VALÈNCIA (EP/VP). Albert Boadella llega el 21 de marzo al Teatre Talia con 'El sermón del bufón', un espectáculo en el que se representa a sí mismo, repasa su propia vida "algo novelesca", recupera fragmentos de algunas de sus obras y dice las cosas que piensa en relación a su oficio, a la vida o la sociedad de su entorno, como es la catalana, donde según ha dicho, hay una "tribu catalana" y "el nacionalismo es la ultraderecha española, la antisolidaridad, la xenofobia y incitación del odio hacia el vecino".
Así lo ha manifestado durante la presentación de la función en València, donde estará en cartel hasta el domingo 26. Dramaturgo, director, actor y como él mismo se define, "personaje público en el mundo cínico", Boadella hace años no trabaja en su tierra natal. Es un "divorcio absoluto", ha sentenciado.
A su modo de ver, "el nacionalismo relaja la mente de las personas a su estado más primitivo; hay un retorno sentimental a los elementos de la tierra, una especie de nostalgia de la tribu", lo que él llama "la tribu catalana" con una "posición totalmente reaccionaria" que lo convierte en "la ultraderecha española". Este es solo uno de los aspectos que deja entrever en 'El sermón del bufón', donde, sin perder el sentido del humor, desdobla su personalidad entre el niño 'Albert' y el viejo artista 'Boadella' en el que se convierte a través de los años, entre el indómito y el cívico, entre el histriónico y el reflexivo. Interpretándose a sí mismo realiza un repaso mordaz al oficio de comediante y una mirada irónica a su agitada vida, con 'Els Joglars' de fondo.
Las proyecciones de los fragmentos más relevantes de sus obras se mezclan con singulares reflexiones sobre la belleza y la transgresión, los tabús de la modernidad, el estímulo que ejercen los enemigos o la realidad como supremo objetivo del arte.
A lo largo del montaje, ha dicho, el oficio teatral "no sale muy bien parado", pues aunque ha asegurado que lo aprecia mucho, ha acusado al conjunto del gremio de "falta de libertad" y de expresar "todos el mismo pensamiento progre-izquierdoso". "Responden igual como a medida" lo cual es para Boadella toda una "paradoja" puesto que la profesión siempre se ha caracterizado por "pensamientos y vidas muy distintas". "Era un gueto formidable de libertad", ha evocado.
Ahora, sin embargo, "todos están en un pensamiento progre-izquierdoso" que aunque asegura que no le parece mal si le parece "muy sospechoso". "Me quejo porque hay muy pocas excepciones", ha puntualizado. Algo que a su vez ha relacionado con que los gobiernos de izquierdas han sido tradicionalmente "más generosos con el mundo de la subvención-ayuda" que la derecha, que siempre ha visto en la cultura estaban todos al otro lado, ha argumentado.
Al hilo de esta reflexión, Boadella ha apuntado que "el problema del teatro sigue siendo el mismo, que tenga suficiente publico para que sea independiente" y ha reivindicado que "la libertad nos la da el público". En este sentido, ha asegurado que estaba "encantado" de llenar teatros con Els Joglars. "Cuanta más gente llevas al teatro, más libertad", cuanta más taquilla se hace, menos se depende de las subvenciones, ha explicado.
De este modo ha rechazado las etiquetas del llamado "teatro comercial", como si fuera "un insulto". Eso sí, ha querido dejar claro que el arte del teatro es un arte y como tal, "su objetivo es la belleza". En este sentido, ha lamentado que "a veces se olvida y cuando se hace teatro reivindicativo se hace cutre". "Creo que siempre hay que hacerlo con enorme belleza", ha insistido.
En otras ocasiones, "el envoltorio es mucho mejor" pero el contenido presenta "menos ideas, no renueva el lenguaje y no consigue tirar a un público amplio". Boadella ha reivindicado así que en el teatro hay que "hacer más arte que antes. No se trata de contar una historia porque hoy hay cosas en televisión que no se pueden ver en el escenario. Nuestro trabajo, -ha defendido-, es más buscar la realidad profunda de las cosas, detrás de lo aparente".