Arte y fotografía

exposición en el ivam

Las artistas que saltaron al futuro

  • Foto: MIGUEL LORENZO.
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VALÈNCIA. Más de medio siglo hace que los restaurantes de Lisboa se convirtieron en el testigo silencioso de la creación de Nuevas cartas portuguesas, lugares que acogieron las reuniones periódicas en las que Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta y Maria Velho da Costa compartieron reflexiones y dieron forma a un texto colectivo con el que retaron a la sociedad de la época. El libro, que cuestiona de una forma compleja la condición de la mujer en la sociedad portuguesa de entonces, fue publicado en 1972, en plena dictadura de Marcelo Caetano, sucesor de Salazar, una obra que fue considerada en su tiempo como pornográfica y calificada como un atentado a la moral pública. De hecho, fue censurada y ellas, conocidas más tarde como ‘Las tres Marías’, procesadas. 

Dos años después de su publicación llegaría la Revolución de los Claveles y, con ella, el inicio de la democracia en Portugal, que llevó a su absolución. Al otro lado de la frontera, una España también sumida en la dictadura, en este caso bajo el yugo de Francisco Franco, un país que finalmente encaró su ansiada Transición tras la muerte del dictador. Fue en esos mismos años setenta en los que, a un lado y otro de la frontera, se dio el paso definitivo para instaurar las democracias que hoy conocemos, dos países unidos por hilos invisibles, no siempre evidentes, y con una historia que todavía tiene relatos por revelar.

Entre esas cuentas pendientes, como en tantas otras sociedades, la de bucear por la producción artística de aquellas creadoras condenadas a los márgenes por el hecho de ser mujer, autoras sin las que la Historia -del Arte- está, sencillamente, incompleta. Esas Nuevas cartas portuguesas son, pues, uno de esos destellos de luz en un momento de oscuridad, un texto que pone en valor ese “poder con el que saltamos juntas”, tal y como reza uno de sus pasajes, y que hoy sirve de título para la nueva exposición que presenta el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). 

En la imagen la directora de proyectos y relaciones externas de Fundación Banco Sabadell, Victoria García Córdoba; la directora adjunta del IVAM, Sonia Martínez; la artista, Concha Jerez; la comisaria, Giulia Lamoni; y la gerente del IVAM, María Ayuso González-Montagut.
El museo abre sus puertas esta semana a El poder con el que saltamos juntas. Mujeres artistas en España y Portugal entre la dictadura y la democracia, una exposición que nace con el objetivo de explorar de forma conjunta el trabajo de estas creadoras en los convulsos años 60 y 70, una mirada que pone el foco en los relatos globales y, también, en las particularidades, no solo de España y Portugal con respecto al resto de Europa, sino también de la propia escena artística de cada país. “Las primeras historiadoras del arte feministas fueron americanas y británicas y, muchas veces, cuando se aproximaron a la Historia del Arte tomaron como modelo sus países, pero no en todas partes se desarrolló de la misma forma y con la misma agenda”, explicó Patricia Mayayo, comisaria de la muestra junto a Giulia Lamoni, durante la presentación de la muestra. 

Efectivamente, esa contraposición con el relato anglosajón es un pilar fundamental para explicar la escena cultural de la época, unas miradas a Londres o Nueva York -también París- que las dibujaban como puntos de referencia y de encuentro pero que no dejaban de ser escenarios distintos a los de Lisboa o Madrid. Así, las comisarias subrayan como una de las principales diferencias la tardía llegada de la segunda ola feminista con respecto a otros países occidentales a causa de la represión de ambas dictaduras, así como una batalla contra los regímenes totalitarios que también habría opacado en gran medida los discursos feministas. 

“El objetivo político fundamental era la lucha contra la dictadura y, muchas veces, las demandas de las mujeres quedaron en un plano secundario […] De hecho, en movimientos de lucha contra la dictadura se reproducían muchas veces los patrones patriarcales que la propia dictadura había propiciado, lo que hizo que hubiera una relación más ambigua con el término feminista”, relata Mayayo. En este sentido, señala Lamoni, esto hizo que la propia palabra fuera evitada para evitar generar una “brecha” en las reivindicaciones, hasta el punto en el que uno de lo pocos ejemplos de exposiciones protagonizada solo por mujeres artistas, en Lisboa en 1977, reflejaba explícitamente en su catálogo que no era feminista. 

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