Álvaro Octavio Moliner completa su trilogía sobre lo sagrado en 'Mystés'

VALÈNCIA. El creador escénico Álvaro Octavio Moliner presenta su última pieza en la que propone un viaje a través de lo sagrado usando como vehículo el lenguaje performativo. La palabra griega mystes significa iniciado en ritos secretos, y viene de miyein: cerrar la boca y los ojos. De aquí derivan otras palabras como místico o misterio. El público asiste durante una hora a una puesta en escena donde se evoca, mediante el ritual primitivo, a los espíritus y a las fuerzas sagradas usando como herramienta los recursos expresivos del fenómeno escénico.

Es un esfuerzo por volver a lo sagrado mediante el tiempo y espacio compartido que es el teatro. "En Mystés se asiste a un rito no identificable con ninguna religión, más bien es un sincretismo de lo sagrado que resulta común y transversal a todas las religiones desde las sociedades premodernas hasta nuestros días", explica una nota remitida.

Para llevarla a cabo, el uso de máscaras, maniquís, el cuerpo de los performers y la luz y el espacio sonoro están alineados para ofrecer una experiencia que raya lo extático. Se trata de una invocación alrededor de la hoguera primitiva pero con el lenguaje del siglo XXI. La extrañeza, el asombro, por momentos el terror pero también la ternura y la belleza, son experiencias por las que el espectador irá transitando en busca de un final redentor.

Esta pieza supone la finalización de una trilogía que comenzó con su primer trabajo como compañía El fuego nunca, donde tres personajes sin rostro inspirados en arquetipos de Jung (y también en las tres primeras cartas del tarot) se encontraban encerrados en una sala esperando a que una misteriosa puerta de led se abriera. En el segundo acto de esa pieza, unos personajes similares vivían tres momentos traumáticos en sus vidas. Los tres se veían vinculados unos con otros en un extraño accidente de tráfico. 

La segunda pieza de la trilogía, No.Nada.Que. continuaba la senda de la exploración y de lo sagrado mediante la vida de dos personajes. Por las noches, una mujer sin rostro mira por la ventana, al otro lado de la calle ve a otra mujer camuflada en la pared destrozada de una habitación vacía. La inspiración de esta obra viene del universo poético de Alejandra Pizarnik y del fotográfico de Francesca Woodman. Ambas artistas corrieron la misma suerte, no obtuvieron reconocimiento en vida, acabaron suicidándose y la posteridad les ha otorgado un lugar preponderante en cada uno de sus campos.

Moliner cuenta de nuevo con la colaboración habitual de Iván Arbildua en el diseño de iluminación, quien además es uno de los performers. El resto de intérpretes los completan el actor y director Nacho Sánchez, la actriz Sara Santes que también colaboró en las otras dos piezas de la trilogía y la bailarina Cristina Gómez, fundadora de la compañía La Casa Amarilla, que lleva más de quince años en el panorama de la danza valenciana.

Algunos de los referentes que se reflejan en la pieza son los creadores más influyentes en la actualidad: el italiano Romeo Castellucci o la alemana Sussanne Kennedy. También hay reminiscencias de otros creadores influyentes de la historia del teatro como Anonin Artaud (Teatro de la Crueldad) y Tadeusz Kantor (Teatro de la Muerte). Para la confección de la pieza se han utilizado dos fuentes fundamentales. La del historiador de las religiones Mircea Elíade y el libro Ritos de Paso de Van Gennep. El teatro es un elemento ritual que persiste en una sociedad cada vez más desacralizada.

Sobre Arte LAB, este nuevo espacio que se abre en el barrio de L'Olivereta y que está gestionado por los actores Alberto Ángel Escartí y Xavier Giménez tiene el objetivo de que sea "un refugio de las artes vivas, teatro contemporáneo, danza y performance". La idea es que las piezas puedan durar en cartel más de una semana y que el público pueda ver más de una vez los espectáculos que están en continuo cambio y movimiento, algo así como una reeducación de la lógica capitalista que se ha implantado en las artes escénicas.

Mystés estará en residencia y se podrá ver los tres primeros fines de semana de 2024. Lejos de ser un trabajo cerrado, está en evolución constante por lo que sus creadores aseguran que la pieza será muy distinta desde el momento en el que se estrene hasta el útlimo día de cartel (18 de febrero).