VALÈNCIA. El arte tiene que hacerte sentir algo, pero ese “algo” no siempre tiene que ser algo bueno. Ese “algo” también puede ser angustioso, como está pasando ahora mismo en las salas de cine con el estreno de Sirat o puede ser el reflejo de una realidad incómoda. Este, en cierto modo, es el lema de la nueva galería valenciana The Grapa, que acaba de abrir sus puertas en el barrio de Ruzafa, poniendo por fin un lugar físico a un proyecto que lleva en activo en redes desde el año 2023. Ahora su directora, Esther Mclntosh ha decidido que este proyecto de arte contemporáneo construya su hogar en el número 40 de la Calle Puerto Rico, donde antes estaba situada la Galería 40.
Tomando el legado artístico de este bajo Mclntosh da cobijo al proyecto The Grapa, que responde a una galería para “artistas rebeldes y arte político” (en inglés The Gallery for Rebel Artists and Political Art, generando las siglas de The Grapa) en la que a través de sus exposiciones buscan “aumentar la visibilidad y diversidad del arte político dentro del mundo del arte contemporáneo”. Una misión que para la directora de este espacio se puede contar tanto a través de voces de artistas consolidados como emergentes, siempre y cuando su arte se emplee para explorar y explicar los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad.
“Miramos al conflicto desde el arte a través de obras que nos cuentan lo que está sucediendo en el mundo. Nos importa más el mensaje en sí mismo que el soporte y lo que queremos es que las obras formen parte de una misma historia”, explica Mclntosh, quien inaugura el espacio con la muestra Bienal de Gaza, una exposición fundada en Palestina que acerca la realidad de Gaza a todo el mundo. A su vez, esta es una de las primeras exposiciones de la Bienal de Gaza que se celebra en Europa. El reto para Mclntosh, además de la apertura del espacio, ha sido conseguir reunir durante meses las obras que cuentan la historia del conflicto de Palestina con piezas generadas por artistas menores de treinta años.

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A través de seis perfiles, la muestra consigue hacerse con algunas piezas originales y reproducciones que cuentan su realidad allí: “Originalmente, pensamos en conseguir todas las obras originales, pero logísticamente era imposible debido al conflicto. Lo importante al final es que los artistas puedan contar su realidad y que llegue hasta aquí el mensaje por lo que mostramos algunas reproducciones de sus piezas”, explica la directora del proyecto, “igualmente generan impacto y se han vendido, llegando a destinar los beneficios a las personas afectadas”. A su vez el espacio se transforma de alguna manera en la realidad de los artistas, en el suelo hay gravilla y trozos de piedra simulando los espacios bombardeados.
Una video instalación, realizada por Aya Juha, cuenta también la realidad de la artista y cómo genera su obra desde la llamada “zona roja”. “Es importante que sean los artistas quienes cuenten su realidad, lo hacen a través de piezas e imágenes potentes que ayudan al espectador a comprender una pequeña parte de lo que está sucediendo allí”, apunta Mclntosh. Con estas imágenes tan impactantes sabe que se sale del plano general de las galerías, aunque es precisamente lo que pretende: “No somos una gran galería interesada en la riqueza, nuestro objetivo es que la gente se detenga y comprenda que está pasando en el mundo desde otros lugares del mundo. No es lo mismo verlo que entenderlo”. Este objetivo viene marcado también por la formación de Mclntosh, quien se ha formado durante años en política desde Asia y África hasta el Caribe, trabajando en desarrollo internacional y en contacto con altos cargos del gobierno.
“Me llama el arte que cuenta lo que está pasando realmente y estas obras no siempre tienen un espacio donde mostrarse. En los años que he estado trabajando en política he podido conocer a muchos artistas que querían expresar algo en sociedad, pero que no tenían un lugar para hacerlo. Es por ello que Grapa se convierte en un contenedor para sus ideas”, apunta Mclntosh, quien comprende estos perfiles como aquellos que ven lo que pasa en televisión y toman una posición activa en lo que les rodea. “Tienen la voluntad de retratar una parte del conflicto desde su sentimiento y su arte, ya sea la fotografía o el arte pictórico. Ese sentimiento se traslada a través de sus obras”, y es el sentimiento que llega también al espectador que se atreve a acercarse a este tipo de arte para “sentir” hacia donde el artista le lleve porque “la gente también necesita historias reales con las que puedan conectarse y que reflejen nuevas realidades”.

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