ALICANTE. La 'nit del foc' de les Fogueres de Sant Joan ha puesto fin a unas fiestas que tradicionalmente inauguran la temporada de verano y que se ha desarrollado con una relativa normalidad y sin incidentes destacados pese a la multitudinaria afluencia de turistas, que a falta de un balance pormenorizado previsto para este martes, el alcalde de la ciudad, Luis Barcala, ha adelantado que las cifras son "de récord" y superiores "con creces" a las del pasado año.
La quema de los 188 monumentos ha dado comienzo con la tradicional palmera disparada por la pirotecnia Ferrández, de Redován, desde el macho del castillo de Santa Bárbara, con 92,81 kilos de pólvora en un millar de cohetones Imperial de 20 milímetros y color blanco para que una espectacular palmera iluminara el cielo de Alicante con un lagrimeo que ha durado 18 segundos.
Todo ha trascurrido con normalidad. El dispositivo estaba al completo, después de una semana convulsa no solo por lo festivo, sino también por las reivindicaciones de los agentes del cuerpo de bomberos solicitando una mejora del acuerdo de gratificaciones. Así, en la noche del 24 de junio se han movilizado hasta 170 bomberos y 35 vehículos, que además han contado con la colaboración de los servicios de otros ayuntamientos de la provincia y 20 efectivos del consorcio provincial con otros tres vehículos.
El operativo humano ha sumado unas 600 personas contando agentes de la Policía Local y nacional, así como con los voluntarios de Protección Civil. Todos ellos, velando por una Nit de Cremà sin incidentes reseñables hasta el momento, para que ardieran con sereno fervor los 89 monumentos adultos e infantiles repartidos a lo largo y ancho de la ciudad.
La pirotecnia Ferrández abría la veda con el lanzamiento de la monumental palmera disparada desde el castillo de Santa Bárbara a las doce en punto de la medianoche. Un pistoletazo de salida con el que se coronaba el monte Benacantil, iluminando toda la ciudad, para dar paso al fuego con el que se iban consumiendo las hogueras ante la atenta mirada de los alicantinos y los visitantes en unas fiestas que, a la espera de los datos oficiales, parecen haber anotado otro récord de afluencia.