El actor madrileño recala los días 10 y 11 de febrero en La Rambleta de València con dos obras escritas y protagonizadas por él mismo, 'Autorretrato de un joven capitalista español' y 'España ingobernable'
VALÈNCIA. Alberto San Juan (Madrid, 1968) siempre ha reconocido que fue un niño miedoso primero, y un joven extremadamente tímido después, al que le costó creerse que algún día podría llegar a ganarse la vida como actor. Una incertidumbre que quizás no llegó nunca a disolverse del todo, a pesar de que su paso por el cine ha dejado hasta la fecha algunos éxitos fulgurantes en comedias españolas tan taquilleras como El otro lado de la cama y Días de Fútbol, y a pesar también de que cuenta en su haber con un Goya como Mejor Actor por Bajo las estrellas (Félix Viscarret, 2007).
La vocación de San Juan encontró verdadero acomodo en el teatro, ámbito al que dedica ahora mismo el grueso de su trabajo. En los escenarios pequeños y las producciones propias, alejadas de los circuitos comerciales y las ataduras del show bussiness, encontró una vía de escape, una solución de continuidad, que le permitía concitar su realización profesional como actor y autor teatral con el activismo político que lleva a cabo como simpatizante de Izquierda Unida y Podemos.
En 1996 fundó Animalario, junto a Willy Toledo, Nathalie Poza y Ernesto Alterio; un grupo de teatro de espíritu contestatario que llegó a producir más de quince espectáculos. En 2014, Alberto San Juan impulsa otro gran proyecto de agitación cultural: el Teatro del Barrio. Una cooperativa con sede en el barrio madrileño de Lavapiés, cuyo objetivo fundacional es el de actuar como soporte artístico a los movimientos populares de la izquierda española; es decir, para “colaborar en el proceso de transformación política del país” que comenzó con el 15-M. Allí se gestaron las dos obras que el actor y autor madrileño presentará en La Rambleta de València los próximos 10 y 11 de febrero. Son Autorretrato de un joven capitalista español, con la que lleva cerca de cinco años girando por todo el país, e España ingobernable, un recital poético musical en el que San Juan, acompañado en el escenario por el guitarrista Fernando Egozcue, recupera versos de Lorca, Miguel Hernández, Ángel González o Albert Pla para trazar un recorrido histórico por la historia de las luchas sociales en España, centrándose sobre todo en el tramo que comienza en II República y llega hasta el momento actual.
En Autorretrato de un joven capitalista español, San Juan renuncia a interpretar un personaje para reconstruir su diagnóstico de la España contemporánea con el apoyo de diversos textos políticos, filosóficos e históricos, pero también partiendo de su propia experiencia personal: “Soy capitalista. Tengo cuenta en un banco que especula con alimentos. Tengo un seguro médico privado. Tengo la luz contratada con una empresa que roba a sus clientes porque su objetivo es el máximo beneficio. Cuando trabajo cobro el sueldo más alto que pueda conseguir, sin preocuparme de cuál es el sueldo y el resto de las condiciones laborales de mis compañeros. Puedo ayudar económicamente a un amigo, pero nunca a costa de rebajar mi nivel de vida. Quiero preservar mi fama, mi cotización comercial, mis propiedades. La sociedad en la que vivo es injusta hasta la crueldad. Me gustaría que cambiase, pero no estoy dispuesto a perder en el intento aquello que he logrado acumular. Estoy hablando muy en serio”.
San Juan llega por tanto a València con un doble programa cargado de intencionalidad ideológica, de esos que a él y a Willy Toledo les han labrado cierta fama de personajes “incómodos”, tanto para un amplio sector político como para la propia Academia de Cine, que trata, con mayor o menos éxito, de que la gala de los Goya no se convierta cada año en una tribuna de denuncia contra guerras, recortes y desigualdades. “Por supuesto que aceptaría si me ofreciesen presentar la gala, pero ¿tú crees que alguien me lo ofrecería? –se pregunta, no sin razón-. Aceptaría, aún sabiendo que es una misión imposible (salvo para Rosa María Sardá). Lo digo en broma. Hay mucha gente en el cine que no le gusta que los cineastas se expresen políticamente, pero creo que hay mucha más gente en el cine que sí le gusta”.
De unos años a esta parte, Alberto San Juan vive de girar con espectáculos que él mismo produce, escribe, dirige e interpreta. Esta experiencia le ha llevado a sacar sus primeras conclusiones sobre la predisposición que existe en distintas regiones del país a escuchar discursos explícitos contra el poder financiero, la concentración de capital o la monarquía. “He comprobado que está muy extendida el hambre de realidad desde el estallido de la crisis, sobre todo a partir de 2010. Los “cuarenta mejores años de nuestra historia, los de mayor prosperidad y libertad”, como se repite incesantemente desde todas las instancias de poder, resulta que han desembocado en una situación de enorme vulnerabilidad social y retroceso en todos los ámbitos de los derechos básicos. ¿Qué ha pasado? La necesidad de saber es generalizada. Y no es que yo enseñe nada, en absoluto. Me limito a compartir impresiones personales”.
Llama la atención que entre los textos escogidos para apoyar el montaje España ingobernable no haya más presencia de autores contemporáneos de alma revolucionaria. ¿Será verdad que el movimiento del 15-M no ha sabido reunir a su alrededor una nueva comunidad de músicos, poetas y escritores explícitamente alineados con su causa, como sí la tuvo la lucha antifranquista en España? “Todo lo que falte en esa obra se debe a mi ignorancia –señala San Juan-. Faltan poetas más jóvenes, faltan más mujeres. Soy un ignorante que empieza a leer hace pocos años. Hay un joven poeta que podría incluir perfectamente, Sergio C. Fanjul. Si no lo he hecho también tiene que ver también con la limitación del tiempo”.
Es muy difícil hilvanar una entrevista con Alberto San Juan en la que los aspectos políticos no fagociten gran parte de las preguntas. Para empezar, ser hijo de un destacado intelectual y viñetista como Máximo tiene que haber jugado algún papel en esa tendencia del actor a llevar todas sus acciones al debate social y político. “Él ejerció mucha influencia sobre mí –reconoce-. Era un ser maravilloso lleno de virtudes y defectos, muy humano. Teníamos enormes diferencias ideológicas, pero también enormes afinidades. Había mucho amor y ésa es la mejor influencia en todos los aspectos”.
Idealista por convicción, San Juan cree en la capacidad del teatro para transformar el mundo. “Sé, por experiencia, que a mis espectáculos viene gente con matices ideológicos muy diferenciados. Creo que toda acción humana tiene sus consecuencias. Y el teatro es una potentísima acción humana”. Sin embargo, ¿le preocupa que esa conjugación constante de activismo artístico y político haya podido limitar la percepción externa que se tiene de él como actor? ¿Tiene la sensación de estar sacrificando una faceta de su carrera, quizás una más comercial y lucrativa, por la causa?
“No tengo conciencia de sacrificar nada. Estoy trabajando más de lo que había trabajado nunca en mi vida. Y disfruto muchísimo. Estamos en pleno cambio de ciclo histórico, en un enorme punto de inflexión en la historia humana. Y en un momento de emergencia extrema por la posibilidad real de autodestruirnos como especie gracias al desastre ecológico que seguimos llevando a cabo. La participación política activa me parece un acto cívico elemental en esta coyuntura. Sí me ocurre que hablo demasiado. No es tan interesante lo que pienso. Pero es difícil hablar menos cuando cada fin de semana actúas en un sitio distinto y tienes que promocionar la función a través de entrevistas”.
El actor madrileño asegura que su progresivo alejamiento del cine no ha sido autoimpuesto, y que le encantaría volver a hacer comedia. También es cierto que en alguna ocasión ha confesado que hubiese preferido “no haber hecho el 70% de mi filmografía”. ¿A qué se debe esa desafección? “Se debe básicamente a mi falta de talento como actor. He aportado al cine español momentos pésimos. Espero haber dejado también algún instante de cierto valor”, apunta. “Me encantaría volver a hacer comedia, porque es un género que amo, pero preferiría no haber hecho algunas de las películas que he hecho porque en ningún momento creí en ellas. Y me arrepiento sobre todo porque las personas que las dirigían no tenían ninguna culpa de mis problemáticas mentales. Creo que cuando aceptas un proyecto, debes defenderlo como si fuera el más importante de tu vida. Cosa que no siempre he intentado. Evidentemente, no puedo poner ejemplos de las películas a las que me refiero”.
¿Qué tipo de sentimientos o pensamientos surgen cuando descubres que una película en la que has participado no funciona, o simplemente no te gusta? ¿Es algo que se vea venir durante el rodaje, o a veces es una sorpresa? “Hay todo tipo de casos –explica el actor-. Rodajes felices que quedan en lo mejor de la memoria personal y de los que resultan películas desastrosas, rodajes penosos de los que salen grandes películas… A veces se ve venir, otras no… Cuando se hace con amor e intentando poner todo y luego el resultado no es bueno, es muy triste”.
En cualquier caso, Alberto San Juan sí tiene planes inminentes en el cine, aunque no para la pantalla grande. La película, producida también por Teatro del Barrio e interpretada por él mismo junto a Willy Toledo y Luis Bermejo, se llamará El Rey y está basada en la vida política de Juan Carlos I. “Estamos acabando la fase de posproducción, que financiaremos con un crowdfounding que termina el 13 de febrero”. La idea, una vez más, es moverse fuera de las redes de distribución convencionales, y poner la película a disposición libre del público en plataformas gratuitas.
Se trata en realidad de la traslación al lenguaje cinematográfico de una de las piezas teatrales de la cooperativa, cuya acción comienza con la abdicación de Juan Carlos I y retrocede a 1948 cuando, con diez años, el monarca llega por primera vez a España. La película adquiere el tono de pesadilla o de viaje psicótico “de un hombre que, en el epílogo de su vida, cae de la cima al sótano”. “En la honda noche –según describe la productora- recibe la visita de sus fantasmas: Franco, don Juan (su padre), Alfonso (su hermano pequeño), Carrero Blanco, Suárez, Tejero, Martín Villa, Felipe González o Kissinger”.
El foco no se pone por tanto en el Rey Felipe VI, quien hace pocas semanas decidió compartir públicamente algunas escenas de su vida familiar, coincidiendo con el 50 cumpleaños del monarca. ¿Habrá conseguido este gesto generar un mayor apego de la sociedad hacia la monarquía? San Juan disiente: “Lo dudo mucho. Creo que Felipe VI no acabará su reinado. España es un caso raro dentro de la corriente capitalista neoliberal. Aquí, el capitalismo todavía no se atreve a desprenderse de la monarquía o de la Iglesia, no se atreve a ser moderno. Esto tiene que ver directamente con los cuarenta años de dictadura”.
Finalizamos la entrevista con un comentario acerca de El mercado es más libre que tú (Espectáculo contra el TTIP), espectáculo creado por la compañía valenciana Atirohecho que pasó hace unos meses por el Teatro del Barrio en Madrid. El montaje, escrito antes de la llegada de Trump al poder, enarbola un discurso crítico hacia los tratados de libre comercio entre Europa y Estados Unidos.
Le preguntamos a San Juan por el hecho de que la llegada de Trump a la Casa Blanca haya llevado consigo el bloqueo de las negociaciones para alcanzar ese temido acuerdo de libre comercio. Qué paradoja que el mayor adalid del neoliberalismo defienda, aunque sea por razones de muy diversa índole, el posicionamiento de los movimientos anticapitalistas a ambos lados del Atlántico. “El neoliberalismo supone el desamparo de las clases trabajadoras. Es normal que busquemos algún tipo de defensa. Y eso nos puede llevar a votar a Trump, Neil Farage o Marine Le Pen. – nos comenta-. O bien, a Unidos Podemos, que sería el caso contrario, por más que los grandes medios de comunicación quieran meter a los cuatro en el mismo saco. Sin embargo, sí veo una cercanía en el fondo neoliberal y ultranacionalista de Ciudadanos y las opciones de ultraderecha mencionadas. Las declaraciones anticapitalistas de Trump o Le Pen son, desde mi punto de vista, del todo deshonestas. Aunque a veces puedan tener efectos coyunturalmente divergentes del neoliberalismo, como el bloqueo del TTIP”.
El premiado monólogo se representa en La Rambleta y bebe tanto de Homero como de Safo, Anne Carson, Pedro Lemebel y Luis Cernuda