En su fugaz paso por Valencia la actriz porno ha dado una charla en un centro de arte y otra en el ámbito universitario: cultura, porno y feminismo unidos en un frágil equilibrio entre la ética y el deseo
VALENCIA. Amarna Miller tiene 25 años, es actriz y directora de cine pornográfico, vive en Los Ángeles y rechaza las etiquetas, hablar de "porno alternativo" le chirría, igual que cuando se menciona la expresión "porno para mujeres", entiende que el deseo es de amplio espectro y se está convirtiendo, cada vez más, en una auténtica activista de la libre sexualidad desde el respeto. Amada por unos y atacada por otros, reivindica el consumo de porno ético, rodado y distribuído por productoras que tratan bien a sus trabajadores, para fomentar las buenas prácticas. Ha venido a Valencia para participar en el Valencia Sex Festival que tendrá lugar los días 17 y 18 de junio de 2016 celebrándose en Feria Valencia, no obstante adelantó su aportación festivalera, que consistía en presentar su libro ‘Manual de Psiconáutica’ (Lapsus Calami, 2015) a la tarde del martes 14 de junio en el Octubre Centre de Cultura Contemporània donde también intervino en una mesa redonda sobre porno con el director y fotógrafo Nico Bertrand.
Al día siguiente, ayer miércoles 15 después de una comida en El Perelló como colofón de la visita a nuestra terreta, impartió una conferencia en la Facultad de Filosofía organizada por el sindicato de estudiantes Acontracorrent sobre porno y feminismo llenando la totalidad de localidades del Aula Magna. Nos concedió minutos antes una entrevista para Valencia Plaza sin tapujos, con la cercanía que la caracteriza y tras largo tiempo de contacto a través de redes sociales. Nos disponemos a dilucidar su controvertido punto de vista en torno al peliagudo mundo del porno, del que no teme comentar su lado más oscuro y para el cual trabaja poniendo el acento en humanizar la figura del trabajador sexual y luchar por sus derechos ofreciendo un material de calidad que no reproduzca estereotipos de género. La controversia surge cuando, conociendo el terreno y habiéndola visto a través de la pantalla, observamos que sigue habiendo roles repetitivos en algunos de sus vídeos. Curiosamente cuando actúa en directo a través de la plataforma CAM4 se muestra más libre, no hay guión, queda patente que se permite transgredir las propias dinámicas del erotismo mainstream incluso aun cuando contenta a usuarios que realizan peticiones a través del chat, que le transmiten sus deseos para que ella, si quiere, los haga realidad tocando aquí o allá, desnudándose a cambio de tokens o "fichas" que simbolizan monedas virtuales. ¿Representa el porno de hoy en día aquello que deseamos? ¿Es posible elaborar un manual de buenas prácticas para la pornografía en toda su diversidad? ¿Por qué las opiniones y acciones de Miller causan tanto revuelo?
A la pregunta por si el porno es cultura responde que no quiere encorsetar conceptos, apuesta por la interdisciplinariedad "decir vídeo y decir fotografía a veces separa partes de una misma obra. Yo estudié Bellas Artes y me especialicé en fotografía y vídeo, precisamente, luego empecé a trabajar en una productora y era multitask. Parece que si algo es porno no puede ser arte y sin embargo se puede ser todo a la vez, está dentro de nuestra cultura, existe un abanico de posibilidades enorme".
La pornografía no es representativa de la sexualidad real pero eso no le parece del todo mal a Miller porque hay muchos nichos de mercado, ella explica que lo que se tiene que tener claro es que en la pantalla vemos ficción, cuando la vemos actuar se trata de una película, acate un guión o improvise. Empezó detrás de las cámaras y eso la hace más sensible a las necesidades de los actores, del equipo que hay detrás de la producción de porno, problemas físicos, responsabilidades sanitarias y mucho más allá. "La genitalidad, lo que tenemos entre las piernas, no indica necesariamente lo que deseamos y por supuesto lo que la pantalla ofrece no tiene por qué ser lo que desea todo el mundo, además a menudo en la pornografía se obvia a las sexualidades que se salen de la norma, la bisexualidad, por ejemplo, pues yo me considero bisexual y no me veo representada en la mayoría de pelis donde aparecen personajes bisexuales, tampoco veo transexuales interpretando porno de calidad, se los deja de lado y no está bien".
A todo esto añade Miller algo que es clave en su manera de pensar, cómo concibe el modo en que abordar cualquier tipo de sexualidad y así lo transmite a partir de su experiencia: "Hay que tratar la sexualidad como algo natural, sin estigmatizar. A mí me daba vergüenza ver escenas sexuales en televisión cuando era pequeña porque veía que mi madre se ponía nerviosa y cambiaba de canal, eso se percibe y te condiciona. Sería mejor que te explicasen en ese momento qué es lo que estás viendo en pantalla".
Es de incumbencia tener presente la faceta de Miller como empresaria ya que, por joven que sea, sus estudios, el vivir entre dos continentes y moverse tanto, además de haber empezado temprano a trabajar en cine primero desde el otro lado, la ha convertido en una exitosa empresaria que sabe de lo que habla cuando define los parámetros de la industria sin miedo a señalar los fallos de ésta: "En esta industria, como en cualquier otra, existen abusos y no todo es de color de rosa, principalmente porque no tenemos ningún recurso para defendernos ante un contrato abusivo. Hay productoras que han sacado mi nombre real sin mi consentimiento y no el artístico, sin atenerse al hecho de que yo hubiese expresado que quería mantenerlo privado", aclara.
Durante la entrevista evitamos caer en sensacionalismos y no preguntamos su opinión en torno al caso actual que acapara titulares, el de Ignacio Allende, más conocido como Torbe, empresario español del porno imputado y encarcelado recientemente por delitos de abusos sexuales y trata de seres humanos. Pero durante el transcurso de su conferencia ella misma saca el tema a colación y declara: "El caso Torbe me parece el más directo sobre rodar sin permiso de las actrices, vulnerar sus derechos, llevarlas a hacer cosas que no quieren realmente... Todo eso existe en el porno, no podemos ignorarlo y mirar hacia otro lado, por eso me gusta que se esté empezando a hablar de porno ético, a establecer unas ideas sobre el respeto y cuidado de las personas que trabajan en esto".
En cuanto a feminismos se autodenomina de la rama pro-sex, "no me gusta que se juzgue qué persona es más feminista que otra, practicar el sexo y disfrutarlo y trabajar con ello no implica dejar de ser feminista, en mi caso no me siento incómoda cuando he de representar el papel de una figura femenina en el contexto de una escena heteropatriarcal en la que se supone que domina la figura masculina como figura de poder, intento asumir el personaje que se me propone, entenderlo y representarlo de la forma más responsable que pueda", dice.
Miller no se considera actriz al uso si no performer "porque performatizo el acto sexual en la pantalla", puntualiza: "Prostitutas y performers trabajamos con el cuerpo, ofrecemos servicios sexuales pero nuestros clientes son distintos, para mí el cliente es la productora o por extensión el público". De hecho para ella "el cuerpo no se puede comercializar porque es tuyo, va a ser tuyo toda tu vida, lo que se comercializa es tiempo, el tiempo que pasas trabajando con una productora o alguien realizando X servicios sexuales", sentencia. Ante la hipotética idea de que surgiese un sindicato que regule el cumplimiento de los derechos de los trabajadores del porno, la actriz/performer aporta: "Me parece que sería ideal crear un sindicato pero lo veo muy difícil. Yo estoy viviendo ahora mismo en Estados Unidos y sé que en España, donde recibo sobre todo críticas dentro del sector, me sería complicadísimo unir a gente sensibilizada con las particularidades de la industria, para cruzar esa frontera hacia los recursos. En América hay una ley en la que se tiene que entregar el resultado de las pruebas de ETS de cada actor antes de 15 días, si no no se rueda, pero aquí en España te toca rodar cuando diga la productora y no hay ley que te ampare".
El elemento pornográfico influye en cómo concebimos nuestros cuerpos no obstante, según la entrevistada, la educación y la responsabilidad propia, el informarse, propicia el poder consumir pornografía de forma ética. Apela al consumo responsable y realiza una analogía con no consumir productos de Zara si no quieres llevar ropa que se ha fabricado en condiciones infrahumanas o que vulneran los derechos del trabajador. Comparación controvertida pero muy ilustrativa porque atañe al colectivo de trabajadores textiles que queda a menudo invisibilizado y con el cual identifica a las actrices añadiendo: "El hecho de que a mí se me invisibilice como persona, como activista, como feminista, por estar trabajando en una industria capitalista es bastante poco solidario. Vivimos en una sociedad capitalista, yo quiero tener voz y que vayamos hacia entender de qué manera en el mundo convencional podemos aplicar nuestros ideales". Definitivamente, por encima de todo, las mujeres en vez de atacarse en función de cuál muestra más su sexualidad, en opinión de Amarna Miller, deberían -deberíamos- de "llegar al debate, a la conversación y a intentar construir algo juntas".