He recibido el boomerang de finiquitar el sexo de pago con cierto escepticismo. La prostitución de los genitales es uno de los “oficios” más antiguos de la tierra. Hay mucho que reflexionar. En el Congreso Federal del PSOE celebrado en el Cap i Casal fue una de las ponencias más atractivas. Aunque hubiera preferido escuchar de los ponentes, en un tono más elevado, erradicar la pobreza de los hogares españoles. Prioritario. Por cierto, según el INE ha aumentado en el último año. Esto no quiere decir que reduciendo a mínimos los niveles de pobreza demos carpetazo al consumo del sexo de pago. Curioso es, que dicha proposición de ley provenga de una generación que cuando está en la oposición siempre apuesta por el lema de prohibido prohibir.
Hace un año, la editorial Spectrum Arts, a través del escritor Pepe Doménech me propuso participar en el libro La lista de Ewa. Accedí finalmente escribiendo el prólogo. Es momento de leerla. Estamos de feria. La escena de la novela de Doménech se narra en una València de final de siglo XX, y la prostitución es el objeto principal del argumento con un final no feliz. Siendo la prostitución uno de los oficios más antiguos de la historia de la humanidad, sorprende que la reciente actualidad, el presente, mujeres y hombres que la ejercen libremente no disfruten de derechos u obligaciones. En la contra se sitúan las mujeres esclavizadas por mafias, discurso de la erradicación.
Penalizar al cliente no es la solución. Siguen sin existir indicios razonables en la escena del consumo de drogas no legales, que penalizando al consumidor se reduzca a mínimos la adicción. Algo falla en el sistema. Escuchar a Iñigo Errejón tras el peliagudo asunto de legalizar el consumo y la distribución de la marihuana, es una buena toma de contacto con la realidad para normalizar una peligrosa situación que el Estado conoce plenamente.
Hoy me solidarizo con miles de mujeres que son olvidadas por una sociedad moralista. Una sociedad que siempre mira hacia el otro lado cuando le salpica un lío de faldas. Estas trabajadoras, esclavas del sexo, marginales, suelen ser invisibles para el resto que no se encuentra en el vis a vis. Ocurrió con Ewa, la joven chica polaca que ejercía de escort muriendo salvajemente a manos de un hombre ¿Fue un crimen pasional? ¿Escondía algún otro interés su muerte? Escribió Charles Bukowski, Follar la mente de una mujer es un vicio refinado para los entendidos; todos los demás se conforman con el cuerpo" ¡Pues eso!