MADRID. Más de 47 millones de personas están diagnosticadas de Enfermedad de Alzheimer (EA) en todo el mundo. Si a ello le sumamos 1 o 2 personas mínimas como cuidadores, es fácil hacerse una idea del impacto que supone la solución de AlzhUp. Hasta ahora, no hay vacuna ni tratamiento que revierta el proceso o paralice el avance de la enfermedad pero el servicio que ofrece esta empresa es capaz de retardar los efectos.
La edad avanzada es el mayor factor de riesgo aumentando la prevalencia del EA a partir de los 65 años en adelante. Unido ello a la longevidad cada vez mayor de la población, las previsiones de pacientes que desarrollarán la enfermedad se duplican cada 30 años, es decir, 94 millones de personas para 2050. Las cifras parecen urgir, pues, a la búsqueda de algún remedio contra esta demencia.
La de AlzhUp no es una solución definitiva pero sí una ayuda muy valiosa para ganarle tiempo al Alzheimer. La define Rafael Espinosa de los Monteros, director general y cofundador de la compañía Reta al Alzheimer SL: “Es un servicio socio sanitario completo, que se vale de la tecnología para el desarrollo de un aplicación móvil, cuya misión es retardar el deterioro cognitivo de un enfermo de Alzheimer”. El retardo que obtienen, condicionado siempre por las circunstancias personales de cada paciente, es de hasta 3 años.
La suya es una terapia no farmacológica, de 9 meses de duración, que se asienta sobre 4 pilares teniendo como destinatarios al enfermo y sus cuidadores, terapeutas y centros especializados. Así, la primera utilidad de AlzhUp es como herramienta de prediagnóstico teniendo en cuenta que la detección temprana permite intervenir antes para ralentizar el avance de la enfermedad. Según explica Espinosa de los Monteros, en la mayoría de los casos el diagnóstico se realiza cuando la enfermedad se halla en un estadio denominado GDS3, todavía moderado, y es al alcanzar el GDS5 cuando ya poco o nada se puede hacer. El diagnóstico precoz ayuda también a la planificación económica familiar, a la emocional y contribuye al ahorro del sistema socio-sanitario.
Un segundo eje de la aplicación se orienta a la intervención en las emociones del enfermo mediante reminiscencias. Es lo que llaman el banco de recuerdos personalizado que funciona como otros repositorios y en el que se almacenan imágenes, voces, sonidos o cualquier archivo facilitado por los familiares que puedan activar las emociones del paciente. Imágenes, antes que palabras, y el olfato por encima de cualquier otro sentido parecen ser los que dejan mayor huella.
Terapias positivas donde se recogen una serie de ejercicios validados por las autoridades sanitarias es el tercer pilar. Llegado este punto, Espinosa de los Monteros insiste en subrayar el fuerte componente científico que hay detrás de la digitalización cuya investigación ha sido coordinada por José Antonio Sánchez, neuropsicólogo, gerontólogo y habilitado en Psicología General Sanitaria, en colaboración con la Universidad de Salamanca. También la Universidad de Zaragoza figura como partner además de una veintena de terapeutas colaboradores. Marcos Valenzuela, experto en Alzheimer y cofundador, es a quien debe atribuirse el desarrollo tecnológico cuya usabilidad fue uno de los grandes retos.
El último sostén de AlzhUp apunta a los familiares o cuidadores de los pacientes dado que introduce estrategias de gamificación que les sirvan de ayuda y distracción además de procurar mayores alianzas al cuidador principal.
La aplicación para PCs, móviles y tabletas no estará disponible totalmente hasta el próximo mes de abril, fecha para la que tienen previsto en lanzamiento simultáneo en Europa y EE.UU, país este último que acoge una filial en Miami. Al servicio podrán acceder tanto los profesionales de la salud como los directamente interesados. Para estos últimos se ofrece un servicio estándar, al precio de 12,99 euros que cuesta descargarse la aplicación donde “lo único que tienen que hacer es seguir las indicaciones”. A esta se añade una versión para los profesionales de la salud, cuya descarga cuesta 15,99 euros. En cualquier caso, aclara Espinosa de los Monteros, “entendemos que el médico es insustituible. Lo nuestro es sólo una herramienta de ayuda”.
Al cobro de las descargas añadirán, como otras vías de monetización, la formación en el uso de la aplicación de los profesionales que quieran hacer uso de ella tanto en terapia como en prediagnóstico. Otra línea será la explotación de los datos extraídos de los pacientes, como un servicio de Big Data, para investigadores médicos y farmacéuticos. “Hay que tener en cuenta que con AlzhUp controlamos hasta 300 parámetros. Imagina la información que obtenemos con tan sólo 1.000 usuarios”, argumenta Espinosa de los Monteros.
La inversión desde el nacimiento de la empresa, en 2013, hasta ahora ha sido de 350.000 euros “demasiado tiempo y demasiado dinero”, dicen. El grueso de la financiación procedió de recursos propios pero han contado también con un crédito participativo de Enisa y otro del Ministerio de Economía y Competitividad (Mineco). Integrar un equipo multidisciplinar con perfiles técnicos, sanitarios y empresariales tampoco resultó fácil. Así, a los ya referidos hay que añadir en el organigrama de la empresa a Gerardo Ladrón, director financiero y cofundador, Silvia Espinosa, responsable de Terapias, y Antonio Lobo, Board científico y catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza.
Ya hemos dicho que la comercialización de AlzhUp saldrá a la vez en Europa y Estados Unidos aunque la vocación global del equipo en mucho más ambiciosa. Dicen que esperarán “a ver la respuesta en estos mercados pero, si todo funciona conforme a lo previsto, en 2018 daremos en salto a Latinoamérica y al continente asiático”.
Más de 200 test a pacientes y la aplicación de 20 terapias parecen avalar el funcionamiento del servicio. “Siempre he pensado que cuando sea mayor no quiero perder la calidad de vida que tengo ahora, por eso pensé en AlzhUp”, asegura Marcos Valenzuela, alma máter del proyecto.