El ministro ha resaltado que "los hispanopalestinos y sus familiares que solicitaron ser evacuados ya están aquí, en España, y sus vidas están ya a salvo". Pero, ha añadido, "no nos vamos a olvidar de que muchos otros civiles palestinos están en estos momentos siendo injustamente amenazados por bombardeos contra objetivos civiles".
Robles ha reconocido que ha sido "muy emotivo" el momento en que todos ellos han descendido del avión y ha subrayado que entre los evacuados han muchos niños que "van a tener aquí una nueva vida". La titular de Defensa ha asegurado que el Gobierno siempre va a estar comprometido "con las causas justas" como esta en la que lo que se hace es "salvar a las personas que están siendo objeto de esa violencia absolutamente indiscriminada en Gaza".
Ambos ministros han resaltado la labor conjunta que han realizado sus respectivos departamentos y que ha hecho posible traer a España a todos ellos. En el caso de Exteriores, han intervenido medio centenar de diplomáticos, entre ellos una veintena sobre el terreno de las embajadas en Israel y Egipto así como del Consulado General en Jerusalén.
Por lo que se refiere a Defensa, a bordo del avión han viajado un total de 27 efectivos que forman parte del 45 Grupo, el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) y la Unidad Médica de Aeroevacuación, mientras que la operación ha estado dirigida desde el Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa.
Sentimientos encontrados
Los recién llegados han manifestado sentimientos encontrados. Por una parte, el alivio y la felicidad por sentirse a salvo, en buena parte de sus casos junto a sus familiares más cercanos, pero también el dolor y la tristeza por lo que han vivido en las últimas semanas y por las vidas que han dejado atrás.
"Cuando quieres sonreír te recuerdas que lo que has dejado detrás", explica a los periodistas Salah Awad El Sousi, coordinador de la colonia española en Gaza, que admite que "es un sentimiento raro que no había sentido nunca, alegre y triste a la vez".
También Natalia Abu Jarad, de 26 años, admite su alivio por haber salido de Gaza donde "la situación está fatal" y tuvo que cambiar seis veces de casa antes de marcharse. "Tengo muchísima pena porque tengo mis primas, mis amigas, la familia de mi marido... todos todavía están allá", añade, subrayando que no sabe si su casa sigue aún en pie o ha quedado destruida por los bombardeos.
Su padre, Nafez Abu Jarad se muestra contento de haber llegado. "Para mí España es la primera patria", subraya, contando que incluso hizo la 'mili' y se muestra muy agradecido de la acogida que se les está dando y de la postura que ha adoptado España en este conflicto.
40 años viviendo en Gaza
En su caso Amelia, nacida en Madrid, casada con un palestino y que vivía en Gaza desde hace 40 años, se ha venido con la inquietud de dejar a su marido atrás. Según relata, aunque incluyó su nombre para que fuera evacuado no ha querido marcharse. El matrimonio, sus hijos y sus nietos abandonaron en los primeros días de bombardeos israelíes su residencia en el norte de la Franja hacia el sur, y allí se ha quedado a esperar.
Amelia ha llegado acompañada de dos de sus hijos y varios de sus nietos, entre ellos el más pequeño del grupo, un bebé de tan solo cuatro meses al que ha costado alimentar en las últimas semanas porque no había leche de fórmula, cuenta su abuela, que subraya lo complicado que es actualmente encontrar agua potable y alimentos en Gaza.
Aunque en sus cuatro décadas en la Franja ya ha vivido otros conflictos con Israel, confiesa que "ninguno como este". Las bombas destruyen casas de hasta tres y cinco plantas con gente dentro, explica, subrayando que en Beit Hanun, donde vivía, "está totalmente destruida".
También Riad el Hila admite su "dolor", porque él y su familia han conseguido salir pero atrás han quedado familiares y otras personas que no tienen la suerte de contar con un pasaporte español como él. "La guerra continúa, la destrucción, las matanzas, nuestras casas están siendo destruidas", denuncia. "Aquí no hay guerra" mientras que allí, incide, "no tienen nada, no hay agua, no hay comida, no hay comunicación solo destrucción".
Por otra parte, todos ellos también afrontan con incertidumbre su futuro. "No sabemos cuál va a ser nuestro estatus aquí", admite Salah El Sousi, que no tiene claro dónde dormirá esta noche.
Según explica, a quienes tienen familiares en España que pueden acogerles les han dicho que pueden irse con ellos pero el resto en general prefieren quedarse en Madrid a la espera de que se aclare su situación.