Entrevista con el presidente de AVA-Asaja

Aguado: "No servirá de nada el buen teatro de Europa y España ante los aranceles"

10/10/2019 - 

VALÈNCIA. El sector citrícola valenciano volvía a estremecerse esta pasada semana ante el anuncio del presidente de EEUU, Donald Trump, de nuevos aranceles a la Unión Europea (UE), con mayor peso en cuatro países, entre ellos Españacon los que pretende gravar con el 25% los cítricos, entre otros productos, a partir del próximo 18 de octubre, tras el fallo de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que habilita a la Administración norteamericana a hacerlo como consecuencia de las ayudas que ha recibido el fabricante europeo aeronáutico Airbus por parte de países de la UE.

Una decisión que, según el presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado, "ha alarmado" a todo un sector que "siempre es moneda de cambio" en cualquier negociación y conflicto comercial. "Europa lo que quiere es dinamizar su industria y sus múltiples servicios y siempre sacrifica a la agricultura dando facilidades a países terceros para que vengan", lamenta.

Pese a las diferentes manifestaciones de autoridades europeas y el propio Ejecutivo de España contra este "atropello arancelario", como lo llegó a calificar el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, Aguado no confía en que se pueda reconducir la situación. "Dudo que en una Unión Europea de 28 países por cuatro se rompa una lanza", afirma. Como mucho cree que llegará "una limosna" y no ve claro quién la recibirá. "Cuando compruebe que de verdad se soluciona el problema lo reconoceré y lo diré. Mientras tanto desconfío bastante porque la clase política me ha demostrado poca capacidad de reacción y de solucionar y atender las necesidades de sus ciudadanos", subraya. 

No es el único frente abierto. Los tratados de Sudáfrica y Mercosur, la prórroga del veto ruso y los problemas del campo valenciano con más de 165.000 hectáreas abandonadas y una media de edad avanzada son algunos de los que el dirigente de la organización agraria aborda con Valencia Plaza.

   

¿Cómo ha sentado en el sector citrícola el anuncio de Donald Trump de gravar con aranceles de hasta un 25% los cítricos? 
-La noticia nos ha alarmado sobremanera porque no entendemos qué tienen que ver las producciones mediterráneas en este caso con un problema aeronáutico. Creo que es una amenaza que no tiene sentido y más cuando la Comunitat importa a EEUU cuatro veces más que le vende. El negocio es para ellos. Si hubiera políticos de talla la respuesta es muy clara: ellos gravan nuestros productos agrarios, nosotros gravamos los suyos. Ellos saldrían mucho más perjudicados porque solamente con las almendras y las nueces irían ya bien servidos, pero, además, hay otros productos agroalimentarios que vienen de EEUU.

-¿La agricultura se ha convertido en moneda de cambio en esta guerra comercial?
-Hace un montón de años que las frutas y hortalizas en Europa han sido moneda de cambio ante cualquier circunstancia y ante cualquier negociación de exportaciones e importaciones. Europa lo que quiere es dinamizar su industria y sus múltiples servicios y siempre sacrifica a la agricultura dando facilidades a los países terceros para que vengan. Lo que pasa es que Europa siempre dice que ayudará y compensará, pero no pasan de buenas palabras. La situación negativa del sector agrario cada vez es peor y ahora la actuación de Trump se suma al problema que tenemos con el veto ruso. Siempre pagamos los mismos. Que Trump se enfrente con los enemigos lo vemos lógico, pero que también pegue a los aliados y a economías débiles como es la nuestra creemos que es un abuso de poder que no es bien recibido por el sector agrario español.

-¿Qué impacto tendrán los aranceles anunciados sobre las exportaciones agroalimentarias?
-La política norteamericana ha sido durante los últimos 15 años muy restrictiva especialmente con nuestro producto estrella que son los cítricos. Hemos caído alrededor de un 10% cada año y en este momento es poco más que testimonial. Por esa circunstancia los daños en la Comunitat pueden ser menores, quizás como máximo podrían ser de hasta 90 millones. Lo que pasa es que nos están expulsando de EEUU porque un arancel del 25% no es viable. Ese espacio lo ocuparán otros países y recuperar ese mercado el día que acaben esos aranceles será muy complicado porque en cadena comercial cuando abandonas un mercado y lo ocupa otro, las relaciones comerciales ya son con el nuevo país. Es lo que nos ha pasado con Rusia.

-Algunos expertos han apuntado que se trata de una amenaza del presidente norteamericano que acabará reculando. 

"Trump como buen cazador hasta que no bate a su presa no para. Si da marcha atrás sería un milagro"


-Trump es un presidente que asombra a todos, pero que hasta ahora como buen cazador que es, cuando pone el ojo en una presa hasta que no la bate no para. Pensar que el señor Trump va a dar marcha atrás sería un milagro. La lógica vivida hasta ahora en todas sus actuaciones es que va a ser insistente y no termina. Está penalizando a la mitad de países de todo el mundo con aranceles para solucionar y fortalecer su economía interna. Al final lo que busca es salir ganador. No tenía ningún sentido hablar de aranceles por un problema aeronáutico. Si fuera una persona sensata, lo normal sería sentarse con Europa y hablar para hacer un plan de futuro, pero este señor siempre va a la tremenda. Nos preocupa lo que pueda pasar. Esto es la punta del iceberg de las relaciones de Europa con el señor Trump que ya no diferencia enemigos de amigos. Si a los amigos los trata a patadas como a los enemigos no sabemos cómo podemos entendernos.

-¿Cuál debería ser la respuesta de Europa?
-De los cuatro países más perjudicados de Europa, el más débil es España. Yo dudo que en una Unión Europea de 28 países por cuatro se rompa una lanza porque los que no se han visto perjudicados ven oportunidad de negocio. Además, a los 24 que nos les ha tocado nada, a lo mejor les toca algo porque el señor Trump es imprevisible. Al final intervendrá la política de Estado de los países perjudicados y me temo que los más paganos vamos a ser los débiles: nuestra agricultura mediterránea y España. Por tanto, que Dios nos pille confesados si no se consigue convencer a Trump.

-¿No cree entonces que Europa vaya a defender los intereses de cuatro de sus países miembros? 
-No. Europa nos llevó a un conflicto tremendo con Rusia cuando a nosotros ahí no se nos había perdido nada y los que estamos pagando las consecuencias somos nosotros. España ha perdido un mercado importante y desde entonces los productos afectados no han levantado cabeza. Europa nos ha llevado al desastre y no nos ha compensado por el daño que nos generaba ni ha facilitado mercados alternativos como había dicho que iba a hacer. Con este problema, que es menor porque afecta a cuatro países y tiene menor impacto, no creo que Europa ni el gobierno de España, pese al buen teatro que están haciendo, sirva para nada. 

-El presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se comprometió este fin de semana a defender a España y el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha convocado a sectores afectados y CCAA a una mesa de trabajo para analizar la situación. ¿No confía tampoco en la respuesta del Gobierno? 
-Llevo unos años con experiencia y ahora me voy volviendo como Santo Tomás: cuando compruebe las heridas, diré que hay heridas. Cuando compruebe que de verdad se soluciona el problema lo reconoceré y lo diré. Mientras tanto desconfío bastante porque la clase política me ha demostrado poca capacidad de reacción y de solucionar y atender las necesidades de sus ciudadanos. 

 

-Entonces, ¿Cómo espera que acabe esta guerra comercial?
-Europa dará una limosna, lo que no sé es a quién le llegará. No solucionará nada y perjudicará a los que no recibirán ni eso que serán la mayoría. Yo no soy político pero si fuera el presidente del gobierno de España al día siguiente de salir Trump hubiera salido para recordarle que España es un gran consumidor de almendras, nueces y otros productos de EEUU. Si el día 18 de octubre los aranceles se ponen en marcha, haría exactamente lo mismo que ellos. Eso, además, del presidente de España me gustaría que lo dijera el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Hoy por hoy soy muy escéptico con los políticos porque veo que no solucionan mis problemas ni escuchan cómo deberían.

-¿Desde el sector agrario se ha acordado emprender alguna acción? 
-Estamos haciendo las valoraciones políticos y si el día 18 de octubre hay aranceles doy por descontado que habrá reuniones y si tiene que haber protestas las habrá y se elevará la voz. Siempre nos dan palabras de comprensión y nos dicen que nos escuchan y que lo intentarán, pero de ahí no pasan. Los políticos son muy políticos.

Ha hablado antes de la incidencia que ha tenido la prórroga del veto ruso que dura ya cinco años en el campo valenciano. ¿Temen no volver a recuperar ese mercado?
-Rusia era un mercado magnífico con casi 12 millones de consumidores y que había costado muchísimos años de abrir. Ya teníamos allí varios puntos de distribución, en cítricos era el primer cliente fuera de la UE en consumo y era un mercado que crecía año tras año en todo tipo de frutas y hortalizas. Además, era el garante de la estabilidad en un cultivo que en Valencia es importante como son los caquis. Desde que se puso el veto ninguno de los sectores con venta allí ha levantado cabeza. Era muy importante, pero para los políticos no lo era tanto. No sé si lo podremos recuperar una vez se levante el veto porque ahora hay otros países que le suministran. Nos han pegado por todas partes, pero en Bruselas no se han enterado. 

-¿Está el sector citrícola unido a la hora de defender sus intereses ante las autoridades europeas? 
-Sí tanto a la hora de defendernos de plagas de países terceros como en aspectos comerciales. En estos asuntos vamos todos por unanimidad. Es más, en el foro que reúne a todos los agricultores y cooperativas de Europa, el COPA COGECA, se hacen declaraciones coincidentes. El sector europeo lo que pide es que haya unas reglas de juego similares tanto sociales como económicas; una reciprocidad. 

-A falta de ratificación del acuerdo de la UE con Mercosur, ¿cómo puede afectar a la citricultura española la entrada de nuevos competidores? 
-Europa lleva doce años de negociación con Mercosur y la verdad es que hasta que se ha firmado prácticamente no hemos sabido qué se iba a firmar. Esto es inaceptable en un estado democrático. Europa nos ha engañado y nos ha tomado el pelo porque tenía que haber dado cuenta de lo que negociaba para que nosotros pudiéramos opinar y conocer el impacto de esos acuerdos. Indudablemente el potencial productivo del cono sur es enorme. Por tanto, la apertura de ese mercado puede significar un enorme perjuicio a nuestra economía agraria con un desplazamiento tremendo. Si queremos un deterioro medio ambiental y un abandono de cultivos va bien, pero si queremos un campo con futuro y jóvenes, estos tratados mal hechos y mal negociados nos van a traer muchos quebraderos de cabeza y no valen las compensaciones temporales. Europa no está buscando complementariedad, sino que está buscando otro negocio: telecomunicaciones, obras públicas, infraestructuras y con la negociación de esos sectores que sí van a salir beneficiados en Mercosur ha utilizado la agricultura como conejillo de indias. Si lo que quieren hacer es liquidar nuestra agricultura que hablen claro. En este momento es más importante un kilovatio en Perú que un agricultor en València.

-¿España debe cerciorarse de la letra pequeña del acuerdo antes de apoyarlo?
-Lo que no puede ser es que un presidente del gobierno diga que es magnífico, que es un buen acuerdo porque globalmente salimos ganando y no mire dentro de 'ese globalmente' qué ocurre con los protagonistas de la sociedad española porque él es presidente de todos los españoles y no solamente para los que son de una compañía eléctrica, de un banco o de una constructora. Por tanto, tiene que intentar que los acuerdos sean de complementariedad y no de humillación para que otro gane más.

El tratado es una vuelta más de tuerca que, junto al de Australia y Nueva Zelanda, que están en marcha, y al de África, puede ser peligrosísimo para nuestra economía agraria. Tendría que explicarse y valorarse muy bien. Para nosotros como valencianos, el acuerdo que ha salido muy bien ha sido Canadá porque es un país rico y allí podemos jugar porque, además, existe reciprocidad y no hay sustitución. Lo importante no es que se firme, sino que no se dé la información necesaria para explicarlo y solucionar los problemas que genera. Y eso es lo que está haciendo Bruselas con el consentimiento de nuestros representantes políticos porque España fue el primer país que dijo sin pensar ni conocer su interior que era magnífico. En cambio, otros países ya han dicho que en ciertos sectores no están de acuerdo y lo que han conseguido es que haya puntos que se vayan a modificar. ¿Has escuchado algo de modificar la fruta mediterránea? Nada. Nuestro presidente de España nos ha entregado atados de manos. 


 

-AVA-Asaja denunció hace unos días la detección de 17 plagas en envíos de cítricos de Sudáfrica. ¿Qué está fallando? ¿Por qué Europa no actúa en los puertos de entrada?
-Ahora están hablando de tomar algunas medidas, pero los años pasan y la realidad está ahí. Cuando avisamos de la mancha negra, los científicos del lobby sudafricano decían que esa plaga no podría aclimatarse a los climas mediterráneos y que lo que estábamos haciendo era un abuso de Europa y que nos iban a denunciar ante la OMC porque utilizábamos datos falsos. Ridiculizaron a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Ahora resulta que han descubierto que en Túnez está expandida y creciendo. ¿Quién restituye ahora el honor a la EFSA? ¿Han entonado el mea culpa y admitido que mintieron? No lo han hecho. ¿Cuál ha sido la reacción de Europa? Decir que vigilarán mucho más y que van a unificar criterios pero ¿se ha conseguido ya una policía aduanera común y comunitaria? No. Cada país tiene la suya. Europa da palmadas en la espalda a los que nos quejábamos porque ha visto que estamos enfadados porque nos hemos sentido humillados, pero de ahí no pasa. Nosotros queremos una Europa diligente, que escuche, que tome decisiones y que con esas soluciones dé estabilidad.

"EUROPA DA PALMADAS EN LA ESPALDA A LOS QUE NOS QUEJAMOS, PERO DE AHÍ NO PASA"

-¿Qué impacto ha tenido este tratado en la citricultura valenciana?
-Sudáfrica, además, del impacto que ha tenido en los primeros meses de la campaña citrícola española nos crea problemas serios porque ha plantado cinco millones de árboles por lo que va a poder traer medio millón más de toneladas a Europa dentro de dos o tres años y generarán distorsiones tremendas pagando limosnas. ¿Cómo vamos a poder competir con eso? Creo que aquí hay que buscar complementariedad en los mercados agroalimentario, lo que no puede ser es que vengan mercados de fuera a sustituir los de aquí cuando, además, la mancha de CO2 es tremenda porque no es lo mismo llevar cítricos desde València a Europa que venir del sur de África. Estamos perdiendo la racionalidad. La complementariedad es buena, la sustitución no. A nosotros nos parece muy bien que vengan naranjas de Sudáfrica en verano que nosotros no tenemos porque es bueno que durante todo el año se consuman naranjas. Me parece muy bien. Muchas empresas valencianas compran cítricos del hemisferio sur y a mí me parece muy bien, pero que lo hagan cuando aquí no haya porque lo que no puede ser es que una empresa valenciana se traiga naranjas del sur cuando aquí ya las tenemos de calidad. Eso es lo que es un despropósito. Debería haber una Ley de Cadena Alimentaria europea en la que estuvieran presentes todos los entes económicos, distribución y productores para conseguir una transparencia en los precios.

-¿Por qué no existe esa ley?
-Porque los políticos son incapaces de ponerse de acuerdo y algunos lobbies son tan poderosos que cambian las cosas. Además están las puertas giratorias y los políticos saben guardarse las espaldas para cuando dejan la política. Algunos llegan con un trabajo, pero para otros es su medio de vida y el futuro para ellos es muy importante. Desde luego las grandes corporaciones económicas saben que pueden ayudar muy bien con esas puertas giratorias porque una medida política tomada en su justo momento puede generar grandes dividendos. 

-¿Qué futuro le espera al campo valenciano?
-Los agricultores en Valencia somos 110.000, de los que 60.000 son mayores de 70 años, y aun así producimos cuatro veces más que hace cincuenta años cuando éramos cuatro veces más. Igual que somos valientes para producir somos igual de débiles para unirnos y concentrar la oferta para plantar cara a la gran distribución y a quienes quieren abusar de nosotros incluido los políticos. Si los agricultores valencianos nos uniéramos, estuviéramos todos asociados a organizaciones agrarias y supiéramos lo que nos cuesta un producto y cómo podemos ir al mercado y no vendiéramos por debajo de ese precio, la agricultura valenciana se habría modernizado, concentrado y sería un referente.

-¿A qué achaca esa falta de unión?
-Hay asociados un número importante pero a otros les da igual quizá porque sea agricultura de minifundio o porque es a tiempo parcial y si pierden no les preocupa porque viven de sus empleos. Esos son los que malvenden porque no les va la vida y hunden a los que necesitan un precio justo para vivir y mantener a sus familias. Por eso hay tanta gente mayor de 70 años que no se puede ir porque aman su tierra y no tienen a nadie detrás. En la agricultura valenciana hace falta una verdadera revolución, una reforma de estructuras con una modernización, una implicación de las administraciones y la entrada de gente profesional. Va siendo hora de que en Valencia cambiemos el chip y entendamos que la era del minifundio ha pasado y tenemos que entrar en una agricultura del siglo XXI con innovación, visión de futuro y estructuras modernas. Aún seguimos con el éxito de hace 60 años.


   

-En la pasada legislatura usted fue muy crítico con la Conselleria de Agricultura, ¿cómo valora al nuevo equipo? ¿Qué medidas ve necesarias acometer en estos cuatro años?
-En estos años se han sucedido numerosos consellers de Agricultura y cada uno ha hecho un plan de modernización de la agricultura valenciana. A veces incluso se han sucedido consellers del mismo partido y, aun así, cada uno ha hecho su plan. Estoy esperando que de un momento a otro la consellera lo anuncie, sino será la nota discordante. Es necesario hacer un plan consensuado, de todos los partidos políticos, que esté hablado con el sector y mande quien mande y entre quién entre queese plan se cumpla. Eso es una hoja de ruta, así se hace país, casa y una nación. Además, la Conselleria tiene que ser protagonista, dialogante y consensuar las acciones a realizarse. La Ley de la Huerta se debe de volver a poner sobre la mesa y tiene que ser Agricultura y no la Conselleria Obras Públicas quien la haga. La consellera Mireia Mollà me parece una persona muy decidida y ya le he transmitido que me tiene a su disposición para consensuar decisiones.

-¿Cuáles son sus previsiones de cara a la campaña de cítricos que acaba de comenzar?
-Será más tranquila, pero no porque las instituciones hayamos sido capaces de dar una seguridad, sino porque la climatología y las circunstancias han hecho una campaña con millón y medio de toneladas menos que el año anterior y eso tendrá una influencia en el mercado. Los precios están siendo similares a los de hace dos años y eso es interesante. Lo bueno sería que los operadores y los agricultores fueran serios no permitiendo coger en este inicio de campaña ninguna naranja que no esté en las mejores condiciones para llegar a los consumidores. Todos deberíamos hacer más bandera y marca de nuestra tierra, más transparencia y promoción de nuestros productos para diferenciarlos de nuestros competidores.

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