La Comunidad Valenciana tiene 2.835 hectáreas de este cultivo que producen en torno a 6.000 toneladas de aguacates. Estas semanas terminan de recolectarse
VALÈNCIA. El verde del aguacate se extiende en los campos valencianos junto al naranja de los cítricos. Suena a fruta caribeña, o mexicana. De hecho, en México, principal productor mundial, destaca su uso como materia prima fundamental para la elaboración que conocemos como guacamole.
No obstante, su consumo ha crecido progresivamente, casi en paralelo al número de lugares que lo produce. En España la práctica totalidad se hallaba en Andalucía, hasta que en los últimos seis años ha comenzado a proliferar en la huerta valenciana como alternativa más lucrativa y menos laboriosa que los cítricos. Camp de Morvedre, la Safor o la Ribera constituyen algunas de las comarcas de la provincia en que más se ha expandido.
“La Comunidad Valenciana tiene 2.835 hectáreas de este cultivo que producen en torno a 6.000 toneladas de aguacates. En el conjunto de España, con 20.485 hectáreas, la elaboración ha llegado este año a 115.000 toneladas. Con esa cantidad, por mucho que haya crecido, únicamente hemos llegado a cubrir un 15% del mercado europeo cuya demanda también ha continuado subiendo”, relata Celestino Recatalá, presidente de la Asociación de Productores de Aguacate (Asoproa).
La menor productividad valenciana respecto a la media nacional se explica en el carácter incipiente del cultivo en la provincia y en la juventud de sus árboles. En cambio, Recatalá incide en la calidad. “Nuestra climatología resulta perfecta para su cultivo, que resiste mejor frente a las plagas que otros, como los cítricos. A esto se suman sus características organolépticas o la seguridad alimentaria, ya que en este sentido España se sitúa a la cabeza mundial”, apunta el también vicepresidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja).
“Nuestro aguacate garantiza los máximos estándares en trazabilidad, seguridad alimentaria, sostenibilidad medioambiental y, por supuesto, en calidad y frescura. No hay un aguacate con menor huella de carbono que el cultivado aquí, tanto por las estrictas exigencias establecidas a los productores europeos como por el mínimo transporte a un mercado comunitario muy próximo”, insiste.
Esa reiteración se debe a la indignación que ha provocado en el sector que cadenas alimentarias de supermercados ubicadas en la Comunidad Valenciana hayan apostado por suministrar aguacate procedente del Hemisferio Sur y no hayan dado al consumidor la alternativa del autóctono.
“Si vas a la mayoría de cadenas de supermercados lo único que ofertan son aguacates procedentes de países situados a más de 8.000 kilómetros. Y no lo hacen porque aquí ya no haya, pues, al contrario, aún quedan toneladas de aguacates de la variedad Lamb Hass en perfectas condiciones, en algunos casos todavía colgando de nuestros árboles”, denuncia Recatalá.
Esta situación ha provocado un freno en el ascenso del montante que vienen percibiendo los productores en los últimos años. De hecho, como explica el presidente de Asoproa, este año reciben unos 0,80 céntimos por kilo, la mitad que el pasado.
También ha generado que la temporada se alargue, debido a que continúa habiendo producción, hasta las fechas actuales, a pesar de que la variedad Lamb Hass, la más tardía, suele terminar la temporada en junio después de iniciarla en abril. Su antecesora, la Hass, empieza en noviembre y finaliza en el citado mes de abril. Entre ambas ofrecen una producción que se expande en el tiempo más que la citrícola.
“Hemos hablado con las cadenas de supermercados y nos han asegurado que lo ocurrido no se repetirá y que en sus lineales habrá aguacate valenciano la próxima temporada”, señala Catalá, que apunta el mercado autonómico y nacional como principales destinos de la producción autóctona, con una porción más reducida para el internacional.
El aguacate constituye “un cultivo que va a más” como indica el presidente de Asoproa, aunque matiza que “esta campaña que acaba es la primera en la Comunidad Valenciana con graves problemas de comercialización y precios bajos. Hasta ahora las perspectivas habían sido muy positivas y lo razonable es que lo sigan siendo al haber más demanda que oferta local”.
Con esa visión de futuro, ¿podría convertirse en el relevo del caqui como alternativa a los cítricos? Recatalá espera que vaya incluso más allá y que no sufra “los problemas de difusión de imagen del Rojo Brillante –la variedad de caqui duro originaria de la Ribera-, que no es tan conocido como quisiéramos y en muchas partes de España todavía piensan en la fruta blanda tradicional cuando les hablas de caqui”.
Para lograrlo, uno de los retos que se han propuesto desde el ámbito agrícola consiste en impulsar la marca de calidad Aguacates de Valencia, de manera que el producto sea reconocible y diferenciable por el consumidor. “Tiene mejor calidad y así hemos de venderlo. Únicamente de este modo podremos garantizar precios dignos a todos los eslabones de la cadena y, por tanto, conseguir que tenga futuro este cultivo”, sentencia Recatalá.