VALÈNCIA. Rosalía, Bizarrap, Aitana. Si tuviéramos que hacer una playlist de éxitos actuales la selección resultaría sencilla. Elige lo que más se escucha y tendrás tu ‘Top 50’ de Spotify. La cosa se complica si el listado lo tenemos que confeccionar con un margen temporal mayor, ¿qué canciones incluirías en una lista que reflejara los últimos diez o veinte años?¿cuál sería el criterio? A un reto parecido se ha tenido que enfrentar el director del Museu de Belles Arts de València, Pablo González Tornel, con la última exposición que presenta la pinacoteca, un recorrido por las obras maestras de la Colección BBVA con el que se plantea un repaso por cinco siglos de arte a partir de cerca de noventa piezas. Noventa de un total de nueve mil obras que integran la colección privada. La tarea se complica. 

“Hay que hacer uso de los grandes nombres”, expresó el director, pero el “star system” es también un gancho para hacer hueco a algunos pintores excelentes y, quizá, menos conocidos por el gran público, un baile entre unos y otros que ha dado forma a una playlist pictórica a través de la que se cuenta la colección privada y, con ella, la propia Historia del Arte. Francisco de Goya, Anton van Dyck o Ignacio Zuloaga son algunos de los grandes nombres que componen Clásicos y modernos. Obras maestras de la Colección BBVA, un proyecto que teje a través de un buen puñado de obras un relato en torno al arte europeo y su evolución, teniendo en cuenta sus distintas miradas y sensibilidades, pero buscando también los puntos en común en un periodo que va del siglo XVI al XX.

“Hay un mismo marco de ideas que permite al espectador reconocer un cuadro de Flandes del siglo XVI y otro de pintura catalana de 1900”, explicó a este respecto el director del Museu de Belles Arts de València durante la presentación a medios de la muestra, que podrá visitarse hasta el mes de febrero, acto en el que estuvo acompañado por la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, y el director de la Territorial Este de BBVA, José Manuel Mieres. Cabe destacar que la mayor parte de las piezas -con la excepción de los Sorolla, que han sido prestados anteriormente- se muestran por primera vez en València, una selección que, de hecho, exhibe al público algunas destacadas obras que se custodian en el Palacio del Marqués de Salamanca, sede de la Fundación BBVA, y que rara vez salen del inmueble.

Galería de reyes

Reyes y dioses marcan el punto de partida de la selección, que pone el foco en la representación del poder terrenal y divino. En el primer caso, con algunas piezas destacadas como el Felipe III de Juan Pantoja de la Cruz, una majestuosa pintura que representa al monarca vestido de media armadura con fondo en penumbra, o el Carlos III, cazador de Francisco de Goya, que lo presenta apoyando la escopeta en el suelo durante un descanso y acompañado de un perro que duerme. Frente a la galería de reyes, una selección de obras religiosas de carácter más realista o emotiva en las que se presenta a santos o al propio Cristo desde un prisma más cotidiano, como el San José con el Niño de Murillo.

El retrato, entendido como “la mayor reivindicación del ser humano”, da forma al segundo de los pilares que da forma a la exposición, un apartado que habla también de la evolución de la sociedad burguesa, una jerarquía social que se ampliaba más allá de los monarcas. Los deliciosos retratos de caballero y dama del holandés Michiel J. Van Mierevelt conviven con los realizados por Goya o el valenciano Agustín Esteve, que presenta el retrato de Luis Fernández, junto a unas madejas de seda y un muestrario de colores que remite a la tradición valenciana.

La pujanza de este género también explica el de los paisajes, bodegones y pinturas de costumbres, que ocupan una parte destacada del recorrido. “No se comprende sin el avance de la sociedad europea. Ya no hay solo ‘reyes y dioses’, hay burgueses, gente que puede comprar arte sin haberlo encargado”, relató González Tornel. Obras de Jan Brueghel, Jan Wildens, Melchior de Hondecoeter, Tomás Yepes o Paul de Vos revelan el virtuosismo de los maestros flamencos, holandeses y españoles en la representación de la naturaleza y la vida diaria, con un realismo que cautivó a coleccionistas de toda Europa.

La España negra y la blanca: Zuloaga y Sorolla

El ejercicio de encontrar hilos invisibles que conecten autores y obras de distintas épocas y lugares se mantiene a lo largo de toda la exposición, aunque con matices explícitos, muy especialmente en la sección dedicada al arte de entresiglos, el realizado a finales del siglo XIX y principios del XX, que marca el final cronológico del recorrido. “España es una amalgama de muchas maneras diferentes de mirar a la realidad”, relató el director y comisario de la muestra. 

En este sentido, el reflejo más claro lo encontramos en ese enfrentamiento entre la “España blanca” de Joaquín Sorolla y la “España negra” del vasco Ignacio Zuloaga, aunque en la diferencia también encontramos unión y, en el caso del primero, no se ahonda es sus clásicas y luminosas estampas, mientras que en el caso del segundo tampoco en lo sombrío. No en vano, de uno y otro podemos ver piezas como el retrato de Antonio García Peris, suegro de Sorolla, o de odontólogo norteamericano Mr. Halley-Schmidt, que presenta en un campo de golf. 

El vibrante amarillo de Interior, obra del catalán Ramón Casas, en la que muestra a su mujer, Julia Peraire, en la intimidad, o la pieza, o Mariñana, del gallego Fernando Álvarez de Sotomayor y Zaragoza, que retrata a una mujer en primera plano que sostiene una espuerta con un paisaje rural de fondo, dan forma al final de trayecto de la exposición, un cierre que no corresponde al de la propia colección BBVA pero que sirve como bisagra entre un tiempo y otro, pinturas que se escriben en pretérito y, también, en futuro.