Así llevamos los valencianos toda la vida cuando aparece la palabra mágica: financiación. Gobierne quien gobierne, siempre nos dedican buenas palabras y nada más. Mucha empatía, pero el dinero para las comunidades conflictivas que chantajean con el gobierno por un puñado de votos
El curso 21/22 empieza con esperanza porque las medidas restrictivas van decayendo, las cifras del covid son cada vez más bajas y parece que la normalidad va ganando puntos. De hecho, en Valencia tras casi dos semanas desde el comienzo de las Fallas, la incidencia se ha reducido a la mitad, lo cual debería servir para recuperar los derechos y libertades que siguen limitados por decisiones políticas. No deja de ser sorprendente la atroz diferencia entre los países de nuestro entorno con un ritmo de vida que recuerda a 2019 y la cantidad de prohibiciones que seguimos sufriendo en España.
Por si esto era poco, el gobierno “más progresista de la historia”, aquí hay que recordar aquel dicho que dice: “progresista es a progreso lo mismo que carterista a cartera”; ese gobierno lleva a la ruina económica, social y mental a millones de personas con su errónea gestión y además permite que la luz se coloque en cifras récord, siendo un bien de consumo básico para la supervivencia de cualquier ciudadano. Es imposible no recordar cómo estaríamos viviendo esta situación con un gobierno liderado por el PP y apoyado por Vox. La indignación mediática y popular no sería tan comedida y correcta como lo está siendo, habría habido más de una manifestación y altercado y las TV habrían hecho todo tipo de reportajes lacrimógenos para decirte que mientras Abascal se fuma un puro, una anciana no puede pagar la luz. En cambio, si los podemitas viven como millonarios, se dice que no está reñido decir una cosa y hacer la contraria y todos tranquilos.
La Comunidad Valenciana tiene además su propio hachazo a nivel colectivo, el eterno asunto de la financiación autonómica ha vuelto a ocupar las noticias estos días a raíz de la visita de la ministra de trabajo, Yolanda Díaz y su declaración reconociendo que “la Comunidad Valenciana es la peor financiada de España”. Aquí somos como somos, y con una simple declaración de intenciones ya nos sentimos satisfechos y hasta reconfortados, a sabiendas que nada va a cambiar, al menos, en los próximos años. Si algo es cierto, es que la financiación requiere de un replanteamiento global de estructura territorial, de competencias estatales y autonómicas y, en definitiva, estaría enmarcado en una especie de segunda transición que deberían liderar dos grandes partidos de ámbito nacional con líderes verdaderamente preparados intelectual y políticamente, y ahora mismo esta situación no se da ni por asomo. Así que seguirá durmiendo el sueño de los justos.
Los valencianos nos quedamos a dos velas, porque ni recibimos esa justa recompensa por lo que merecemos y encima cada día pagamos más por encender la luz, así que habrá que utilizar velas y candelabros, aunque sólo sean dos. Clásica expresión que tiene algunas lecturas, pero muchos consideran que hace referencia a cuando en las iglesias se apaga todo y sólo quedan dos velas junto al sagrario, quedando el espacio oscuro y tenebroso. Más o menos como muchos pueden ver este inicio de curso pese a que la actividad económica parece recuperar dinamismo, pero llevamos año y medio de un terrible parón y el destino ha querido que el peor ejecutivo posible gestionara la peor crisis de las últimas décadas.
Entre tanto sigue habiendo temas tabú como la salud mental, pese a que las manifestaciones se han sucedido por toda España durante los últimos días. Uno de los aspectos más delicados de esta sociedad por nuestra forma de vivir, nuestros hábitos y por supuesto la pandemia es nuestra frágil y dañada estabilidad emocional, el número de suicidios es alarmante pese a que se oculten las cifras. La infelicidad e insatisfacción vital hace mella por diversos motivos y los políticos sólo se preocupan de su bienestar y el de los suyos. Hace falta una sociedad más humana que se preocupe no sólo de las energías renovables y de consumir todo tipo de bienes y servicios inútiles, sino que atienda a las personas con cercanía y verdad, que recupere muchos de los valores que se intentan olvidar y denigrar. Porque podemos estar a dos velas, pero sintiéndonos felices y realizados y podemos estar con mil luces ciegos y aturdidos.
El Consell guarda silencio mientras Andalucía protesta porque se da "más dinero a los más ricos y menos a los más pobres"