VALÈNCIA. Bibliófilo, coleccionista, “amante de lo oculto”, valenciano e Hijo Predilecto de la ciudad desde el 2023. Recolector de cachivaches, escritor, investigador y, ante todo, una persona curiosa. Todos estos títulos, que funcionan como carta de presentación, los ostenta Rafael Solaz, quien ha cedido parte de su colección para preparar dos exposiciones dentro del Centre Cultural La Nau.
Lo hace gracias a su colaboración con la Universitat de València y a través de muestras que van, de alguna forma, de algo “que se tiene que saber, pero no se puede ver”. En la Sala Estudi General sus fondos sirven para contar las Palabras presas en la València de posguerra a través de la exposición Dentro y fuera, en la que recorre las prisiones franquistas valencianas de la posguerra a través de cartas, fotografías, enseres personales y recortes de prensa.

- Rafael Solaz -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València
En la Sala Oberta baja a los infiernos del erotismo, junto al comisario Javier Martínez, a través de la exposición La cultura sicalíptica durante la Edad de Plata valenciana, en la que expone obras de los años 20 y 30 del siglo XX que fueron censuradas y perseguidas por el régimen franquista por ser consideradas “pecaminosas y peligrosas para la ciudadanía”. Ambas exposiciones, enlazadas a través de su colección personal, son la excusa perfecta para posar la mirada sobre la figura de este coleccionista que presta a La Nau solo un 20% de su archivo para la muestra Dentro y fuera y un 10% en su bajada a “los infiernos del erotismo”, porque más no “les cabe”. “Tengo un estudio totalmente abarrotado que es el germen de estas muestras, hacemos un enorme trabajo de selección y registro de las piezas para que sirvan para contar una historia”.
Con un proyecto que a simple vista parece inabarcable, y de lo más ambicioso, Solaz se presta a los comisarios Melani Ibáñez Domingo y Toni Morant i Ariño para que se conviertan en los nuevos cuidadores de su colección, que consigue catalogar con la inestimable ayuda de Albert Pitarch. Con cientos de manos posadas sobre su archivo, ambas exposiciones abren al público para hacer justicia con piezas que tendrían que haber visto la luz hace mucho tiempo y que no pudieron por culpa de la censura: “Exponer todas estas piezas cobra un nuevo significado cuando llega el público. Todo nace con el compromiso de enseñar lo prohibido y darle una nueva vida. Como bibliófilo y coleccionista siempre he estado interesado por lo prohibido y eso forma parte de mi deseo por mostrarlo y conseguir una libertad absoluta. Me considero un personaje del siglo XX y amante de las historias reales”.

- La muestra Palabras presas en la València de posguerra -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València
Midiendo su emocionalidad y haciendo una escueta selección de su archivo Solaz se somete al reto de dar una forma cerrada a estas dos muestras que cuentan la historia de una España represaliada por el franquismo, buscando siempre en los lugares más recónditos para encontrar los objetos que dan voz a su relato.
Buceando entre archivos, buscando libros descatalogados y recorriendo prisiones, bibliotecas y rastros, el compromiso de Solaz está en mostrar su relato al público para que cobre un nuevo significado: “Es importante comprender el contexto y la historia de estos objetos para viajar a la época y fundamental enseñarlos para contar esta historia. Un buen coleccionista no puede ser avaricioso con sus objetos ni atesorarlo. Tenemos la fuerza de comunicarnos a través de lo que tenemos”.

- La muestra La cultura sicalíptica durante la Edad de Plata valenciana -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València
Viajando al pasado a través de ropa, fotografías, cartas, libros, revistas y obras de arte Solaz intenta componer un orden que sirve para contar esta parte de la historia de España. El verdadero reto para él está en hacer la selección porque “todas las historias merecen una voz” pero si no consiguen generar un buen recorrido corren el riesgo de que su mensaje se diluya y, para eso, está la labor del comisario: “Como coleccionista siento una conexión emocional con algunos de los objetos que tengo y me cuesta ver la visión global. Gracias a los comisarios podemos hacer una selección con la que el espectador se pueda familiarizar más y que sirva para llevar este relato al mundo exterior”.
En su inabarcable archivo se encuentran también “chismes” de lo más extraños y peculiares, como un pequeño autómata de madera y de latón que da la bienvenida a los visitantes de la muestra La cultura sicalíptica durante la Edad de Plata valenciana. Junto a libros, revistas y cuadros dedicados a la sexualidad, sirve para comprender como se pone al hombre en el centro dentro de lo erótico.

- La muestra La cultura sicalíptica durante la Edad de Plata valenciana -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València
“Cuando uno pasea por la muestra, descubre que todo lo que se hacía en esta época sobre erotismo estaba centrado en un público masculino y que a las mujeres que les cargaba con la culpa. Viajar por el universo de la erótica y ver estas publicaciones que solían camuflarse para huir de la censura nos ayuda a llegar al doble fondo de lo que pasaba en ese momento”.
Para posar la mirada en el contexto de las exposiciones, Solaz tiene que hacer también un ejercicio de conciencia a la hora de ver como enfoca los relatos. Le pasa principalmente con las fotografías, las cartas y los mensajes que se enviaban los presos con sus familias desde dentro de las prisiones hasta casa, generalmente camuflados en latas de sardinas o escritos en finos papeles de liar. Tiene que leer, analizar y catalogar sus historias con sentido para que no piedad su fuerza y magnitud.

- Rafael Solaz -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València
“Muchos hablan de que les van a fusilar, preguntan sobre sus hijas y cuentan parte de su vida privada. Esta intimidad, pasados varios años, se puede contar para que el espectador vea y entienda la tragedia”. Un relato que se entiende con mayor intensidad gracias a la instalación artística de Mar Juan Tortosa y el paisaje sonoro generado por Alberto Quintana Gallardo, que ayudan a dar un abrazo emocional a estos objetos que hablan sobre la vida de los presos.
Con sumo respeto, cuidado y cariño Solaz descubre la intimidad de los presos y sus objetos personales para contar esa parte de la historia y para que el espectador pueda entender una pequeña parte de la gran magnitud de este relato, mientras observa cómo estos protagonistas invisibles evitaban la censura. “Ellos consiguen esquivar al sistema en su momento, y ser más inteligentes que sus superiores. En estas muestras estamos enseñando algo que no está hecho para que sea visto, libros clandestinos, cartas íntimas y objetos personales. El coleccionista tiene que tener también la capacidad de mostrar lo oculto”. Dentro de esa intimidad, Solaz trabaja por un interés propio por las historias: “Me interesan las personas, más allá de las grandes batallas y los grandes acontecimientos. Me gusta acercarme a la gente que hace la Historia”, sí, en mayúsculas.

- El coleccionista Rafael Solaz en su estudio -
- Imágenes cedidas por la Universitat de València