VALÈNCIA. Dos amigos exponen juntos en València, pero no lo hacen en una muestra colectiva. Se han encontrado entre Ruzafa y el Carmen, a dos kilómetros de distancia. Sus obras, sin embargo, sí que comparten más espacios: el artístico, el emocional y el estilo abstracto. Ellos son Jöel Mestre y Roberto Mollá que exponen en las galerías valencianas Tuesday to Friday y Gabinete de Dibujos respectivamente. Lo hacen con dos muestras que tienen mucho en común y nada a la vez, y que ayudan a reflexionar sobre cómo ha mutado el arte abstracto a lo largo del tiempo, y cómo ellos lo perciben desde el presente. 

Por un lado, está la muestra Yoroi en la que el artista castellonense Mestre juega tanto con el espacio como con los marcos que “abrazan su obra” dentro de Tuesday to Friday. Su muestra, con tonos azulados y fríos, cuenta el relato de la pintura como “una cascada de sucesos que va de lo particular a lo general, del individuo a lo colectivo” y que está sostenida por un marco que lucha contra el deterioro del tiempo “revirtiendo el esfuerzo”. Jugando con lo que hay en el cuadro y fuera de él se basa en las armaduras Yoroi que vestían los samuráis en el siglo IV y que les protegía su cuerpo por completo en el campo de batalla. 

“Me sirvo del arte, el marco y sus adiciones para hablar de todas las posibilidades que tiene el arte abstracto dentro de una sala que no es más que un cubo en blanco y que se presta a la transformación. Aprovecho para poner a la obra a dialogar con todo lo que le rodea transicionando entre siluetas haciendo que la pintura exija un grado de atención mayor”, explica el artista, que entre sus cuadros con marcos “derretidos” y con tonalidades frías configura también una gran armadura de lienzos que se puede ver nada más se entra en la galería.

Cruzando el centro se llega a Gabinete de Dibujos donde el artista valenciano Mollá expone Hello Image, una muestra de colores cálidos que se basa en la percepción del artista de la música y cómo lo refleja en sus cuadros. En el texto de sala, escrito por su compañero Mestre -y titulado Escuchando Imágenes- Mestre se centra en cómo la música sirve como base para crear y como “en ocasiones una canción puede ser el detonante de una exposición, el encuentro de una nueva imagen”.

“Todo dibujo y toda pintura tiene su banda sonora. La música nos predispone al trabajo y a la evasión, una conjunción que no siempre funciona con otras actividades -señala el texto de sala- Mientras llega la forma sobre el papel o el lienzo, la música aprovecha toda nuestra vulnerabilidad. A través del oído queremos conocer y estimular parte de nuestra conformación psíquica, dejar abierta la incógnita es el principio de algo emocionante y la concatenación de asociaciones inesperadas”. Algo que para Mollá define perfectamente su forma de trabajar: “Con la música fui introduciéndome en el mundo de las vanguardias y poco a poco fui comprendiendo diversas técnicas y procedimientos”, apunta el artista.

“Fui aprendiendo a trabajar con la música para ejercitar la sensibilidad, al entrar al estudio lo primero que hago es elegir mis vinilos y luego comienzo a crear”, destaca Mollá. De esta forma, su compañero se centra en las formas y romperlas y él se centra en una parte más sensorial, aunque ambos llegan a generar piezas abstractas que funcionan con su propio lenguaje. “Una imagen puede venir de una acción, cuando escuchar algo te sugiere unos ritmos, unos vacíos y unos colores que se pueden expresar en el arte. Durante años he dedicado un montón de exposiciones, pinturas y dibujos a determinadas canciones, fijándome más en lo que cuenta la letra que en cuestiones más literales”.

Durante sus años en activo, Mollá explica que la música ha sido uno de los pilares en los que apoya su creación, aunque también se inspira en la arquitectura, la ciencia ficción, el mundo del cómic y el arte japonés. “Voy acercándome y alejándome de estos cinco temas, incorporando imágenes y elementos que aparecen y desaparecen en mi trabajo y que me siguen inspirando con el paso del tiempo”. Por su parte, Mestre busca una forma de romper los esquemas que le rodean para elevar la potencia del arte abstracto: “Tendemos a leer la pintura dentro de un nivel simbólico y representativo porque es lo más obvio. El nivel abstracto siempre tiene una potencia muy elevada dentro de la lectura del cuadro y a mi me interesa como contenedor psicológico”.

“Me gusta jugar con la línea de lo aéreo y con algo que levita, con las imágenes que funcionan como trampantojo y que obligan a pensar a través de la pintura- Son conceptos que por instinto los leemos de una manera o de otra y lo que me interesa es encontrar mi propio lenguaje para representar lo que me rodea”, explica Mestre, quien al igual que Mollá busca generar un lenguaje propio inspirado en como percibe el mundo y busca justamente que quienes se acercan a sus obras sean capaces de salirse de la concepción “básica” del arte para comprender sus universos. 

Entre las formas que se salen de los marcos y los sonidos que se cuelan entre los colores, ambas galerías valencianas generan dos espacios -perfectamente aclimatados para soportar el calor- en los que las piezas abstractas de estos artistas valencianos se salen de la norma para buscar sorprender. Unas piezas que para Mestre muestran que “para disfrutar de la pintura se necesita bien poco” y que en realidad todo es cuestión de “saber ver”. “Hay que dejarse llevar y saber conectar, entrar a una galería es emocionante y puede ser casi una aventura en la que el material y todo lo que hay entre las paredes influye en la visita”. Y es que hay que quitarse la armadura Yoroi para saber saludar -Hello Image- incluso a la abstracción más absoluta.