El Año II d.C. -después de la Covid- nos atrapó a todos andando por el borde del precipicio. El primero fue el gobierno de La Unión, que declaró la energía nuclear y el gas como energías verdes, necesarias para la transición ecológica en la lucha contra el cambio climático hasta 2035. No fue una decisión tomada por unanimidad y algunos gobiernos nacionales del TerritorioEuropa pusieron el grito en el cielo. En 2022, los enjambres de drones aún no habían cubierto el azul de los cielos.
Francia entraba con fuerza a ejercer su capitalidad y la nuclear era la base de su producción energética. La Comisión Europea basó esta decisión en “el asesoramiento científico y teniendo en cuenta los avances tecnológicos actuales, así como las diversas dificultades que enfrentan los Estados miembros en esta transición”. Les iban a echar un capote. Con los años, se descubrió que la transición verde iba a ser más complicada que la digital. Estos dos objetivos de la Unión, diluidos por la pandemia, siguieron un camino divergente en los 30 años siguientes.
Apelando a la sagrada taxonomía, el gobierno de la Unión declaró casi por decreto que "el gas natural y la energía nuclear tienen un papel que desempeñar para facilitar la transición a un futuro basado principalmente en energías renovables”. Por lo tanto, “sería necesario clasificar estas fuentes de energía de acuerdo con criterios claros y rigurosos”. Por ejemplo, el gas debía provenir de fuentes renovables o producir pocas emisiones, “especialmente con respecto a su contribución a la transición a la neutralidad climática”.
En el fondo de la cuestión estaban las enormes inversiones en renovables que iban a beneficiar a Estados y empresas que apostaron por la energía verde. Pero los grandes dependientes del gas, como Alemania, o de la nuclear, como Francia, no iban a quedarse atrás. Un grupo de expertos de los Estados miembros tuvo la feliz idea de apelar a las “finanzas sostenibles”, para pintar estas inversiones de verde. La taxonomía de la UE permitió guiar y movilizar la inversión privada de las actividades necesarias para lograr la neutralidad climática en los 30 años siguientes, dictando un acto delegado que lo vistió de legalidad.
David sigue off mientras recopilo los documentos digitales que me dejó en herencia la Tieta. Presiento que la explosión de gas en el TerritorioEuropa-Este, ha causado importantes bajas. Pronto tendremos una huelga de e-Ingenieros R2D2, como la que sufrimos en las minas de semiconductores, indispensables para completar la transición digital.
-Laura, estoy aquí, he conectado con tu chip y he leído tus pensamientos. No tengo sonido, pero me ha llegado tu transcripción. Desde que terminamos con la obsolescencia programada, que los microchips funcionan a la perfección, si pasamos por el control. Precisamente fue el Gobierno de la Unión el que forzó a las tecnológicas a ampliar la garantía de los aparatos digitales, como se llamaban entonces. En cuanto a la transición verde, tienes razón. Cincuenta años después, seguimos luchando contra el cambio climático…