Treinta especies de fauna y flora están incluidas en la legislación valenciana de invasoras, que prohíbe su comercialización e introducción en el medio natural. La expansión de plantas y animales exóticos provoca graves daños ambientales e importantes perjuicios económicos
VALENCIA.- Cactus americanos, acacias australianas o hierba de la Pampa argentina. En un tramo de cuatro kilómetros del barranco del Carraixet, en Bétera, conviven treinta especies vegetales de los cinco continentes. Es un pequeño muestrario internacional del avance de plantas invasoras que han convertido algunos espacios naturales en jardines exóticos, ofreciendo una dura competencia a la flora y fauna autóctonas. En Valencia es habitual observar bandadas de aves tropicales de intensos colores, las más extendidas son las cotorras de Kramer o de Argentina que se agrupan con desparpajo en jardines y monumentos.
La Comunitat Valenciana es un territorio intensamente afectado por este exótico trasiego. «Vivimos en una zona de especial riesgo porque el tráfico de personas, la gran proliferación de urbanizaciones dispersas en el territorio y la importancia de la producción viverística generan unos riesgos por la proliferación de especies invasoras», explica Antoni Marzo, director general del Medio Natural y Evaluación Ambiental. Entre el 80 y el 90% de producción de planta de toda España se concentra en los viveros de la Comunitat Valenciana y Cataluña. Restos de poda o plantas usadas en jardinería son el origen de la expansión.
Entre las especies exóticas y las autóctonas se establece una dura competencia por el espacio y el alimento en la que normalmente las locales, menos preparadas para la lucha, se llevan la peor parte. Algunos recién llegados incluso literalmente se comen a los residentes. En la Albufera de Valencia y otros humedales la expansión de la carpa (cyprinus carpio), o la perca sol (lepomis gibbosus) es uno de los factores que amenazan especies emblemáticas como el samaruc, un pez en peligro de extinción casi exclusivo del territorio valenciano.
Otro peligro es el riesgo ambiental. Antoni Marzo advierte de que una de las plantas más perjudiciales y extendidas es la caña (arandu donax), que lleva siglos entre nosotros. Absorbe gran cantidad de agua y «cuando prolifera en los cursos fluviales o en los barrancos puede impedir la función de drenaje de los ríos», lo que aumenta el riesgo de inundaciones y al mismo tiempo reduce los recursos hídricos. También unido al agua, el mejillón cebra obstruye todo tipo de infraestructuras.
(Lea el artículo completo en el número de enero de la revista Plaza)
Uno de los últimos en llegar es el cangrejo azul (callinectes sapidus) un vistoso crustáceo originario de América expandido por casi todo el mundo. Vive en el mar pero se adapta muy bien a las desembocaduras de ríos y marjales. En octubre de 2014 se detectó por primera vez en la Albufera y ahora está presente en la mayor parte de humedales valencianos según, reconoce Vicente Del Toro, técnico de Vaersa, que lleva dieciséis años estudiando las especies invasoras. Ahora analizan la evolución de este cangrejo, muy apreciado comercialmente en otros países pero sin valor aquí. En la Albufera su proliferación ha sido especialmente veloz. Los pescadores se desesperan porque cada vez que lanzan las redes o los mornells —las nansas para capturar anguilas—, aparece el agresivo cangrejo azul que devora todo lo que encuentra y destroza las artes de pesca con sus enormes pinzas.
Vicente Estevens, pescador de El Palmar, asegura que nunca había visto nada igual en su vida. «Nos han invadido tan rápidamente que veo muy difícil acabar con ellos, es una peste». Entre sus redes Vicente está acostumbrado a ver especies exóticas como el carpín o los cangrejos americanos, pero el caso del nuevo visitante parece definitivo. «Hemos sufrido las siete plagas, pero cuando desaparezca definitivamente los pescadores de la Albufera dirán: aquí qué pasa», advierte Daniel Marco, que se define como «expescador» y que ahora se dedica a la hostelería en la pedanía de El Palmar, epicentro tradicional en el humedal de la pesca que califica como «una ruina».
Vicente Del Toro explica que «las especies que más problemas causan son las ligadas a los medios acuáticos, ya sean plantas o animales, porque permiten su rápida dispersión y, al mismo tiempo, imponen grandes limitaciones a su control». La legislación valenciana limita la comercialización, transporte, introducción o liberación de treinta especies de flora y fauna, cuatro géneros de flora y todos los cangrejos de río exóticos. Además se incluyen 34 especies y seis géneros de plantas adicionales con ciertas limitaciones de uso. Un caso destacado es el de la tortuga de Florida (trachemys scripta), el animal exótico vendido como mascota que más se ha expandido. Su gran tamaño y fuerza, superior a los galápagos autóctonos, la sitúa en una posición de dominancia. Sólo en 2015 los técnicos retiraron 5.640 ejemplares de zonas húmedas.
El problema empieza porque muchos de sus dueños se cansan de ellas cuando crecen y las abandonan. Esta «liberación irresponsable», junto a las fugas accidentales, es la principal causa de expansión de fauna exótica, a cuyo control la Administración dedica recursos y personal. Del Toro detalla que el objetivo respecto a especies como la tortuga de Florida «es el control mediante capturas para mantener su población por debajo de un umbral que permita una coexistencia con las especies nativas», porque se da por hecho que no es posible erradicarla. A pesar de la prohibición de su venta se continúa comercializando, como detectan los controles en tiendas de animales. De las 80 inspecciones realizadas en 2015 en un 25% se detectaron especies prohibidas, principalmente galápagos de Florida.
Es imposible erradicarlas: se intenta controlar la expansión de las especies invasoras mediante capturas para que puedan coexistir con las nativas
«El mercado ha cambiado una especie por otra; continúan vendiendo tortugas exóticas de otras partes, por ejemplo las tortugas de Colorado que ya encontramos en ríos valencianos y marjales. La tortuga Mapa ya se ha localizado en el barranco del Carraixet y el marjal de Almenara», explica Miquel Crespo, de Acció Ecologista Agró, una agrupación que mantiene desde hace años un proyecto para la recuperación de las tortugas autóctonas. Crespo reclama a la Administración que regule mejor el comercio de mascotas con «la prohibición de la venta de otras especies. Se está permitiendo la venta para no perjudicar al sector pero después no repercute en el gasto del control de exóticas. Después somos los voluntarios los que tenemos que ir a pescar tortugas». Y pide también mayor concienciación para evitar que la gente suelte animales y plantas donde no debe. Crespo detalla que en cualquier estudio que realizan en humedales «la mayor parte de especies que capturamos son exóticas». Los ecologistas denuncian sueltas deliberadas de peces como la perca americana (micropterus salmoides).
En 2012 se detectaron dos ejemplares jóvenes de siluro en la Albufera, un animal que puede llegar a medir cinco metros y pesar 300 kilos. Originario de Europa central, prolifera en el Ebro y en los embalses aragoneses. En tierra, el animal exótico más sorprendentemente voluminoso detectado en libertad es el cerdo vietnamita, que puede cruzarse con los jabalíes provocando híbridos. Vicente Del Toro reconoce que la legislación «siempre suele ir por detrás de la realidad, porque no se puede prohibir todo».
La estrategia de la conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural se centra en la prevención legislativa que complementa a la regulación estatal, que incluye 172 especies, una familia y once géneros. De la detección y erradicación temprana en toda la Comunitat se encarga una red de alerta integrada por 352 personas de las administraciones autonómica y central. La eliminación de ejemplares se completa con la reproducción y cría en cautividad de las especies autóctonas más amenazadas, como el cangrejo de río o el samaruc, así como campañas de concienciación ciudadana.
El jacinto de agua (eichhornia crassipes) es una de las plantas más peligrosas para el medio acuático. Crece formando una espesa alfombra que no deja pasar los rayos del sol, limitando la vida bajo su manto. Originario de las selvas amazónicas se ha expandido en el Lago Victoria, en África. A Europa llegó como planta ornamental y en la actualidad ha colonizado 150 kilómetros del río Guadiana, en Extremadura, donde llevan invertidos 26 millones de euros en su erradicación sin resultados.
En la Comunitat Valenciana ha podido ser eliminado, por el momento, del medio natural según explica Del Toro. Los trabajos centrados en esta especie se iniciaron en 2007, y en ellos las administraciones han invertido cerca de 200.000 euros. Su presencia fue detectada en los ríos Algar, Albaida y el marjal de Castellón. Gran parte de los esfuerzos de control se centran ahora en cactus procedentes de los desiertos de Méjico como el cylindropuntia Pallida, cuyas afiladas espinas en forma de arpón son una agresiva trampa para humanos y animales e impiden el crecimiento de otras plantas. Su presencia es abundante en Orihuela, Llíria y el Carraixet.
Las actuaciones de control han sido cofinanciadas por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader) entre 2007 y 2013. La detección precoz de cualquier especie invasora es clave para poder controlarla, por ello la localización de cualquier planta o animal extraño se puede comunicar a través del correo invasoras@gva.es. La globalización del tráfico de personas y mercancías y el cambio climático están en el origen de la expansión de molestos insectos como el mosquito tigre (aedes albopictus), cuya proliferación es ya imparable según reconocen los expertos, que aspiran como máximo a controlar sus poblaciones durante el invierno. Otro caso muy dañino para las palmeras es la expansión del picudo rojo —la principal amenaza del Palmeral de Elche, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco—, y la lista de invasores sigue creciendo.
*Este artículo se publicó originalmente en el número 27 de la revista Plaza