VALÈNCIA. A principios de este mes de marzo la directora oriolana Elena López Riera se alzó en París con el Premio César al mejor cortometraje documental por su obra Las novias del sur, en el que aborda la historia más íntima y personal de una generación de mujeres alicantinas que se casaron hace más de medio siglo. Un relato en el que se arroja luz sobre esa parte de las bodas que no se ve, la que va delante y detrás de ese famoso “sí, quiero”, y que genera una gran curiosidad para todos los que no fueron invitados al evento. 

También en Alicante, entre archivos de más de doscientas bodas y cientos de cedés el artista Jero Martínez se centra —para generar su obra— en otro “sí quiero” que también tiene lugar en las bodas y que suele resonar en los baños avanzada la noche. Una diferencia sutil separa la droga del amor de la química: en ambas se dice “sí quiero” y en las dos se pone uno de punta en blanco. Este concepto es el que da nombre a la muestra fotográfica que expone Martínez en la galería valenciana Las Tres Negras, donde todo se convierte en una fiesta gracias a la fotografía en Depuntaenblanco, hasta el próximo 27 de abril.

A lo largo de unas 33 fotografías intervenidas, Martínez reflexiona sobre el consumo, el capitalismo de la “felicidad” y todo lo que sucede en los convites. Con este ingenioso juego de palabras que le vale para ambas situaciones, Martínez muestra una pequeña parte de su producción en la que interviene imágenes de bodas -tomadas en Alicante- de hace más de veinte años y a las que se engancha como “artista” y casi biógrafo de las vidas ajenas: “Iba todos los viernes a los estudios fotográficos a preguntar por cedés de bodas, me volví adicto a ver la vida de los demás, era el plan perfecto. Me gusta ver la hipocresía de unos y la falsedad de otros que va desde la iglesia hasta la del ser humano”.

Poniendo el foco en las sustancias -”que campan a sus anchas en las fiestas”- viste a las felices parejas y a los invitados a las bodas con papelinas de plástico que en su momento resguardaron diferentes drogas. Censurando la cara de los retratados y haciendo una minuciosa selección entre cientos de fotografías de ceremonias, logra hablar del consumismo que hay detrás del día más feliz de quienes deciden casarse: “Reflexiono sobre el concepto artístico del consumismo y todo lo que hay detrás. Juego con los ‘flashazos’ y los malos enfoques para hablar de la plasticidad que hay en las imágenes, en las fiestas y todo lo que hay detrás”.

Con esta muestra, Martínez se autoinvita a través de su peculiar retrato y se sirve de la majestuosidad del espacio Las Tres Negras para contar su historia. “Todo viene a colación de ‘de punta en blanco’, la exposición me sirve para hablar de la falsedad y el abuso del consumo. Lo hago en una galería que cuenta con un espacio que juega mucho con el blanco y negro mientras me sirve como escaparate para este relato”.

A nivel artístico y visual aprovecha su intervención para hablar de la imagen, la fiesta y la “plasticidad” de estos eventos: “Hablo de la máscara que suponen las drogas en esta fiesta, sobre cómo a veces se emplean como excusa de los comportamientos de alguna persona y cómo se normaliza su uso. Me interesa reflexionar sobre la imagen, la fiesta y todo lo que sucede en las bodas, que se convierten en un escaparate de la felicidad que no deja de ser un engaño”. Entre marcos plateados, obleas y decenas de fotografías Martínez encaja su historia en Las Tres Negras, un espacio que le viene “como anillo al dedo” y en el que cualquiera está invitado a la fiesta para exclamar: “¡Vivan las fotos!”