien planchado para la posterior revolución del rap a golpe de mordisco, breakbeat, de Zoo Posse. Los de Gandía reventaron, literalmente, el escenario con su toma de corriente rimada en valenciano, demostrando que la música es lo más universal que existe. El grupo de moda, que retoma la tradición ‘ska’ de la Comunidad Valenciana y la lanza con fuerza, mezcló en una misma coctelera los ingredientes idóneos para un fin de fiesta, a estas alturas, ya imborrable.

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