VALÈNCIA. Del perro se dice que es el mejor amigo del hombre y que, además, suele parecerse mucho a su dueño. ¿O es más bien al revés? En el mundo en el que vivimos cualquier complemento, ropa, colonia, habla del individuo. Tener una mascota u otra se ha convertido, de alguna manera, en una declaración de intenciones. Igual que los galgos se asocian con un perfil más moderno -lejos de los cazadores- o los chihuahuas con personas de una clase social más elevada, hay perros que, como los mestizos, son casi inclasificables.
Dentro de las razas puras y posando la mirada sobre el Caniche Apricot -que recibe este nombre por su color de pelaje anaranjado- la artista y fotógrafa valenciana Laura Leal recorre la ciudad para comprender en qué se parecen los perros a sus dueños, y cómo esta raza muestra una clara contradicción respecto a la clase social con la que se asocia. Para ello se introduce en sus rizos color melocotón a través de una serie de fotografías de varias familias valencianas que le abren las puertas a Leal para contar su historia a través del nombre del caniche, el barrio en el que se alojan y su código postal.
- Caniche Apricot -
- LAURA LEAL
Dante, Turrón, Nube y Polo -entre otros- se vuelven protagonistas para contar el relato de sus familias y desenmascarar una curiosa realidad sobre quienes les cuidan: “Me interesa capturar al animal en su entorno y con un posado natural. Contactaba a las familias cuando iban por la calle y si me dejaban hacía las fotos de sus perros, aún sin saber a qué destinaría el proyecto”, cuenta la artista, quien comenzó esta investigación durante la pandemia que ahora toma forma de publicación gracias a la editorial valenciana Handshake Fun.
Con motivo de averiguar en qué se parecen y diferencian las mascotas de sus dueños, Leal intenta enlazar el nivel socioeconómico de las familias con esta raza: “Cuando empecé a hacer las fotos no sabía qué formarían parte de esto. Accedía una de cada treinta personas a las que preguntaba y luego teníamos dos tomas para hacer la foto: las dos en las que el perro te hacía caso y atendía a su nombre. Luego viene la curiosidad por comprender el entorno en el que vive el animal y viene el choque de los cuidados que se le dedican a esta raza según los grupos sociales”.
Esta investigación, en sí misma, se convierte en un tirabuzón en el que nada es lo que parece. Analizando el sexo de los animales, sus pelajes y hasta sus cuidados, Leal lee al sociólogo Pierre Bourdieu entre ladridos. Para ellos analiza -tal y como hace este en La distinción. Criterios y bases sociales del gusto- como los miembros de una clase social inferior intentan emular el estilo de grupos considerados “superiores”, lo que Bourdieu llama la distinción.
- Caniche Apricot -
- LAURA LEAL
Siguiendo con la teoría de que las apariencias engañan, Leal descubre que las clases altas dedican menos cuidados -y dinero- a sus mascotas que las bajas.“En los hogares de clase alta, los cortes son menos frecuentes y tienden a ser informales y prácticos (a menudo el pelo cubre ligeramente la visión del animal). Por el contrario, en los hogares de clase media y baja, los cortes son más frecuentes, depurados y complejos de mantener. Existe también una mayor tendencia al cepillado en las familias de menor renta per cápita, mientras que en las de mayor renta la textura del pelaje del caniche suele ser más alborotada y despeinada”, explica en el foto ensayo. Con lo que concluye: “La posesión de pedigrí (un proceso relativamente complejo) es más común en los hogares de clase media y baja”.
Con un diseño muy cuidado, rindiendo homenaje a ese color naranja melocotón -o albaricoque, si se atiende a la traducción literal de apricot del inglés- Leal consigue atender a su curiosidad “sociológica” sobre la clase social de las familias que cuidan a estos caniches. Lo resuelve en un foto ensayo en el que las imágenes hacen reflexionar sobre el choque cultural que se asocia a las razas.
“Existe una relación interesante entre el esfuerzo por los cuidados del animal y las familias que los adquieren. Al final, impacta ver cómo las familias de una clase más baja le dedican más tiempo y cuidado a los animales que las consideradas de clase alta”. De esta forma Leal pone a Bourdieu de paseador para hablar de la mímesis social en un trabajo de campo que se cuenta entre las graciosas expresiones de unos caniches que son tan dulces como el melocotón en almíbar.
- Portada de Caniche Apricot -
