Adiós, maestro

Nunca pensé que escribiría estas palabras, pero lamentablemente los maestros también mueren. Y don Antonio Mestre Sanchis (1933-2023), catedrático emérito de Historia Moderna de la Universidad de Valencia, lo era con palabras mayúsculas. Su magisterio se extiende a lo largo de más de setenta años al Estudi General de Valencia pero también a innumerables Universidades españolas y europeas por las que transitó.

Pero si hay un elemento que definió su vida y su obra académica fue su abnegación y dedicación a la Historia española del siglo XVIII, y concretamente a un personaje, hasta entonces apenas mencionado en los libros de texto, al ilustre olivense Gregorio Mayans y Siscar. Las más 30.000 cartas que Mayans escribió en aquella época fueron el sustento intelectual del Dr. Mestre que publicó más de veinte volúmenes de su Epistolario, así como su biografía e infinidad de libros, capítulos y artículos hasta sobrepasar las trescientas publicaciones. El ilustrado olivense fue para él, al que en ocasiones llamábamos Mayans, la piedra angular de todo un proyecto de renovación historiográfica que comenzó en España en los años setenta. Sus libros Ilustración y reforma de la iglesia sobre el pensamiento político-religioso de Mayans, y su obra sobra Mayans y la historiografía del XVIII marcaron un punto de inflexión en el conocimiento de la Ilustración española, hasta ahora reducida al grupo asturiano, encabezado por Feijoo.

Ambas obras pusieron en evidencia el papel clave de Mayans en la transmisión de los principios de la crítica histórica y del rigor documental, que el valenciano había aprendido de su maestro Manuel Martí, y a su vez del bibliógrafo Nicolás Antonio. Principios que el profesor Mestre enarboló desde las aulas universitarias. Aún recuerdo aquellas inolvidables clases en las que explicaba el célebre Erasmo y España de Marcel Bataillon, y en las que conseguía captar la atención y despertar el entusiasmo de todos nosotros. Gozaba de la sabiduría de un auténtico polímata y, lo que es más importante, de la calidez humana que lo convertían en un verdadero maestro.

El elogio de la transmisión, evocando el libro de George Steiner, es el mejor legado que nos ha dejado a todos los discípulos que tuvimos la fortuna de formarnos en su Escuela. Aquellas clases de tiza y verbo del profesor Mestre, sin ningún recurso tecnológico, dieron lugar a una de las mejores generaciones de historiadores que se conocen. Trabajador incansable hasta sus últimos días, me comentaba recientemente que estaba pendiente de la publicación de un nuevo tomo de las cartas de Mayans. Y la pregunta siempre era la misma ¿Cuándo se acabarán las cartas? Y su respuesta era idéntica, desearía que nunca se acabarán. La pasión con la que investigaba era contagiosa y siempre nos animaba a abrir nuevos frentes de investigación.

La historia española queda huérfana de uno de los grandes historiadores españoles del siglo XX y del actual. Sus trabajos por esclarecer las luces y sombras del XVIII a partir de la figura de Mayans han sentado cátedra y han sido el mejor ejemplo a seguir por todos nosotros.

Gracias don Antonio por tus impagables lecciones, por tus sabios consejos, por tu amistad, y por habernos marcado el rumbo a todos aquellos que seguimos tu estela. No dudo que te reunirás con los Mayans, Martí, Pérez Bayer, Nicolás Antonio, y toda una pléyade de ilustrados valencianos que conformaron aquel selecto círculo en la corte de Carlos III, a los que dedicaste las mejores páginas de tu vida, y que siempre quedaran grabadas en nuestra retina. Adiós maestro y buen viaje.

Nicolás Bas Martín es profesor titular del Dpto. Historia de la Ciencia y Documentación de la Universidad de Valencia